La esencia económica de la explotación hiperliberal que destruye toda posibilidad de justicia social se apoya en el planteamiento del Estado instrumental mejor conocido como Estado neutro.
Este enfoque consiste en convertir al Estado como un simple administrador de cosas, sin justicia, ni derecho, sólo dedicado al manejo y administración de objetos, desapareciendo los sujetos sociales –razón de todo Estado- y que además que pretende desaparecer, minimizar y diluir a la comunidad política, que conduce a una ruptura y a un vaciamiento de la sustancia comunitaria.
Los fines del Estado, se privatizan radicalmente y por tanto, se vacía la densidad social, se neutraliza su actuación, desdibujando el descenso de la vida política, eliminándolo incluso, y convirtiendo a los sujetos sociales en objetos amaestrados, simples servidores voluntarios de la dictadura blanda en la que se convierte este Estado artefacto.
Se elimina en este enfoque el Bien Común del horizonte político, para darle paso a la protección del bien privado de la persona pública; en fin es la perspectiva del Estado que se convierte en un Estado utensilio del hiperliberalismo, que administra cosas, y en un servidor exclusivamente de los individuos.
El Estado -según este enfoque- se limita a tutelar la multiplicidad de expresiones políticas o religiosas de la sociedad, olvidándose que no existe en realidad la neutralidad ni en el ordenamiento jurídico ni mucho menos en el Estado.
Este vaciamiento moral, financiero, político, social, de los fines del Estado, que se aplica desde la globalización, no sólo aspira a la disminución de su tamaño sino al aniquilamiento del mismo, o lo que es igual a convertirlo en un gran sujeto inmoral con infinitas pretensiones moralizadoras, expresadas en un catálogo de normas, que dejan de lado la visión ética, bondadosa, de socorro y auxilio del débil, del eternamente excluido, de los empobrecidos de siempre, alcanzada desde el Estado de Bienestar y desde el Estado Democrático, Social, de Derecho y de Justicia que contiene nuestra Constitución.
Esta es la lucha a la cual estamos enfrentándonos desde Venezuela en este preciso momento; una lucha inmisericorde contra nuestro modelo, un modelo además, muy particular y que desde los centros de poder y la Corporatocracia mundial y su enfoque hiperliberal han desatado por parte de dicha maquinaria ideológica y de manipulación que pretende esterilizar y convertir en neutro a nuestro Estado Social.
Por ello nos declaran una amenaza inusual y extraordinaria, porque desde nuestra propia visión, este pueblo con sus debilidades y vicios es un pueblo que se levanta y resiste –como un cuero seco- ante esta nueva forma sutil de dominio. Somos (VENEZUELA) uno de los poquitos puntos del Universo que le ha declarado la guerra al imperio del mal –léase globalización, mundialización, hiperliberalismo- con una fuerte base espiritual y moral y con su ejemplo amoroso y generoso.
Bienvenido sea nuestro papel, gracias a Dios por escogernos para ser su vanguardia en esa lucha; a esto se debe, estas difíciles circunstancias que nos han tocado vivir, pero no perdamos la fe: esto nos irá amolando para esta época y para vencer la pretensión del nuevo orden mundial de hegemonizarnos.
Por ello, consideramos necesario que para enfrentar estas nuevas amenazas, no debemos perder el azimut, lo ético, que no es lo moral; lo ético…es el Conatus, nuestra pulsión de vida, nuestro deseo de superación y sobreviviencia con dignidad.