El constituyente Jesús Faría, economista de alto nivel académico y rancia estirpe comunista, advierte que la situación nacional no admite más demoras y requiere urgentemente un ajuste, palabra que él sabe casi maldita, por su vinculación con los paquetazos del Fondo Monetario Internacional, pero a la que quiere despojar de sus demonios.
Faría (Caracas, 1964) asegura que existen muchas maneras de ajustar una economía, más allá de la etiqueta neoliberal: todo depende de cuál sea el sentido del ajuste y a qué clase social se busque favorecer.
En este momento lo fundamental es resolver los problemas prácticos en una economía que no es socialista, es capitalista.
¿El debate dentro de la ANC es entre socialistas y neoliberales?
-Hay un debate interesantísimo que no siempre trasciende a la opinión pública. Eso no es bueno porque deja por fuera la inmensa sabiduría del pueblo. Cuando la discusión se encierra en cenáculos no se está haciendo una política verdaderamente revolucionaria. En el seno del chavismo se viene desarrollando un debate muy interesante de múltiples facetas y definiciones, en todos los campos, pero especialmente en el económico por la gravísima situación que estamos viviendo. Para cumplir el objetivo histórico de independencia y soberanía necesitamos algo que no tenemos: una economía sólida. Ese debate se está dando en el PSUV, en el Polo Patriótico, en la ANC y en las bases populares. Lo que se debate es cómo podemos solucionar los graves problemas del país: inflación galopante motorizada por la inflación; una caída productiva muy severa; y múltiples desequilibrios económicos y macroeconómicos que impactan lo social, lo económico y lo internacional. La búsqueda de una estrategia para atender esos tres problemas, para que la economía pueda crecer, es el tema de debate fundamental, incluso por encima de cómo desarrollar un modelo económico socialista. No digo que eso no sea importante, sino que en este momento lo fundamental es resolver los problemas prácticos en una economía que no es socialista, es capitalista.
¿Pero esas soluciones prácticas son las que plantean los neoiberales?
-Creo que en este debate que tenemos el neoliberalismo solamente interviene por prácticas lamentablemente recurrentes de grupos y de personas que no tienen la cultura del debate y entonces, en lugar de refutar sobre la base de la lógica y del conocimiento científico, lo que hacen es etiquetar las posturas de los otros para tratar de desacreditarlas. Califican así una propuesta sin presentar argumentos y lo que logran es cerrar el debate. Afortunadamente, la mayor parte de quienes participan en este debate tienen una actitud muy abierta y franca.
Debemos ser los suficientemente realistas para diseñar una estrategia que, sin complejos, nos permita avanzar.
Normalmente, la receta para enfrentar esos males que usted señala (inflación, caída de la producción y desequilibrios macroeconómicos) es la de los organismos multilaterales: un ajuste estructural, un paquete de medidas. ¿Tendremos nosotros que pasar por ese trago amargo?
-Lo que define al neoliberalismo no es precisamente la adopción de políticas que conduzcan al reordenamiento de la economía o a esa palabra que ya casi es un pecado pronunciarla, ajuste, tan vinculada al discurso del Fondo Monetario Internacional. Cuando los ingresos petroleros caen y se hacen insuficientes, cuando se desploma la producción interna, la economía tiene que ajustarse a las nuevas circunstancias. Eso ocurre en cualquier país, incluso pasó en Cuba durante el período especial, cuando hubo un gigantesco ajuste de la economía. Ese proceso se puede dar de diferentes maneras. Si hay un gobierno de la burguesía se dará por la vía neoliberal. Pero también puede darse por una vía que responda a los intereses del capital, pero que no es tan brutal en su impacto en la sociedad, que es la vía keynesiana, ya en desuso, pero que históricamente implica una experiencia. Desde la perspectiva socialista, el ajuste se puede ejecutar de diferentes formas. Debemos ser los suficientemente realistas para diseñar una estrategia que, sin complejos, nos permita avanzar.
Faría, quien fue ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, explica a manera de ejemplo que una de las medidas económicas tradicionalmente vinculadas a la noción de neoliberalismo es la devaluación de la moneda. A su juicio, no necesariamente es una acción neoliberal porque en situaciones complicadas, como la que vivió el gobierno de Hugo Chávez con la caída de los precios del petróleo en 2008, es necesario devaluar. Otra medida con la misma fama es el ajuste de los presupuestos de gastos, pero gobiernos revolucionarios se ven en la obligación de hacerlo. Añadió que el IVA es un impuesto del arsenal neoliberal, pero la Venezuela socialista ha tenido que aplicarlo durante muchos años. “No es una medida o un grupo de ellas lo que define el carácter de un programa económico. Lo que define eso es el propósito, los objetivos, los intereses que fundamentan esas políticas y las clases sociales que se benefician con esas políticas”, dijo.
