Por José Ponte.
Los sucesos acaecidos en los puestos fronterizos de San Antonio del Táchira y Santa Elena de Uairén poco tienen de espontáneos, por el contrario, a leguas se evidencia la puesta en marcha de un guión muy recurrido por la oposición venezolana.
El viernes 22, dos ciudadanos de la etnia pemón perdieron la vida en unos hechos irregulares orquestados por factores de la derecha opositora. Los medios de comunicación enfilaron todas sus baterías en contra de la Guardia Nacional Bolivariana y se apuraron a hablar de “represión brutal”.
La narrativa se centraba en posicionar la imagen de unos efectivos malvados y armados hasta los dientes contra unos pobres indígenas que resistían dignamente con flechas y cerbatanas.
El propio presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, salió tempranamente al paso de estas versiones y calificó lo ocurrido en la población de San Francisco de Yuruaní como un falso positivo. El también vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela aseveró que las investigaciones había demostrado que la GNB no participó en esos actos, al tiempo que señaló la probabilidad de que la tolda política de Voluntad Popular y el diputado Américo de Gracia hayan fraguado los episodios violentos.
Este sábado, el denominado día D por la oposición, también se generaron hechos violentos en los puestos fronterizos de San Antonio del Táchira, cuando a eso de las 8:30 de la mañana una tanqueta tripulada por tres efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana se estrellara contra las barras que dividen el puente binacional Simón Bolívar.
La puesta en escena que acompañó deserción de los efectivos venezolanos fue tan estrambótica y chusca que no deja lugar para segundas lecturas: se trataba de otro falso positivo. Todo un comité de recepción esperaba a los héroes de probeta. El diputado Juan Olivares, los medios de comunicación y un conveniente número “disidentes” pagados para oportunamente aplaudir y vociferar vítores patrioteros.
En horas de la tarde del sábado 23, dos gandolas cargadas de insumos de la supuesta ayuda humanitaria, estacionados del lado colombiano del puente, fueron incendiadas y consumidas rápidamente por un candelero voraz. Inmediatamente la mediática internacional difunde tendenciosamente la especie de que Maduro dio la orden de que quemaran esos camiones. El día domingo, las tapas de los impresos más importantes de la derecha internacional daban por cierto el falso positivo de que Nicolás Maduro había mandado a quemar la fulana ayuda humanitaria.
Estos tres falsos positivos son apenas un botón del rosal de embustes y forjamientos de este tipo que llevó a cabo la derecha entre los días 22 y 23, y que seguramente intentarán muchas otras en los próximos días.
La técnica del falso positivo consiste en atribuir veracidad a un hecho que no la tiene. Falsear una realidad para imponer otra irreal. El ejemplo más cercano de la utilización de esta técnica lo encontramos en Colombia, donde el ejército llevaba a cabo matanzas de civiles Inocentes y luego los hacía pasar como guerrilleros. Se calcula que el número de falsos positivos en Colombia asciende a diez mil, según reveló un coronel retirado del ejército neogranadino al diario británico The Guardian en 2018.