“Usan el odio para justificar una intervención armada”
Charles Delgado
Con la llegada a la presidencia en 1999 de Hugo Chávez los medios de comunicación empezaron a fomentar una guerra psicológica para mostrar en el exterior al Gobierno Bolivariano como un Estado fallido y desacreditar el giro hacia un estado social en Venezuela.
Atacar a un ciudadano por estar vestido de rojo, por mostrar el carnet de una institución del gobierno o por ser pobre, era el objetivo de las campañas de odio divulgadas por la radio, prensa y televisión nacionales, mientras los medios internacionales creaban una percepción antidemocrática al mundo.
Así, se mantuvo hasta el 2002 cuando los mismos medios participaron para derrotar por 48 horas al comandante Chávez, quien volvió a la Jefatura de Gobierno el 13 de abril de ese mismo año. Su regreso no hizo cambiar la política comunicacional de los mass media y redes sociales, durante los dos períodos presidenciales que encabezó el comandante barinés.
Siguieron con su campaña de descrédito al sector chavista con simbologías, imágenes y palabras descalificativas contra los bolivarianos. Tras la siembra el 5 de marzo 2013 de Hugo Chávez, sigue la Revolución con Nicolás Maduro, quien ganó la presidencia en el mes de abril; pero los medios no cesaron sus ataques a chavismo.
Para la socióloga y analista de medios, Maryclen Stelling, esa campaña mediática nacional e internacional contra Venezuela tiene el propósito de formar un «cerco geopolítico desde una plataforma transmedia» con el sentido de desdibujar al adversario.
«Es imposible obviar entonces que el poder político está estrechamente relacionado con el orden transmedia, y ello supone que las nuevas tecnologías digitales, se encuentran imbricadas con los procesos de poder, contrapoder y control social. Se trata de otro campo de batalla, donde se combate con nuevas armas, donde la realidad menospreciada, es intencionalmente desdibujada y reinventada de acuerdo a fines políticos», comentó Stelling.
Manipular la opinión pública
Ante ello, la profesora Stelling indica que la sociedad venezolana ha sido víctima de manipulaciones constantes con fines políticos por parte de los medios nacionales e internacionales.
«La población es sometida a ataques masivos dirigidos a la percepción y los sentimientos en desmedro de la razón y por supuesto de los criterios de objetividad que definen la veracidad de los hechos. Se ocultan circunstancias, se tergiversan los hechos y descaradamente, se manipula a la opinión pública con fines políticos. Tal como ha ocurrido con la historia reciente del país y el tratamiento que se ha dado a la crisis económica, la política, la psicológica y en especial todo lo concerniente a los escenarios de confrontación Gobierno-oposición», expresó.
Esa tergiversación de contenidos tiene como fin preparar las condiciones para la batalla final o guerra, independientemente de los costos materiales y humanos.
«Está guerra persigue también generar desestabilización mediante operaciones psicológicas prolongadas que pretenden afectar la emocionalidad y la racionalidad, fundamentalmente en sectores de la oposición», opinó Stelling.
Desgaste del chavismo
La campaña psicológica además está orientada al deterioro de chavismo y propiciar el desorden para justificar una intervención extranjera.
«Estrategia bélica-psicológica que procura, además el desgaste político del chavismo y su capacidad de resistencia. Pretende alimentar en la ciudadanía un ambiente de inseguridad, de caos y de futuro incierto que solo será solventado con la injerencia y la intervención extranjera, la derrota del Gobierno, y la salida del presidente a cualquier costo. Y para ello han desarrollado un lento proceso de convencimiento sobre una parcialidad política, la oposición», señaló Stelling.
Dentro de ese contexto de destrucción, Stelling advierte que desean el éxito con la violencia, a pesar de que existe la posibilidad de recurrir al diálogo como instrumento de acercamiento para aclarar y resolver los problemas del país.
«La guerra mediático-psicológica, donde la deshumanización y despersonalización del enemigo juegan un papel fundamental. Se busca la anulación del adversario y, en consecuencia, se naturaliza, y anhela la destrucción del otro, devenido en enemigo mortal. Se procura la victoria sobre ese enemigo, a través de la violencia en detrimento de escenarios electorales, de dialogo y negociación», dijo.
Legitiman la violencia
Pero no solo buscan el ensañamiento como herramienta de combate, también legitiman a «un presidente interino autoproclamado», quien utiliza el Golpe de Estado como salida democrática, expresó Stelling.
Esa única opción violenta, aferrada por los dirigentes de la oposición, motiva a sus seguidores a creer que solo con la intervención militar es posible salir del Gobierno Bolivariano.
«Una intervención extranjera de fuerza militar, es percibida por sectores de la oposición como necesaria, a pesar de la destrucción y los efectos colaterales. Donde estos grupos de la derecha radicalizados, descartan cualquier otra alternativa política», señala.
Ante tal escenario, Stelling concluye «que la guerra mediático-psicológica emprendida contra Venezuela, desde escenarios internacionales y con operarios nacionales, estaría naturalizando la inseguridad y el odio, legitimando y creando las condiciones para una intervención armada, deseada y validada por los sectores violentos de la oposición», finalizó.