Con el control cambiario es imposible empezar a resolver el problema económico nacional.
¿Ese enfoque tiene respaldo en el seno de la ANC y del Gobierno o falta mucha gente por convencer de que esa es la vía?
-Yo he venido planteando ir a la unificación cambiaria y liberar la tasa de cambio. Lo vengo planteando hace varios años porque se notaba un agotamiento de los controles. Ahora ese agotamiento es gravísimo. Las evidencias están a la vista. No es necesario mencionarlas. En estos momentos, esa idea tiene mucho más consenso de los actores políticos, económicos y del pueblo. No sé si en el nivel donde se toman las decisiones hay una aceptación de esa propuesta, pero pienso que el 70% o el 80 % del problema económico del país depende de cómo se establece el precio de las divisas, cómo se estimula el ingreso de las divisas y cómo se asignan las divisas. El modelo de control de cambio tuvo efectos positivos durante un tiempo, pero fracasó con la caída de los ingresos, con las corruptelas grotescas, con el rezago erróneo de la tasa de cambio. Eso debe corregirse para que la economía pueda funcionar. De esa decisión depende la confianza en la economía, la determinación de los inversionistas, la posibilidad de sustituir importaciones o de exportar bienes diferentes al petróleo. Con el control cambiario es imposible empezar a resolver el problema económico nacional. Todo eso se mueve sobre la base de confianza y de estímulos. Necesitamos un programa económico integral y coherente. Tengo la sensación de que al menos ahora hay más interés en al menos debatir el tema.
Sin embargo, parece que sigue predominando la tesis que ha esbozado el profesor Aristóbulo Istúriz, de que “el día que levantemos el control de cambio nos tumban”. ¿Cómo lo ve usted con su conocimiento económico y su formación política?
-En un momento esa tesis era correcta, porque teníamos un nivel de reservas internacionales muy alto, que eran un fundamento para la estabilidad económica. Eso permitió un alto grado de crecimiento, baja inflación y alto impacto social. Pero eso se fue agotando. No soy vocero del profesor Aristóbulo, pero sería bueno preguntarle a ver si su posición ha cambiado. En el cargo ministerial conviví con él en el Consejo Nacional de Economía Productiva y sus posiciones eran muy sensatas. Espero que esta mención no lo perjudique. Cuando se impone un control de cambio es porque hay una fuga de capitales, es una forma de evitar que el país se desangre, pero eso cambió porque nuestras reservas internacionales están por el orden de los 9 mil millones de dólares, un nivel históricamente muy bajo, el menor per cápita en muchas décadas.
No tiene sentido incluir allí los 500 mil barriles que se espera incrementar este año porque hasta ahora no se ha producido ni uno.
Cuentas fantasiosas
-Faría, formado en la Universidad Central de Venezuela, en la Friederich-Whilhems Universität y en la Universidad de Constanza, advierte que son falsas las expectativas que algunas personas están creando en torno al nivel de ingresos de este año, el cual estiman en 50 mil millones de dólares. “Son cuentas hechas sobre la base de la fantasía porque estamos produciendo 1 millón 400 mil barriles diarios, pero no todo eso se puede contar como exportación porque hay un consumo interno, hay contrabando y hay pago de factura a los rusos y a los chinos. Lo que queda es aproximadamente 800 mil barriles. Y no tiene sentido incluir allí los 500 mil barriles que se espera incrementar este año porque hasta ahora no se ha producido ni uno. Con eso no llegamos ni a 20 mil millones de dólares, lo que nos obliga a atraer capital extranjero. No podemos cerrar los ojos y aferrarnos a unos esquemas que ya no nos sirven”, enfatizó.
¿Las leyes constitucionales que ha aprobado la ANC sobre el tema económico apuntan en el sentido correcto o en el errado?
-Podría segmentarse la respuesta en dos partes. Lo primero es que lo que se propuso es correcto, en especial en lo que se refiere a la Ley de Inversiones Extranjeras, que procura atraer recursos para la economía. Lo mismo pasa con la Ley de Casas de Cambio. Tenemos que entender que todas esas políticas tendrán costos, cosas que no nos gustarán mucho porque se dejó crecer demasiado el monstruo del mercado negro. Sin embargo, esas líneas de acción que se plantearon en la ANC no eran suficientes. Se necesita un plan integral, una gran ofensiva económica, no puede ser a cuentagotas. Eso tiene que hacerse de manera progresiva, pero hay que comenzar ya. Lo que hace la ANC debe estar vinculado con la lucha del pueblo. Eso no lo hicimos en los primeros meses, nos quedamos en nuestros aposentos. Ahora, con la llegada del camarada Diosdado Cabello, tenemos la instrucción de ir al contacto con la gente. Esa decisión va a contribuir a que las decisiones de la ANC no sean importantes, sino hechos reales.
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Por Clodovaldo Hernández / Supuesto Negado