El enemigo es el explotador
Por: Eduardo Cornejo De Acosta
Referentes mundiales para quienes nos incluimos dentro del pensamiento izquierdista, Marx, Gramsci o Mariátegui, nos dejaron claro que el enemigo de la masa explotada, obreros, campesinos y sus devenidos en este siglo 21, no son nuestros semejantes, nuestros hermanos de clase, de explotación, sino quienes nos expolian.
Por eso, resulta preocupante que a estas alturas de la historia, y en medio del proceso que vive Venezuela, existan personas, muchos de ellos con algún nivel de responsabilidad, que no tengan claro el asunto.
El tema viene a colación con los últimos incidentes en los que ciudadanos venezolanos se vieron envueltos en casos de xenofobia. Vimos que se acusa a los pueblos de Colombia, Perú y Ecuador, de xenofobia contra sus hermanos venezolanos.
La pregunta es ¿tienen esos pueblos, tienen los pueblos latinoamericanos, una tradición xenofóbica?
La respuesta, más allá de episódicos eventos locales, es no. Ah, que en cada país se produzcan hechos que pertenecen a la dinámica de la lucha de clases, que ponen a algunos explotados del lado de los explotadores, es cierto.
Pero, afortunadamente, no tenemos el historial de Estados Unidos o Sudáfrica. Sí tenemos el historial de masacres perpetradas por oligarcas y terratenientes peruanos, ecuatorianos y colombianos, contra campesinos y obreros. Es decir, la lucha de clases en toda su crudeza.
Pero ¿tenemos antecedentes de que migrantes colombianos o peruanos hayan sido aniquilados en Venezuela, u otro país hermano? No.
¿A qué viene todo esto? A que si no tenemos ese historial, esos antecedentes, porque es que ahora tendría que aparecer xenofobia contra los migrantes venezolanos.
Y allí viene otra salvedad. La xenofobia, el racismo, son sembrados en los pueblos por las clases dominantes, que en este siglo 21 se hace global.
Fijémonos. Estas denuncias de xenofobia se están produciendo con insistencia en las últimas semanas.
¿Por qué si la migración a Perú se incrementó en los últimos 3 años, recién ahora se producen estos incidentes?
¿Por qué el número de migrantes se incrementó en los últimos años y ya incomodan o desplazan a los trabajadores peruanos de sus puestos de trabajo? No creemos. Ya las autoridades peruanos dijeron que no es así.
¿Por qué las costumbres son distintas y ya no son tolerables? Tampoco.
Estamos cansados de ver a cientos de familias venezolanas integradas en suelo peruano, sus hijos estudiando en escuelas de ese país y muchos de los criollos compartiendo actividades culturales en el país del sur.
Ah, que existieron hechos puntuales de los que algunos medios criollos y peruanos pretenden hacer la gran novela, es otra cosa.
Allí está por ejemplo la captura de algunos disidentes del tren de Aragua, o la subida a redes de jóvenes venezolanos delinquiendo en el Perú, o comentarios xenofóbicos, racistas, de jóvenes criollas que tildan de feos a peruanos y ecuatorianos.
Es bueno resaltar que ciudadanos venezolanos en Ecuador y Perú salieron a deslastrarse de tan desafortunados comentarios. Igualmente, si algún politiquero peruano con poca chance en las próximas elecciones municipales intenta explotar el tema de la migración, se le vaticina poco éxito.
En el interín, los llamados tanques pensantes, a través de sus medios, intentan sembrar algunos elementos peligrosos.
Uno, la xenofobia por venganza. Es decir, si en Ecuador, Colombia y Perú, se trata mal a los venezolanos, quedando ya demostrado que los casos han sido mínimos, por no decirlo anecdóticos, entonces en Venezuela debemos pagarle igual a sus connacionales.
Dos, evitar la unión de los pueblos. Si se produce esa disputa planteada en el anterior punto, se producen dos hechos: Primero, que ante una agresión a Venezuela los pueblos de esos países respalden el hecho, no se pronuncien en contra, en suma, habrían ganado la opinión pública a la que tanto temen. Segundo, evitarían que los pueblos vean el proceso bolivariano como un ejemplo a seguir. ¿Por qué seguirían un proceso donde se excluye, se agrede a ciudadanos de pueblos hermanos?
Tres, nos quitarían la bandera del internacionalismo, de la unión de los pueblos.
Cuatro, lograrían que nos encamináramos a un aislamiento con los pueblos de la región.
Cinco, nos desviarían de la verdadera identificación del enemigo. El enemigo es la derecha, local, regional y global, los que están en el poder explotando a sus pueblos. El pueblo de Perú, como el de Colombia y el de Ecuador ahora, necesitan acompañamiento para librar la lucha contra la explotación, contra la violación de sus soberanías a través de acuerdos comerciales y “alianzas” con trasnacionales y entes como la Otan.
Seis, actuar irreflexivamente nos impide llevar la batalla en donde tenemos ventaja, en el terreno político- social. Lo que el venezolano que migró encontró fue la verdad del mundo neoliberal. En Colombia y Perú, fundamentalmente, la protección social al pueblo, a los trabajadores, es mínima. En el Perú, por ejemplo, la vigente constitución de 1993 le impide al estado intervenir en el tema económico, el ciudadano queda a merced del mercado.
Las riquezas naturales no están al servicio del pueblo. Los derechos políticos, culturales, económicos, en suma, lo que nos hace una sociedad incluyente e inclusiva son imperceptibles.
Es bueno también que los venezolanos aprendan a desconfiar de la propaganda que ven tanto en los grandes medios, como en las llamadas redes sociales, cuando deban tomar una decisión.
Mejor aún, todos debemos darnos cuenta que alguien intenta caotizar la región, de ponernos en una situación de todos contra todos, de sembrar lacras sociales como la xenofobia.
Y todo se agudizó en las últimas semanas, cuando Venezuela inicia un audaz plan de renacimiento económico, que de funcionar, como todos esperamos, podría convertirse en un gran riesgo para la hegemonía de los poderes fácticos mundiales.
Si el anclaje al petro funciona bien, otros países podrían seguir el ejemplo y anclar sus divisas a recursos naturales propios, el sistema financiero de dominación mundial seguramente declinará. Muchos deben estar bastante preocupados.
Reflexionemos, que no nos manipulen, no somos xenófobos, que no nos conviertan en eso.