El triunfo del 20 de mayo, marca un punto de inflexión en la demolición del modelo de justicia social, legado del Comandante de conciencias. Ocurrió una reacción popular de una elevada dignidad fuera de todo cálculo político electoral. El pueblo se sustrajo al abuso de su cuerpo y espíritu, negándose a ser canibalizado. Fracasó el intento por quebrar el amor a Chávez. Los pragmáticos fueron sacudidos por la resistencia a ser manejados como conejillos. Pese al ataque de la oligarquía comercial, el bloqueo externo y odio colombiano no pudieron aniquilarlo, reducirlo, calcularlo, modificar su naturaleza rebelde y telúrica. ¡Somos una anomalía amorosa subversiva!
Veámonos en el espejo de la destrucción programada de la URSS, bajo la Perestroika y preguntémonos ¿Qué hacer?
A diferencia del terrorismo de 2017, detenidas por el efecto de las elecciones para la ANC, en esta ocasión la elección presidencial no logró detener la rueda demoledora de la Hiperinflación, la especulación programada y el bachaqueo de toda laya. Este triunfo heroico no es un cheque en blanco. El pueblo hurgó y extrajo lo único que le quedaba: La Esperanza y se la entregó a Maduro. No obstante haber hecho lo que hayan hecho, aciertos y desaciertos, llegó el momento de recuperar el aliento del verdadero legado de Chávez: Afianzar el Estado Social y de Justicia, el bienestar, la soberanía nacional, bajo la autoridad de la Constitución, legitimado por valores humanistas.
La democracia soberana chavista, herramienta de organización y legitimación del poder en medio de las exigencias de la modernización globalizadora y la reivindicación de esa identidad nacional diferenciada (Smith M, 2006) ligada a políticas de desarrollo con inversión pública en educación, seguridad social, investigación e innovación fundamenta la mejora de la vida de la población.
Restablecer la defensa de los valores espirituales y morales en la nueva Doctrina de Seguridad y Defensa de la nación (soberanía, independencia, potenciación económica-productiva y acervo cultural, Titulo VII CRBV). Aumentar la corresponsabilidad cívico-militar y el nivel de conciencia social ante los desafíos del Capitalismo contra la soberanía de los pueblos, preparar ciudadanos para defender la patria, garantizar el desarrollo sostenible y sustentable, la participación del pueblo en la protección del poder nacional y arraigo a nuestros valores.
Esta idea: amor a la patria y voluntad de protegerla, debe convertirse en horizonte, esperanza y guía, para que como Rusia luego del Glasnost, renazca y se recupere la visión estratégica legada por Chávez. Se lo debemos a nuestro noble, irreductible, indoblegable y valiente pueblo.