Una de las maravillosas propuestas del Maestro Jesús Soto en la creación de su obra fue la invitación al espectador a conectarse directamente con su obra; es decir, sacarlo del plano contemplativo, tocarla, olerla, y ¡escucharla! producto del movimiento del aire o por el contacto humano. Yo diría que Soto nos legó la intención de fusionarnos con su hecho artístico. Interesante e importante propuesta pues las obras nos hablan, nos miran y nos invitan a vivirlas. Todo lo que sé sobre la Revolución Francesa tuvo su arranque, cuando era un adolescente, en un cuadro de Michelena: «Carlota Corday camino al cadalso», desde que vi a esa carajita de 16 años allí, altiva, jovencita como yo, mirando e imaginando desde la puerta de su pabellón carcelario, su final, la «perseguí» por todos los medios posibles: libros, documentales… Ella me trasladó impecablemente al siglo 18, me llevó hasta la Toma de la Bastilla, a Jean Paul Marat, a Danton, a Lavoisier, a Robespierre, a los jacobinos, a los girondinos… Me emplazó a conocer todo un mundo ignorado por mí. Esta mágica comunicación se da gracias a mi necesidad de adentrarme en la obra del gran Maestro Arturo Michelena. Todo este relato lo expongo para expresar mi inconformidad con la crítica que se le hace a Villegas. ¿Cuál es la herejía que comete al emular al Generalísimo en la gloriosa obra de Michelena? Estoy seguro de que el Maestro se adentró en el siglo 19 en lo que hoy llaman hiperrrealismo. Me atrevo a decir que Michelena en su afán de hacer vívida y realista su obra tuvo la misma intención de Soto y de los hiperrealistas actuales: hacer vibrar al ser humano, mover su subconsciente y alimentarlo haciéndolo partícipe del hecho creado. He visto a mucha gente en museos en el extranjero fotografiarse con obras a las que casi acarician… De verdad, la crítica a Villegas es injusta y tiene un toque tóxico innecesario. No son acordes por muchas desavenencias que se tengan con él por su actual desempeño. Los museos no son catacumbas ni panteones que albergan muertos… son Historia viva y de la buena… pues allí nos reencontramos una y mil veces con lo que fuimos y con lo que somos. Son nuestros referentes de carne y hueso, no son almacenes de cera… son vida que nos pertenece. Con Carlota Corday tengo una conexión maravillosa…, y muchas fotografías tomadas sin flahs junto a ella desde que la vi por primera vez… Sigo sintiendo que la acompaño en sus últimos momentos de interminables miedos y soledades…, sigo sintiendo pesar al verla irreversiblemente camino a la historia…
Festino Bramantis