Por Lorena Almarza
Apenas iniciaba el año 1938 cuando Esther Lucía Quintero Escalona, periodista del insigne Tribuna Popular, vino al mundo. Eso fue un jueves 16 de enero. Pocas semanas después, diversos dirigentes del Partido Comunista de Venezuela fueron encarcelados por llenar las calles caraqueñas del manifiesto La lucha por el pan y la tierra, pues según la Constitución vigente para el momento, era traición a la patria promover la doctrina comunista.
A Esther Lucía, niñita de cabello encrespado, piel ligeramente acanelada y ojitos redondos, solían ponerle vestidos con encaje y le adornaban la cabeza con enormes lazos. Vista de lejos, sentadita en el sofá, parecía una muñequita. En Catia, emblemática parroquia de la capital, nació, creció e hizo florecer su prole, quienes aún hoy día, residen en la casa natal. Sus padres fueron Esther Escalona, de los Escalona de Valencia, solía decir, y Pablo José Quintero, andino y militar, quien acompañó a Eleazar López Contreras durante una temporada y luego a Isaías Medina Angarita, al que conoció por casualidad en Paraguaipoa. Fue tal su cercanía con Medina, que tras el golpe de Estado del 18 de octubre de 1945, Quintero fue puesto en prisión, por oponerse a traicionarlo.
Lo cierto es que Esther Lucía y su hermano Pablo crecieron en la casita de Catia, con valores como la disciplina, la lealtad, el amor a los estudios y por la tierra donde se ha nacido. La niña estudió en una escuela de la parroquia y el bachillerato en el Liceo Fermín Toro. Por esos días de adolescencia y descubrimiento, luego de clases, recorría el centro histórico de Caracas con sus compañeras y regularmente iba al Pasaje Zingg, pues su diversión favorita era subir y bajar las hermosas y novedosas escaleras con acabado de madera, por cierto, las primeras escaleras mecánicas del país. Esta galería comercial fue inaugurada por Marcos Pérez Jiménez en 1953 y puso a disposición también los primeros baños públicos.
Al terminar la secundaria se registró en la Universidad Central de Venezuela y buscando su vocación pasó por las escuelas de medicina y farmacia, hasta que gracias a una amiga llegó a la Escuela de Periodismo. Vivió las manifestaciones estudiantiles que exigían reivindicaciones y el cambio del rol social de las universidades del país. También la represión del Gobierno “pacifista” de Caldera y su intervención al recinto denominada Operación Canguro. De hecho, no recibió su título en el Aula Magna sino en el Paraninfo.
Héctor Mujica fue muy influyente en su formación, y de su mano llegó a Tribuna Popular. He tenido la fortuna de ver decenas de fotos de la periodista, en la mayoría, con libreta en mano en medio de reuniones o haciendo entrevistas. Interesante, encontrar en muchos retratos, que sin pose alguna y en medio de la jornada, solían acompañarle Mujica y Gustavo Machado.
Orlando Ugueto, quien empezó como mensajero en el periódico, cuando tenía su sede en el edificio La Esfera, la conoció. De hecho, en un escrito que el negro dedicó a Guillermo García Ponce tras su muerte, contó que aquel terrible 11 de septiembre de 1973, cuando Pinochet ejecutó el golpe contra Allende, estaban en las oficinas del diario, consternados por la noticia, Gustavo Machado, García Ponce, Mercedes Aguilar, Esther Lucía, el propio Ugueto y otros. Cuando le pregunté sobre la periodista me dijo: “era una mujer muy observadora y silenciosa, pausada y de carácter fuerte”.
Antes y durante la Cuarta República, Tribuna Popular y su equipo, hizo frente a la ilegalización del partido, la persecución e intentos permanentes de censura. Sin duda, se trató de un grupo de militantes que lograron hacer del diario, que a veces fue semanario, mensuario o quincenario, un referente de la comunicación revolucionaria.
El 13 de junio de 2017, Esther Lucía, cambió de paisaje. Amaba a María Callas, le encantaba Humphrey Bogart y aseguraba que Orson Welles era muy apuesto. Desde la poesía, y con entusiasmo por la vida, su hijo, mi querido Héctor Padrón, la celebra cada día.
¡Va mi homenaje a ésta mujer comprometida y siempre periodista!