Tinta cruda
Alfredo Carquez Saavedra
El próximo 28 de abril se llevarán a cabo las elecciones por medio de las cuales los súbditos del rey Felipe elegirán la composición de las Cortes Generales (Congreso y Senado), instancia que a su vez decidirá quién sería el jefe de gobierno del reino de España.
Pedro Sánchez, jefe del Partido Socialista Obrero Español, se vio obligado a llamar a estos comicios, luego de mostrarse impotente a la hora de hacer aprobar su proyecto de presupuesto. La férrea oposición de los partidos de derecha, Popular y Ciudadanos, lo llevó a jugarse a Rosalinda en un proceso electoral anticipado, poco tiempo después que fijara aquel ultimátum de 8 días (tal vez producto del inconsciente colonialista) que lanzó ante los micrófonos globales dirigido a la República Bolivariana de Venezuela.
Este señor que utiliza la crisis venezolana para coquetear con los votantes conservadores para no perder el coroto, puede que muera por la boca o mejor dicho, por bocón, pues en la tierra del Caudillo de Dios, Francisco Franco (buen servidor, primero de Hitler y luego de Estados Unidos hasta el fin de sus días) se han desatado los demonios de la ultraderecha blanquísima y muy nazionalista, encarnada en Vox, partido liderado por personajes de la nobleza y la élite ibérica que hacen sus mítines en hoteles lujosos de Madrid, espacios desde dónde le vende su oferta política a los pobres hartos del bipartidismo español.
Lo que le sucede a Sánchez le pasa a los dirigentes de la oposición democrática venezolana. Como se muestran ciegos, sordos y mudos ante la estrategia violenta y antipatriótica de sectores abiertamente alineados con los intereses geopolíticos estadounidenses.