Vivir en un país independiente y soberano ha sido el anhelo secular del pueblo coreano, apátrida durante más de 40 años bajo la dominación militar japonesa (1905-1945). Aquel mismo anhelo se llevó a feliz término por el presidente Kim Il Sung, bienhechor de la liberación nacional.
En 1930, a dos años de iniciar la guerra contra la dominación japonesa Kim Il Sung señaló: Una vez haber vencido al imperialismo japonés, tenemos que construir el Poder que defienda los intereses de las amplias masas populares, en primer plano de los obreros y campesino. Solo con el Poder Popular se podrá arrancar de cuajo los restos del imperialismo y todas las demás fuerzas reaccionarias y llevar a feliz término la tarea de la revolución democrática antifeudal.
Con la posición de independencia como su credo, Kim Il Sung organizó la lucha armada antijaponesa, la desarrolló hasta derrotar al imperialismo japonés y lograr la liberación de Corea el 15 de agosto de 1945 y fundó la República Popular Democrática de Corea (RPDC) el 9 de septiembre de 1948 enfrentándose a todos los obstáculos por parte de los imperialistas y fraccionalistas serviles a las grandes potencias.
La fundación de la República fue un evento histórico que dio inicio a una nueva época de la construcción de un Estado socialista centrado en las masas populares, un país soberano en la política, autosostenido en la economía y autodefensivo en la salvaguardia nacional.
Durante todo el trayecto de la dirección de la revolución y la construcción el Presidente hizo reflejar las aspiraciones y demandas del pueblo y las situaciones concretas de Corea en todas las líneas políticas, y de esta manera, fortaleció y desarrolló la RPDC como un inexpugnable Estado socialista.
La invencibilidad de este Estado independiente y soberano que se fundamenta en la idea Juche (idea que ve a las masas como dueños y impulsores de la revolución) y avanza por las fuerzas inagotables de las masas populares, fue patentizada en los 90 del siglo pasado cuando desmoronaba el socialismo en varios países y los imperialistas hablaban ruidosamente del fin del socialismo, Corea socialista superó las duras pruebas y dificultades sin mínima concesión y vacilación, y emergió ante el mundo como indestructible baluarte del socialismo.
Ante esta realidad, los pueblos progresistas del mundo reconocieron una vez más la justeza de la idea de Kim Il Sung sobre la construcción de un Estado independiente y su significación histórica, expresando que el Presidente Kim Il Sung es un gran hombre que levantó la Tierra con una palanca de la idea Juche.
La realidad de la RPD de Corea demuestra que el socialismo no retrocedió jamás como fanfarroneaban los imperialistas. Aparentemente el imperialismo tiene superioridad, pero la realidad de la RPD de Corea manifiesta su atracción como genuino estado socialista en que está materializando el ideal del hombre propenso a la independencia. Es firme esperanza de los pueblos progresistas del mundo. Han sido las valoraciones que experimentaron in situ el valor ejemplar de la RPD de Corea.