El Objetivo Histórico N° 5 del Plan de la Patria, “contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana” estuvo siempre presente en el pensamiento, tanto de Simón Bolívar como de Simón Rodríguez. La frase que se le atribuye a Simón Bolívar: «¡Si la naturaleza se opone lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca!», en respuesta a los clérigos realistas después del terremoto de Caracas del 26 de marzo de 1812, es solo eso, una suposición. Bolívar, al igual que Rodríguez estaban conscientes de la frágil dependencia de los seres humanos ante la naturaleza. Ambos construyeron e impulsaron el modelo histórico social ecosocialista, fundamentado en el respeto a los derechos de la Madre Tierra y del vivir bien de nuestro pueblo; juntos desarrollaron el principio de la unidad dentro de la diversidad, la visión integral y sistémica, la participación popular, el rol de las repúblicas, la incorporación de tecnologías y formas de organización de la producción, distribución y consumo que apuntaban al aprovechamiento racional, óptimo y sostenible de los recursos naturales, respetando los procesos y ciclos de la naturaleza.
La dupla libertaria
1825 fue para Nuestra América el año políticamente más fructífero. La dupla libertaria sembró leyes del poder popular por doquier. El 7 de enero de 1825 Simón Rodríguez le escribe al Libertador que él ha venido a América “porque es usted quien ha suscitado y sostenido la idea”.
El 10 de abril Rodríguez y el Libertador se dirigen hacia las provincias del Sur del Perú, con el fin de consolidar la nueva administración política que garantice la gran confederación de naciones hispanoamericanas, la sociedad comunal, la soberanía agroalimentaria, la autodeterminación de los pueblos, la conciencia de clase, la organización de la educación y el reparto de tierras entre los pueblos originarios.
El 10 de febrero en Lima, el Libertador fragua la integración latinoamericana: “ligando por la mano las repúblicas del Perú y Colombia, daremos el ejemplo de la grande confederación que debe fijar los destinos futuros de este nuevo universo”. El 4 de julio en Cuzco, el Libertador emite dos decretos en los que protege a los pueblos originarios que han sido víctimas desde 1492 “por parte de los jefes civiles, curas, caciques y hacendados”. El 19 de diciembre Bolívar dicta en Chuquisaca un decreto ambientalista que prevé la preservación de las aguas, su uso racional, y la conservación de los bosques, así como la reforestación.
El 19 de enero de 1824, Simón Bolívar a enterarse que Simón Rodríguez está en Colombia, le escribe con infinito amor ambientalista: “No, no se saciará la vista de usted delante de los cuadros, de los colosos, de los tesoros, de los secretos, de los prodigios que encierra y abarca esta soberbia Colombia. Venga usted al Chimborazo; profane usted con su planta atrevida la escala de los titanes, la corona de la tierra, la almena inexpugnable del Universo nuevo. Desde tan alto tenderá usted la vista; y al observar el cielo y la tierra, admirando el pasmo de la creación terrena, podrá decir: dos eternidades me contemplan: la pasada y la que viene; y este trono de la naturaleza, idéntico a su autor, será tan duradero, indestructible y eterno como el Padre del Universo”.
Amigo de la naturaleza
Luego, en un ejercicio de comparación, dice: “¿Desde dónde, pues, podrá decir usted otro tanto tan erguidamente? Amigo de la naturaleza, venga usted a preguntarle su edad, su vida y su esencia primitivas; usted no ha visto en ese mundo caduco más que las reliquias y los desechos de la próvida Madre: allá está encorvada con el peso de los años, de las enfermedades y del hálito pestífero de los hombres; aquí está doncella, inmaculada, hermosa, adornada por la mano misma del Creador. No, el tacto profano del hombre todavía no ha marchitado sus divinos atractivos, sus gracias maravillosas, sus virtudes intactas”.
En la investigación de 1932, Observaciones sobre el terreno de Vincocaya, Simón Rodríguez, en un ejercicio crítico de su trabajo desarrolla una política integral de utilización y disfrute de los recursos naturales, basada en el respeto por la naturaleza, garantizando la conservación, protección y sustentabilidad de la diversidad biológica y el sistema hídrico.
En los Consejos de amigo dados al Colegio Latacunga (1851). Rodríguez escribe: “conocer la Naturaleza. . . en cuanto nos es permitido. . . es un deber. Porque estamos rodeados de cosas, y sorprendidos por accidentes, que llamamos circunstancias, y viendo fenómenos que podemos, y que, en muchos casos, nos conviene saber explicar. Dependemos de las circunstancias, luego, es menester acostumbrarnos a obedecerles”.
Rodríguez explica la forma en que los países de la península ibérica bajaron de categoría imperial dentro del Estado Liberal Burgués. “España y Portugal se atrasaron, ¡por estar esperando riquezas! la una de México y el otro del Brasil. Se les fue el gozo al pozo, porque se les aguaron las cuevas: y ahora conocen que de la Industria, a la haz de la Tierra, vienen las riquezas durables”.
La separación
Los primeros días de enero de 1826. Rodríguez y Bolívar bosquejarán lo que será el Congreso Anfictiónico de Panamá. El 6 de enero se cierra este ciclo emancipador entre Bolívar y Rodríguez. Ese día el Libertador parte de Chuquisaca a Lima. Ambos libertadores no volverán a encontrarse. Estados Unidos y sus cipayos criollos desatarán una guerra mediática y diplomática y planificarán magnicidios para evitar que la utopía bolivariana se logre. En 1828 escribe Simón Rodríguez “Hagan las Repúblicas nacientes de la India Occidental un Sincolombismo. Borren las divisiones territoriales de la administración colonial, y no reconozcan otros límites que los del océano. ¡Sean amigas si quieren ser libres!”. Hoy la dupla libertaria vive en la Celac, en el Alba, en cada comuna y en el logro diario del 5to objetivo histórico del Plan de la Patria. ¡Rodríguez vive! ¡Bolívar vive!