Jonny Hidalgo
Una transición energética es un proceso que origina transformaciones culturales mediante cambios de estado del sistema energético. En la historia, las transiciones energéticas han sido el resultado de la conjugación de tres factores. El primero de ellos, se corresponde al cambio del orden de magnitud del requerimiento energético, que ha conducido al mundo a utilizar energía consumiendo materia. En el año 1800, con una población mundial de unos mil millones de habitantes, se consumieron cerca de 20EJ de energía, mientras que en el año 2015, el mundo consumió cerca de 527EJ; es decir, que en 215 años el consumo se incrementó más de 26 veces aunque la población solo se multiplicó por 7,3. Esto ha implicado cambios en los patrones tecnológicos, cambios en el uso del tiempo, y otras transformaciones culturales.
El segundo factor ha sido la aparición y dominio de fuentes energéticas más eficientes que sus predecesoras. Luego de la Revolución Industrial, la madera carbonizada fue desplazada por el carbón mineral que, a mediados del siglo XX, fue desplazado por el petróleo como fuente energética hegemónica. Se debe notar que aunque se consuma mucha más energía de una fuente de aparición reciente, no se dejan de consumir las fuentes tradicionales.
El tercer factor, lo constituye el posible agotamiento de la fuente predominante. No obstante, esto nunca ha ocurrido; en Europa se devastaron los bosques naturales, pero en el mundo aún existen importantes reservas de biodiversidad vegetal. No se ha agotado la biomasa, ni el carbón, ni el petróleo, ni se espera que ocurra pronto.
Las transiciones energéticas son muy costosas. Los países potencia han maniobrado para trasladar los costos de la transición a los países periféricos. Esto lo hacen imponiendo condiciones de mercado, mediante el sicariato económico o con la guerra. En el siglo XIX, los costos de la transición fueron asumidos por las colonias europeas de África y América.
En la actualidad, las reservas de petróleo barato o convencional son cada vez menores, especialmente ante la creciente demanda de hidrocarburos. Así, se ha configurado una transición energética hacia hidrocarburos de alto costo, sean de esquistos, extrapesados, hidratos de metano, o de aguas ultraprofundas. En esto consistirá la primera transición energética del siglo XXI. Nuestros pueblos deben entender a la energía como un elemento “civilizante” y no permitir que los costos de la transición les sean transferidos una vez más.