Por Francisco González. Analista político internacional.
Especialista en Sistemas de Integración Regional.
La asunción de Bolsonaro al poder en Brasil pone una alerta en el tablero regional debido a la posible aplicación de una política que parecía circunscrita exclusivamente y en términos armamentísticos, a la agenda de Colombia. Bolsonaro inaugura una nueva lógica militar de liderazgo de la ultraderecha desde Brasil para la región, basta ver su gabinete y la procedencia del ámbito militar de algunos de los cuadros centrales de su Partido Social Liberal (PSL). Esta pugna de nuevos liderazgos y en un país de las dimensiones y proyección económica en la región y el mundo como Brasil no se queda en la agenda militar solamente, sino también en la pelea por controlar el espacio geopolítico de influencias económicas, políticas, religiosas, sociales y culturales en la región.
En su discurso, ya como presidente, Bolsonaro planteo un continuismo con su agenda electoral y pareciese que su política se enfila en principio contra dos de sus países vecinos que han mantenido hasta hoy el proyecto integracionista bolivariano, indigenista, sanmartiniano y socialista; Bolivia y Venezuela. Al mismo tiempo, ha comenzado a atacar a través de sus asesores económicos al principal socio comercial del Brasil que ha mantenido una agenda neoliberal en la región; la Argentina a la cabeza de un MERCOSUR pro Unión Europea neoliberal.
Por otro lado, sus posibles alianzas con Colombia neoliberal y con las bases de Estados Unidos ya asentadas en el territorio de este país estarán por verse, ya que eso desdibujaría su propia agenda de influencia en la región en la lógica discursiva de su propuesta electoral ultra nacionalista y donde tratara de situar ese liderazgo comercial y militar de Brasil. Este escenario de pugnas de liderazgo entre los neoliberales globalizantes como Argentina, Chile o Colombia; los ultranacionalistas conservadores como Bolsonaro y los países de agenda socialista bolivarianos se ve con más claridad en América Latina.
A diferencia de los neoliberales restauradores, Bolsonaro marca una agenda de ultra nacionalismo, más en consonancia con la actual administración de Estados Unidos. En otras palabras, la crisis del sistema neoliberal, con liderazgos entredichos y desconectados de la sociedad, genera paulatinamente, esta tendencia emergente que trata de asentar espacios de poder en los países hegemónicos herederos de la segunda guerra mundial con Estados Unidos y Donald Trump tratando de retomar la supremacía que otrora poseía este país.
El proyecto Monrroista actual remasterizado y adaptado al siglo XXI, agarro su eco entonces en tendencias ultra derechistas, proteccionistas y nacionalistas en lo que el ruso Nicolai Kondátriev llamo el auge y caída de los ciclos económicos largos. Cuando la agenda de los neoliberales globalizantes parecía que había logrado su cenit con la tesis de fin de la historia de Fukuyama, justamente, ocurre al mismo tiempo el agotamiento del modelo de regionalismo abierto promovido desde la lógica transnacional financiera y comienza un proceso, que apenas empieza a verse en sus repercusiones mundiales, en el cual Donald Trump emerge como el contrincante principal de esa lógica hegemónica dominante desde el fin de la segunda guerra mundial pero que comenzó a mostrar visos de su decadencia en los años setentas.
El neoliberalismo se convirtió entonces en la expresión más radical para tratar de mantener ese posicionamiento por parte de Estados Unidos, con Reagan a la Cabeza y Thatcher en Europa. En torno a estos comienza, luego de la caída de la URSS, una batalla campal entre las propias élites capitalistas, que habían perdido sus antípodas naturales durante la guerra fría. Dicho proceso se tornó cada vez más radical y Trump viene a ser la mayor expresión de la decadencia de esa hegemonía de la que habla Kondátriev.
Y es en este contexto, que es más fácil situar la radicalización del discurso de Bolsonaro con respecto a su predecesor Temer, que si bien, llego al poder con un golpe desde las instituciones jurídicas, los grupos que yacían tras bastidores y que veían amenazados sus intereses con la posible llegada de Lula de nuevo al poder, por un lado usaron el poder legislativo para sacar a Dilma con el Impeachment, y por el otro, usaron el poder judicial para mantener preso a Lula sin pruebas y estaban preparándose para su ascenso definitivo a través de Bolsonaro en el ejecutivo. Esta nueva situación les da acceso, a partir de ahora, a la agenda internacional de un país con el impacto regional y mundial que tiene Brasil y el posicionamiento de una tendencia política con un discurso interno ultra-conservador en lo social pero al mismo tiempo neoliberal en lo económico. La coalición que acaba de llegar al poder en Brasil, cuenta con ingentes recursos, apoyo del Estados Unidos de Donald Trump y con fronteras directas con los países que han mantenido la agenda integracionista como Bolivia y Venezuela.
Lo cierto es que se puede ver esta situación como parte de la agenda regional de Estados Unidos para cercar, aún más, el proceso bolivariano. Algunos eventos recientes pueden evidenciar esta agenda que ya no es tan oculta por parte del gobierno de Donald Trump. Y es el mismo Trump, el que ha dicho públicamente que el “problema venezolano” no descarta una intervención militar. Luego de esas declaraciones, sus agentes comenzaron a hacer sus respectivos lobbies intervencionistas, pero sin tener repercusión para aquel momento, incluso ante gobiernos anti-bolivarianos del grupo de Lima.
Si bien los Estados Unidos necesitan constantemente mantener el posicionamiento de control de su política en la región, este declive hegemónico del proyecto Monroista, y la emergencia del proyecto Bolivariano con Chávez, Néstor, Lula, Evo, Correa, entre otros; fue un golpe muy fuerte para este dominio. En mar de plata en 2005 ocurre la inflexión del fin del ALCA y el comienzo de una agenda de integración regional Bolivariana. Emergen así, de nuevo, los dos proyectos en pugna en América, Bolivarianismo versus Monrroismo.
En este cuadro tan complicado, las agendas neoliberales ya no arrastran masas y el poco tiempo de margen que han tenido en su reposicionamiento en países como Argentina o Ecuador actual, han demostrado que su momento histórico llego a un fin de ciclo neoliberal que comenzó en América Latina pero que se ha extendido a Estados Unidos y ahora a Europa. A la muestra con lo que paso recientemente en las elecciones de Andalucía en España o el Brexit en Inglaterra con grupos ultra nacionalistas posicionándose en espacios de poder dentro del corazón de Europa. En este complejo cuadro, queda de partes de las izquierdas del siglo XXI retomar agendas de participación y poder popular para corregir errores y que los pueblos organizados ancestrales asuman con mucha más contundencia esos espacios de poder de estado con el fin de evitar que populismo de derecha, ultra nacionalistas, sigan copando la escena como en Brasil o Europa.