Es tragicómico que todavía haya gente que niegue el poder que tienen los medios de comunicación sobre las sociedades. Es tragicómica tanta inocencia, sobre todo porque quienes niegan la capacidad manipuladora de los medios, lo hacen con un soberbio “a mi no me manipulan, porque yo soy inteligente y pasé por la universidad”. Esto mientras reenvían cadenas de whatsapp sobre la simbología santera en los billetes nuevos, o cadenas de email, allá en 2002, porque el gobierno les iba a quitar a sus hijos, porque lo leyeron en El Nacional, usted lo vio en Globovisión y si sale en la tele, tiene que ser verdad.
Fíjense si serán poderosos los medios, si será importante controlarlos, que a partir de la llegada de Pedro Sánchez al gobierno, la pelea más feroz que se está dando en España no es por el control de las finanzas, ni del ministerio de defensa, ni ninguna de estas tonterías: es por el control del sistema de Radio Televisión Española. Se están dando ostias en el Congreso, en el Senado, porque imagínate que en TVE te digan ahora, por ejemplo, que los catalanes malvados quizá no lo sean tanto, después de años de un sólido discurso anticatalán… O peor, que vaya a venir una directiva progre y el españolito de a pie no encuentre en su telediario su dosis diaria noticias terroríficas sobre Venezuela.
Y hablando de Venezuela, blanco favorito de la manipulación mediática: tras los recientes anuncios económicos del presidente Maduro, la llamada “prensa independiente”, en coro -¡Oh, casualidad!-, en lugar de informar sobre lo que suponen las medidas, en lugar de buscar voces que pudieran orientar al público; se largaron a hacer unos reportajes de dudoso valor informativo, titulados al unísono: “Reconversión monetaria trae temor y angustia al pueblo”.
Un rosario de notas que recogen el parecer de cualquier persona en un supermercado, que aunque admita no entender nada, sabe que “esto es una locura porque no le han enseñado al pueblo cómo quitarle 5 ceros a la moneda y ¿dónde están los billetes?, y ¿cómo pagamos?“ o que “ahora todo va a subir” o que “la gente quería patria, ahora tienen patria”… Así, el lector podrá tener dudas sobre la reconversión y sus efectos, pero tendrá la certeza de que ésta no trae nada bueno, sino angustia y temor. ¡Gracias, medios de comunicación!