Francisco González
Si revisamos los acontecimientos ocurridos entre el 11 y 17 de mayo de 2019 en Venezuela, abunda la producción de noticias sobre los planes intervencionistas de Estados Unidos. El imperio comprime estrategias y recicla unas nuevas sobre otras fallidas. Medios de información o desinformación internacional desfiguran realidades de países no proclives a los intereses del actual gobierno de Donald Trump y sus 51 socios del hemisferio occidental.
En esta cronología, el lunes 13 se supo de manera contundente que un guardacostas estadounidense había entrado en mar territorial venezolano, a pocas millas náuticas de las playas de la paradisiaca Chichirivive en el Estado de Falcón. Comenzaba una arremetida pocas veces vista en meses anteriores. Ese lunes se hablaba de la reunión de Federica Mogherini, representante de la diplomacia europea y del grupo internacional de contacto con Mike Pompeo, Secretario de Estado de Estados Unidos, para tratar el tema de la “crisis venezolana”.
Se supo que se conjugaban ambos representantes en la línea dura de una de las propuestas de la llamada hoja de ruta de Juan Guaidó: elecciones libres lo antes posibles como la panacea para solucionar los problemas de Venezuela.
El martes ya se hacía muy visible el continuo asedio a la embajada de Venezuela en Washington, defendido por un valeroso colectivo de activistas estadounidenses que resguardaban ese espacio territorial venezolano como lo dictamina la Convención de Viena. Ese día también se llevaría a cabo la reunión de los dos representantes diplomáticos más importantes de Estados Unidos y Rusia, Mike Pompeo y Sergey Lavrov, en la ciudad del Mar Negro del lado ruso Sochi.
En la página de la BBC se ventiló que las palabras de Pompeo fueron: …“Tenemos desacuerdos sobre Venezuela”. Lo cual comenzaba a entrever las posturas antagónicas de Estados Unidos y Rusia con respecto al país con las mayores reservas de crudo de planeta.
Luego durante una rueda de prensa Pompeo explicó que había urgido a Rusia a apoyar el “retorno a la democracia” en Venezuela, abandonar el apoyo al presidente Maduro y que a este le había llegado la hora de irse a través de elecciones libres para comenzar reconstruir este país.
En ese discurso se denota un plan similar al aplicado por los neoliberales de Clinton en los Balcanes en 1999 y luego en Irak, Afganistán y Libia. En ninguno de estos países se ha logrado reconstruir con éxito el andamiaje institucional destruido por las invasiones. Al contrario, en las últimas tres experiencias impera el caos y el desorden a través de pugnas de grupos armados.
Del lado ruso Lavrov dijo que cada país que esté interviniendo en Venezuela dejará de hacerlo, que seguirían apoyando al presidente Maduro y que las amenazas de Washington contra Venezuela no tenían nada que ver con la democracia. El diplomático ruso apoyo el “Mecanismo de Montevideo” como fórmula más idónea para entablar una vía para el diálogo entre las partes encontradas en Venezuela.
Este Mecanismo se activó el 6 de febrero en Uruguay para promover el diálogo entre los sectores en pugna en Venezuela y respeta los principios de soberanía establecidos en la Constitución venezolana.
La iniciativa fue de México y Uruguay, pero ha contado con el aval de los 14 países del CARICOM , Rusia, Bolivia y otros países. Este mecanismo estabece cuatro fases: La primera propone diálogo inmediato y crear condiciones necesarias para acercar las partes en conflicto; la segunda es de negociación y presentación de resultados del diálogo y flexibilización de posturas que permitan encontrar puntos en común; la tercera es de compromisos y suscripción de los acuerdos y la cuarta y última, estipula la implementación y materialización de dichos acuerdos con acompañamiento internacional.
Este mecanismo ha contado con el fuerte apoyo del gobierno venezolano en busca de diálogo, pero los sectores ultra radicales de la oposición venezolana, apoyados con el conservadurismo de Estados Unidos y sus socios, buscan mantener la posición injerencista y guerrerista que atenta contra la paz de Venezuela y de toda la región.
Paralelamente a la resolución para la paz del Mecanismo de Montevideo, el “Grupo de Contacto” que integran ocho países de la Unión Europea: Alemania, Italia, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, España, Francia y Suecia, hizo una propuesta. Se trata de países cuyos gobiernos asumieron la presidencia interina del autoproclamado, Juan Guaidó y algunos, como Reino Unido y Portugal, tienen bloqueadas cuentas mil millonarias del pueblo venezolano en bancos de esos países y otros como España e Italia tienen como “huéspedes” a los implicados en el intento de golpe de estado del 30 abril en Venezuela. La propuesta central de este grupo de contacto es de elecciones presidenciales en Venezuela, lo antes posible, lo cual no está contemplado en la Constitución. Esta resolución no fue firmada por Bolivia, México ni los países CARICOM que la calificaron de injerencista y se centraron en mantener el Mecanismo de Montevideo como el camino para el diálogo y para la paz regional.
El miércoles 15 de mayo la noticia de portada fue que el Departamento de Transporte de Estados Unidos prohibió vuelos desde y hacia Venezuela con el argumento de que existía una amenaza a los pasajeros, aeronaves o tripulación que viajan hacia Venezuela. Esta medida es similar a una resolución tomada por Aerolíneas Argentinas ya bajo administración de Macri que en 2017, luego de las Constituyente, argumentaba que por problemas de seguridad para los pilotos y azafatas de la aerolínea suspendían todos los vuelos a Venezuela por las protestas en el aeropuerto de Caracas. Cuando el aeropuerto de Maiquetía era en Vargas, donde aterrizan los aviones, queda como a 40 minutos de Caracas y jamás había habido una protesta en la pista de aterrizaje en 2017. Argumentos tan absurdos como los utilizados por el gobierno de Estados Unidos en este momento.
El jueves ocurrió uno de los acontecimientos más relevantes de la intensa semana. La policía de Washington, junto a otros organismos de seguridad e inteligencia y auspiciados por los venezolanos de ultra derecha del autoproclamado y el Embajador paralelo nombrado por este, decidieron invadir el terreno de la embajada de Venezuela en esa ciudad, lo que violentó, al mismo tiempo, la Convención de Viena que dice que en caso de ruptura de relaciones, incluso en tiempos de guerra el estado receptor debe resguardar todos esos bienes y archivos de la misión diplomática.
Todos estos acontecimientos desenmascaran de manera muy obvia los planes del gobierno de Donald Trump de tratar de quebrar el proyecto Bolivariano y hacerse con los recursos energéticos de Venezuela de manera violenta y ultrajando el derecho internacional público.
A pesar de todas estas situaciones el valeroso pueblo venezolano sigue en pie y el presidente Nicolás Maduro mantiene su posición firme al diálogo y la prueba son las reuniones que ya de manera oficial el día viernes 17 en una marcha Militar por la paz en el Estado Aragua, el propio presidente anunció los acercamientos en Oslo, capital de Noruega, entre una comisión del gobierno y representantes de la oposición en la cual se discuten temas que buscan distensión y acercamiento entre las partes. El pueblo venezolano está a la expectativa de la evolución de estos acuerdos porque si de algo la mayoría está clara en Venezuela es que no se quiere una guerra en el continente.