El intento de derrocamiento del Gobierno constitucional que se encuentra en desarrollo en Venezuela es un golpe de Estado en la era de la posverdad.
Por Clodovaldo Hernández/ La Iguana
Bajo la férrea dirección de los halcones estadounidenses, se producen las dos manifestaciones típicas de este fenómeno tan propio de nuestros tiempos actuales: por un lado, lo que ciertamente ha ocurrido se declara falso; y por el otro, lo que no ha ocurrido se declara verdadero. Todo ello gracias al manejo de los recursos de internet y las redes sociales.
Los argumentos fundamentales que maneja la coalición global opositora son todos falsos, pero se les convierte en verdad a través de gigantescas operaciones de manipulación en la que participan gobernantes de otros países, burócratas de la diplomacia multilateral, medios de comunicación tradicionales y digitales, influencers de redes sociales y (en la cola) la dirigencia opositora local.
Veamos los hechos ocurridos que se borran o pasan a ser diametralmente opuestos a la realidad:
Mentira 1: El Gobierno no quiere dialogar. La oposición rompió las negociaciones en República Dominicana que habían avanzado hasta la etapa de un preacuerdo muy completo, en el cual se incluía el llamado concertado a elecciones presidenciales. La ruptura fue una orden directa del Departamento de Estado. La narrativa de la alianza golpista eliminó este hecho de los antecedentes o lo transmutó en lo contrario: según EEUU, la Unión Europea y los gobiernos de derecha de América Latina, quien ha boicoteado el diálogo es el Gobierno.
Mentira 2: No hubo elecciones. En vista de la ruptura del diálogo, las autoridades nacionales fijaron la fecha de los comicios presidenciales para el 20 de mayo de 2018. La parte de la coalición opositora que responde a pie juntillas las órdenes imperiales retiró a todos sus precandidatos e intentó por todos los medios (convicción, compra, chantaje, extorsión) impedir que se postularan otros, como Henri Falcón y Javier Bertucci. No obstante, ellos lo hicieron, las elecciones se realizaron, concurrieron a votar 10 millones de electores, de los cuales más de 6 millones votaron por Nicolás Maduro. Sin embargo, en el discurso de EEUU, UE, Grupo de Lima y su parafernalia de medios y redes, no hubo convocatoria oficial a elecciones, nadie de la oposición se postuló, nadie votó por Maduro.
Mentira 3: El resultado fue fraudulento. Luego de las presidenciales, el candidato Falcón denunció algunas irregularidades. Presentó los recaudos para demostrarlo ante los organismos con competencia. Se declaró sin lugar. Pero la narrativa del golpismo global dice que hubo un gigantesco fraude y que el afectado no tuvo oportunidad de denunciarla.
Mentira 4: La AN es el único poder legítimo. El descaro en las tergiversaciones es tan acentuado que no se repara ni siquiera en las contradicciones más flagrantes. Por ejemplo, se afirma que el único poder legítimo es el Legislativo, a pesar de que los diputados fueron electos bajo las mismas normas y con las mismas máquinas utilizadas en todas las elecciones posteriores. También han sido las mismas autoridades del Consejo Nacional Electoral.
Mentira 5: No se permitieron observadores internacionales. Los difusores de la posverdad repiten sin descanso que el gobierno se negó a aceptar la presencia de observadores, esto pese a que la ONU y la UE recibieron invitaciones delegaciones y no enviaron sus delegados.
“Verdades” inventadas
Además de ocultar o poner al revés lo que sí ha ocurrido, la operación de la maquinaria política, diplomática, mediática y de redes sociales se esfuerza por inventar hechos que no han ocurrido y repetirlos tanto que se convierten en verdades. Es el clásico mecanismo de la posverdad. Son muchas estas invenciones, pero veamos algunas.
Guaidó constitucional. Se afirma que el diputado opositor asumió el poder de acuerdo a lo establecido en el artículo 233 de la Constitución Nacional. La simple lectura de esa norma pone en evidencia que no sirve de sustento a una autojuramentación.
Multitudes y represión. De acuerdo al relato que se repite por todos los medios, la marcha en el marco de la cual se produjo esa autojuramentación fue descomunal y, luego de ella, ha habido constantes manifestaciones pacíficas de apoyo a Guaidó, que han sido reprimidas con un uso desproporcionado de la fuerza. Falso por partida triple. La actividad del 23 de enero fue muy concurrida, pero no mayor que muchas de años anteriores. Las manifestaciones pacíficas posteriores han sido casi irrelevantes, en tanto en horas nocturnas ha habido brotes de violencia, saqueos e incluso asesinatos de personas inocentes perpetrados por los vándalos. Así ocurrió en Mérida, donde la víctima fue un joven con discapacidad mental, que además de recibir varios disparos fue quemado cuando aún estaba con vida. La justificación fue que supuestamente militaba en el partido Tupamaro.
Ayuda humanitaria. Sostiene la alianza golpista que el “presidente interino” tiene atribuciones para autorizar el ingreso de ayuda humanitaria. Ninguna norma legal le da sustento a esta idea, pero se reitera muchas veces para que luego pueda llevarse a cabo esta acción de manera forzosa.
La OEA desconoció a Maduro. El nivel de uso de la posverdad es tan exacerbado que cuando fracasa una jugada diplomática, se dice que triunfó. Tal fue el caso de la reunión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos en la que se intentó desconocer la juramentación de Maduro. En esa ocasión, la coalición antivenezolana no logró ni siquiera los votos que han conseguido en otros intentos. Sin embargo, todas las versiones de los voceros de esa alianza y de sus medios y redes aseguran que el rechazo a Maduro fue aprobado.
Todo indica que este golpe a punta de posverdad va a seguir desarrollándose de acuerdo con el libreto. No importa lo que pase de ahora en adelante, los relatos continuarán ajustándose al guión preestablecido. Donald Trump, Mike Pence, Mike Pompeo y los gobernantes de países satélites de Europa y América Latina (como los llamó el canciller Jorge Arreaza), personajes como Luis Almagro, los medios, los analistas y los influencers seguirán ocultando hechos reales e inventando otros nunca ocurridos. Estamos en la era de la posverdad y hasta los golpes de Estado son así.