Alfredo Carquez Saavedra
He aquí una brevísima descripción de un par de personas que le sirven de modelo político y de soporte financiero a una parte de la dirigencia opositora venezolana. Veamos en las siguientes líneas algunas de las características que pueden arrojar señas de cuál sería el comportamiento de un gobierno inspirado en tales sujetos.
Donald Trump: Hombre récord de la mentira. Hasta hace algunas semanas medios de comunicación de masas nada sospechosos de simpatía por el chavismo tales como CNN y The Washington Post han registrado más de 10 mil patrañas desde que llegó a la Casa Blanca. Tiene un máximo diario de 23 falsedades dichas sin vergüenza alguna.
Pero esto sería lo menos peligroso del tipo del copete amarillo. Pues aunque el no lo acepta (como el adicto a una droga o al juego), en sus acciones y discursos ha dado muestras irrefutables de tendencias xenófobas (que lo digan los mexicanos y los africanos), racistas y sexistas (pueden refrendar esto las representantes demócratas a las que pidió irse de su país y las mujeres que los han denunciado de acosador sexual) , y guerreristas como le consta a Venezuela y al resto del planeta.
Iván Duque: este también tiene marcas inalcanzable pero en el departamento de la muerte. Odia la paz y todo lo que se parezca. Durante su mandato se han contado más de 230 líderes sociales asesinados. Claro, aun le falta tiempo para superar a su patrocinador, Álvaro Uribe. No es muy ilustrado en asuntos de historia y cultura general, cree tanto así en los dictámenes que bajan desde el norte que cree seriamente en la participación del Capitán América en la gesta independentista suramericana.
Muy preocupado por nuestro país y por el que dirán en el Pentágono, se contradice en su prédica y sus actos. Por ejemplo, se presenta como adalid de los derechos humanos pero termina enredado en la intentona de resucitar la estrategia de los falsos positivos; se muestra crítico de la corrupción pero en las filas de su ejército y entre los altos mandos hacen fiesta con los recursos públicos.
Jair Bolsonaro: Enamorado de Trump. Y así como el presidente estadounidense jura que no es racista, el mandatario brasileño sostiene que no es nazi. Está claro que este ultraconservador no puede deslastrarse de los escándalos que le acompañan desde antes de llegar al Palacio de Planalto.
Ha hecho afirmaciones racistas, homofóbicas; defiende la tortura y a la terrible dictadura militar que sufrió su nación.
Esta es una pequeña muestra de los pequeños dioses que componen el panteón de la rancia oposición venezolana. Así se entiende, entonces, porque gente como Whitedog insista en negar los efectos genocidas de las sanciones gringas, pues que más podría hacer si se la pasa de manos tomadas con puras malas juntas.