“El Caracazo fue la chispa que encendió el motor de la Revolución Bolivariana” dijo en el año 2010 el comandante Hugo Chávez, una frase en la que resumió el proceso de cómo un grupo de oficiales del Ejército que hasta ese momento se dedicaban a estudiar la realidad política desde una perspectiva crítica decidieron que era necesario tomar el poder para cambiar el rumbo de la República hacia un mejor destino. Así, la rebelión militar del 4F encuentra sus raíces en la masacre cometida contra el pueblo venezolano a partir del 27F, en donde se calcula que más de tres mil venezolanos perdieron la vida a manos de las fuerzas del orden público, aunque las cifras “oficiales” de la época apenas reconocen 300 fallecidos.
Todo comenzó la mañana del lunes 27 de febrero, en Guarenas, cuando los usuarios del transporte público hacia Caracas se encontraron con un incremento inusitado en el precio del pasaje. Al pasar las horas, las protestas comenzaron a tomar un cariz violento y se extendieron primero hacia Caracas y luego por toda la geografía nacional. Ya en horas de la noche, los saqueos fueron cotidianos en casi todas las grandes urbes, desde Maracay hasta San Cristóbal, en una acción popular espontánea en respuesta a las medidas recientemente anunciadas por el Ejecutivo Nacional encabezado por Carlos Andrés Pérez, actuando bajo las directrices del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El martes 28 de febrero, aproximadamente en horas del mediodía, las fuerzas policiales y militares recibieron la instrucción de detener la rebelión popular a cualquier costo. Se implementó entonces un vasto operativo de ocupación de las barriadas populares en donde se produjo la mayor cantidad de fallecidos. A partir de ese día y durante casi una semana los sectores populares fueron sometidos a una política de sangre y fuego emprendida por las propias fuerzas militares venezolanas.
“La imposición del paquete de medidas ordenadas por el binomio compuesto por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y las directrices emanadas del Consenso de Washington fueron aplicadas en Venezuela a escasas semanas de la asunción al poder en segundo mandato de Carlos Andrés Pérez. Esta decisión burló la esperanza del pueblo llano, quien en una manifestación espontánea y sin liderazgo de ningún tipo se lanzó a la calle a manifestar su frustración” sostuvo el economista y docente universitario, Vladimir Adrianza, quien ofreció una entrevista al Sistema Radio Mundial en ocasión de conmemorarse 27 años del Caracazo. En esa ocasión, el académico explicó que durante más de 10 años en el país se acrecentó una situación de empobrecimiento que superaba el 60% de la población, de los cuales un 27% se encontraba en niveles de pobreza extrema e indigencia.
Pueblo en resistencia
Recientemente, el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, recordó que el acto de rebeldía del pueblo venezolano en el llamado Caracazo -aunque en verdad se extendió por todo el país- fue el primero a escala mundial contra las políticas económicas emprendidas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional contra la población de los países que someten a sus designios. Según Adrianza, la crisis venía galopando hacia tiempo a causa de la irresponsabilidad de los gobiernos adeco-copeyanos y de los privilegios que disfrutaba la cúpula empresarial representada en organismos como Fedecámaras, a quienes el gobierno adeco les permitió juntar su deuda privada externa con la deuda externa del país exonerándolos de responsabilidad.
La campaña electoral de Carlos Andrés Pérez en el año 1988 prometía el regreso a la “Gran Venezuela” de su primer gobierno, cuando la realidad económica era enteramente diferente. En este contexto, Pérez asume la presidencia acompañado de un equipo económico neoliberal en donde destacaban varios ministros provenientes del Grupo Polar y emprende una serie de medidas que golpearon seriamente la capacidad adquisitiva de la población que reaccionó en contra, pero sin una dirección política precisa
La historia no se repite
Hace apenas unas semanas, el ahora ex-funcionario del Departamento de Estado, Thomas Shannon se extrañaba de que en Venezuela no hubiese ocurrido en estallido social, pese a la complicada situación económica por la cual han atravesado los venezolanos durante los últimos tres años. La respuesta, según Cabello, reside en la conciencia desarrollada por el pueblo venezolano en el transcurso de la Revolución Bolivariana y que le permite identificar a los responsables de la crisis económica.
Así, mientras los actores económicos antinacionales desarrollan acciones dirigidas a reducir la capacidad adquisitiva del pueblo, el gobierno implementa políticas como los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y el Carnet de la Patria, mediante las cuales se protege a los sectores populares, al tiempo que se toman medidas de más largo alcance, como la implementación del Petro, para derrotar definitivamente la guerra económica.
El paquete de Haussman
1. Eliminación del control de precios.
2. Eliminación del control cambiario, devaluación de la moneda, unificación cambiaria y libre convertibilidad.
3. Reducción, hasta la eliminación, de los subsidios públicos, comenzando por el de la gasolina.
4. Reducción de déficit fiscal vía disminución del “gasto” social.
5. Liberalización de las tasas de interés.
6. Privatización de las empresas del Estado.
7. Aumento de los precios de los servicios públicos y su privatización definitiva.
8. Congelamiento salarial, derogación de las garantías proteccionistas a los trabajadores y trabajadoras, contempladas en la ley del trabajo.
9. Apertura total a la inversión extranjera.
10. Privatización de PDVSA, abandono de la OPEP, rompimiento de la política de banda de precios por cuota de producción.
11. Firma y endeudamiento con el FMI y el Banco Mundial.