Por Geraldina Colotti
La gran literatura, ha entregado al imaginario la metáfora de la tripulación comprometida para llevar el bote por el estrecho, contra la adversidad y la tormenta. La historia de las revoluciones, ha entregado, por su parte, a la memoria los costos, los logros y los puntos de no retorno de los momentos en que la tripulación tuvo que pasar por una puerta angosta, obligada a avanzar haciendo «un paso adelante y dos pasos atrás», como enseñó Lenin.
Siempre llega un momento, en que las revoluciones se ven obligadas a reflexionar sobre sí mismas, a buscar una estrategia efectiva para pasar por esa puerta estrecha, que en el sistema mundial, dominado por el capitalismo, también se presenta como un juego de espejos, destinado a disimular el punto en el que deben concentrarse los esfuerzos.
El socialismo bolivariano, este extraordinario laboratorio de experimentación que se proyecta más allá de sus fronteras, muestra que es consciente de ello. En este sentido, se entiende la afirmación de Nicolás Maduro sobre el aporte de los «mejores economistas del mundo», en la elaboración del plan para relanzar la economía venezolana. Una contribución que está inervada en la orgullosa búsqueda de una forma propia e innovadora, que mantiene la voz del Caliban negro en alto, contra los tiranos antiguos y nuevos, pero que se pone a prueba en el “Todo-Mundo” (en el sentido del pensador de Martinica, Edouard Glissant), como un archipiélago y no como una isla cerrada.
Por lo tanto, el Plan de Recuperación económica, Crecimiento y Prosperidad, lanzado por el presidente Nicolás Maduro sobre la base de los 16 motores productivos y del Petro, debe leerse dentro de una estrategia general. El Jefe de Estado, lo explicó al país con cifras y datos y con el anuncio de que el año en curso termina con una cosecha de aumentos salariales, bonos y coberturas sociales. Decisiones que no se ven en los países capitalistas, donde pagan la crisis económica, que el propio capitalismo produce como consecuencia de sus distorsiones estructurales, solo los sectores populares.
Desde 2007-2008, cuando comenzó la última gran crisis económica, la brecha entre la riqueza y la pobreza ha crecido de manera exponencial. El patrimonio privado, que en 1970 se estimaba entre el 200 y el 350% del ingreso nacional en los países occidentales, hoy se sitúa entre el 400 y el 700%, mientras que el patrimonio público ha caído dramáticamente desde la década de los ochenta.
El imperativo neoliberal de «menos Estado, más mercado», anuló los logros sociales obtenidos en el gran ciclo de la lucha anterior, llenando las riquezas de aquellos 2.043 multimillonarios que, junto con otros 100,000 multimillonarios, poseen el 85% de la riqueza mundial. El aumento en el ingreso promedio de los más pobres, fue de menos de tres dólares al año, mientras que el de los más ricos fue casi 182 veces.
En los países de Europa, el ingreso promedio de los más ricos ha aumentado cerca de nueve veces, en comparación con el de los más pobres. Las primeras víctimas fueron las mujeres, los primeros recortes realizados por los gobiernos capitalistas se refieren a la cultura, como también se vio en Brasil y Argentina. Por esta razón, dentro del Plan de Recuperación económica para proteger a los sectores populares, resalta aún más la decisión del presidente Maduro, de asignar 4.050 bolívares soberanos (equivalente al 90% del salario mínimo), a los artistas, cultor@s y creador@s.
Por supuesto, la «Nep de Maduro», que recuerda la Nueva Política Económica lanzada por Lenin en la Rusia soviética en 1921, para sacar al país de la crisis con un paquete de reformas de relativa apertura al sector privado, no está exenta de riesgos. La búsqueda obstinada de un acuerdo con los sectores empresariales privados no especulativos, puede hacer que las escalas caigan en la dirección opuesta a la esperada «transición al socialismo».
Y existe el riesgo de que los precios acordados, ilustrado por el vicepresidente Tareck El Aissami, puedan ser ignorados e irrespetados, como lo han hecho hasta ahora, sobre todo porque el gobierno bolivariano nunca ha lanzado ese «comunismo de guerra» , que permitió a la revolución bolchevique exigir los tributos necesarios a los ricos, en un contexto económico totalmente controlado por el Estado. Pero la necesidad de introducir divisas en la economía venezolana, afectada por la guerra económica, que se intensifica con el nuevo plan de sanciones de Estados Unidos, apoyado por la Unión Europea, es innegable.
Y para esto, siguiendo el ejemplo de lo que Cuba ha hecho para salir del «período especial», uno de los motores de la recuperación económica es el turismo: un turismo eco-sostenible, como lo declaró la Fitven recientemente concluida. Y ahora, otras dos ferias importantes han abierto sus puertas para la recuperación económica del país bolivariano: la Feria de Ciencia y Tecnología y la de la Ciencia criminalistica.
Pero el anticuerpo más importante, está constituido por el Poder Popular. Una fuerza consciente y organizada, que el Partido Socialista Unido de Venezuela está demostrando poder orientarse en una dialéctica que a veces es acalorada, pero fructífera con el resto de los partidos aliados. Lo hemos visto durante el primer Congreso Nacional de Agricultura Urbana, plataforma de acción y espacio de autogobierno y autoproducción.
El profesor Aristóbulo Isturiz, ilustró la nueva etapa de la revolución bolivariana en la construcción de una alternativa al capitalismo, basada en el estado comunal, «como una transición al socialismo». Un desafío económico y cultural, que implica una «descolonización» en la forma de pensar y una «internalización de la revolución». Un desafío titánico de «razón y fuerza», para hacer frente a la reacción del capitalismo, que busca impedir el nombramiento del presidente Maduro el 10 de enero de 2019. El antiguo desafío del «Caliban negro» contra el tirano, quien se renueva cada día en la orgullosa patria de Bolívar.