El 4 de febrero de 1992, me despertó el teléfono. Era uno de mis amigos que solo me dijo: “pon la televisión”… y colgó. Las televisoras reportaban una rebelión militar. A medida que pasaban los reportes se veía, efectivamente, militares tratando de tomar varios sitios del país; y en Caracas el Palacio y la residencia presidencial.
Para esa fecha, yo tenía 22 años viviendo en esta Tierra de Gracia y entre su gente que me recibió con su hospitalidad legendaria; al punto de que era simplemente uno más entre ellos.
Hacía tiempo que me preocupaban situaciones que vivíamos y antecedentes significativos. Entre ellos el llamado Caracazo en 1989, cuando el pueblo se alzó contra las medidas económicas impuestas por el Fondo Monetario Internacional. La represión por las Fuerzas Armadas dejó un saldo de miles de víctimas; pero el gobierno de la época nunca la publicó la cifra exacta. También, en 1993, cuando Rafael Caldera ganó las presidenciales con el denominado “chiripero”, calificativo del pueblo de a pie; aunque había asumido un periodo presidencial anterior con su partido COPEI, del cual fue además fundador; uno de los dos partidos que con Acción Democrática se turnaban en el poder desde la supuesta “democracia”, establecida después del derrocamiento del dictador Pérez Jiménez en 1958.
El hecho es que en 1992 Venezuela enfrentaba situaciones difíciles que algunos describen como “al borde del precipicio” y podía presagiarse un riesgo de revuelta popular o hasta de guerra civil.
El 4 de febrero, seguían los reportes mediáticos sobre la rebelión militar y su control por los cuerpos de seguridad. Pero gracias a su entrevista en televisión apareció el jefe de los insurrectos, el Teniente Coronel Hugo Chávez, con declaraciones que cambiaron para siempre la historia de Venezuela. “… Compañeros: lamentablemente, por ahora los objetivos que nos planteamos, no fueron logrados… es tiempo de evitar más derramamiento de sangre… vendrán nuevas situaciones… El país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor… por favor reflexionen y depongan las armas… yo ante el país y ante ustedes asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano”.
Es así que el pueblo venezolano descubrió a su nuevo Líder, que contrariamente a sus gobernantes asumía su responsabilidad y enviaba un mensaje de esperanza para el futuro.
En este mismo momento, como lo demostró el futuro, nació la Revolución Bolivariana; y esta fecha la historia de Venezuela la consagró como el “4F”.
Contrariamente a mi costumbre, al día siguiente compré uno de los principales periódicos; para conservarlo y leer más sobre esta rebelión, pero más que todo pensando que aunque controlada dejaba un mensaje irreversible.
En los días siguientes, me llegaron mensajes de mis contactos en Francia. En resumen escribían: “Vimos en nuestras noticias que en tu país hubo una tentativa de golpe de Estado de un Coronel de paracaidistas. ¿Qué pasa exactamente?”. Uno a uno les contestaba: “No se trata de un Coronel paracaidista; sino como el General de Gaulle de un oficial de blindados. Ha sido una rebelión militar pero acompañada de civiles, una rebelión cívico-militar. Venezuela se encuentra en situaciones difíciles. Muchos rechazan a sus gobernantes, en particular al presidente Carlos Andrés Pérez. Gran parte del pueblo recibió las declaraciones de Hugo Chávez, líder de la rebelión, como un mensaje hacia un futuro mejor. Es probable que la rebelión haya sembrado esperanzas y que esta historia continúe”.
En abril siguiente, acompañé a mi esposa venezolana —que manejaba una empresa de publicidad en los medios— a reuniones con el Dr. Aquiles Monagas, el abogado de los insurgentes presos. El motivo era que Hugo Chávez deseaba publicar, firmado por sus 19 oficiales principales, un “remitido al pueblo de Venezuela”, que ningún medio aceptaba publicar, hasta que se logró.
Empezó así mi guerra mediática que no cesó hasta el sol de hoy, porque algunos de los grandes medios internacionales nunca han dejado de difundir mentiras y manipulaciones mediáticas contra la Revolución Bolivariana que nació un cierto 4F.
Por: Jean Araud