Por Gustavo Villapol
En los últimos 6 años el pueblo venezolano ha sido víctima de una de las guerras más despiadadas y maquiavélicamente concebidas por una potencia extranjera en sus 200 años de República: violencia, terrorismo, odios, acaparamiento, magnicidios frustrados, sabotajes eléctricos, golpes fallidos, guerra psicológica, guerra cibernética, migraciones, hiperinflación, entre otros, han sido algunos de los elementos inmersos en este conflicto profundo que deja hondas huellas en el metabolismo social del pueblo venezolano, en sus patrones de conducta y relacionamiento entre si y con otros pueblos del continente y del mundo.
La capacidad de resiliencia y resistencia de la gran mayoría del pueblo que ha soportado esta batalla y como hace 200 años, heroicamente sigue con las banderas del sueño bolivariano, asombra a quienes desde sus mezquinos intereses luego de la partida física del Comandante Chávez, imaginaron que a la primera movida de mata todo se derrumbaría.
Luego de estos seis años es evidente, aunque no para todos y todas, que el Chavismo es un movimiento beligerante, con poder en Venezuela, e influencia regional, con presencia hegemónica en las Fuerza Armada Nacional Bolivariana, en los cargos de elección popular a nivel comunal, parroquial, municipal regional y nacional, aglutina en cuanto a partidos políticos la alianza más determinante para cualquier acción de movilización popular o electoral en el país que es el Polo Patriótico, el cual apenas en el reciente Foro de Sao Paulo, acaba de reafirmar su pacto de unidad en el “Acuerdo de Caracas”.
En este sentido, comprender que la actual etapa histórica que vive la República, pasa por el reconocimiento mutuo de las partes en conflicto es indispensable al menos para la regularización del mismo y que no sea nuestro pueblo el que con su vida pague las consecuencias más aciagas de este asedio y bloqueo asesino que solo detenta los intereses de una élite mundial, la cual apetece los recursos naturales que ofrece nuestra bendecida tierra.
Por un lado del conflicto nos encontramos las fuerzas del chavismo, que en su diversidad y pluralidad tenemos unidad a prueba de fuego entorno al liderazgo del presidente Nicolás Maduro y el proyecto Simón Bolívar, como legado fundamental de Hugo Chávez, y por otra parte está el Gobierno de los EE.UU quien en la última etapa del combate ha asumido el protagonismo y el liderazgo de una oposición al Gobierno que también es muy diversa, pero que no tiene la misma capacidad unitaria del movimiento bolivariano y aunque la oposición venezolana tiene muchas más caras veamos al menos tres de las más importantes:
1) Los Terroristas: Un sector que los EE.UU ha usado como vanguardia de su estrategia violenta y terrorista con líderes en el exterior o en Venezuela que han participado y promovido la estrategia internacional de asfixia y bloqueo a Venezuela y en acciones públicamente violentas como el terrorismo de calle de 2014 y 2017, intentos de magnicidio, ingresos violentos por la frontera o el golpe del 30 de abril, entre otros, sus protagonistas Juan Guaido con su fugaz y cuestionado liderazgo, Voluntad Popular, Primero Justicia y expresiones más pequeñas como Vente Venezuela, entre otros.
2) Los Guavinosos Un sector acomodaticio o guavinoso como se conoce en Venezuela, que es oscilante como un péndulo liderizado por Acción Democrática y otro conjunto de movimientos y partidos más pequeños que solo están pendientes hacia donde se mueve la balanza, si la violencia tiene efecto y derriba a la revolución, la aplauden y si no la condenan deslindándose de ella y alzando las banderas de la “democracia y la paz” como única forma de salir del “Régimen”.
3) Los Dialogantes Un sector que se ha venido conformado de los múltiples fracasos de los dos anteriores y que viene tomando fuerza en la opinión pública nacional e internacional que con partidos emergentes, pero con viejos líderes políticos de la derecha socialdemócrata venezolana, vienen levantando desde la oposición la bandera de la no violencia y el diálogo para hacerse del poder por la vía constitucional. Allí se encuentran Claudio Fermín, Henry Falcón y Timoteo Zambrano, entre otros.
Estos tres sectores tienen en común dos cosas, primero todos le sirven directa o indirectamente a los intereses de EE.UU en nuestro país y segundo todos quieren sacar a la Revolución Bolivariana del Poder.
Solo uno de tres sectores le sirve verdaderamente a regularización del conflicto en la actual coyuntura y es el de la bandera de la no violencia y el diálogo para dirimir diferencias, por ello se ha logrado en los acuerdos firmados por las fuerzas bolivarianas y el grupo dialogante de la oposición, lo que por la violencia y el terror los otros dos sectores han exigido con un rotundo fracaso en los últimos 6 años: un nuevo CNE, reconocer la Asamblea Nacional, liberar a detenidos y como propuestas del Chavismo: reconocer la Guyana Esequiba como venezolana, exigir el levantamiento del bloqueo y las sanciones extranjeras contra el pueblo y comenzar un programa de intercambio de petróleo por productos de primera necesidad, para solventar la crisis provocada por la violencia y el bloqueo.
El chavismo luego de más de 600 convocatorias al diálogo se muestra como una fuerza política beligerante, pero también dialogante, que es capaz de ceder, no en principios, sino en lo táctico por la paz del país y la recuperación de las condiciones de vida de nuestro pueblo, ahora la pelota pasa el Gobierno de EE.UU ¿Qué decidirá? Los ataques del pueblo yemení contra las refinerías de Arabia Saudita, serán determinantes para esa decisión, además de otro conjunto de aristas que no dan tiempo de analizar en este artículo, por ahora hay dos vías o radicaliza su violencia y se viene como bestia una vez más encima del pueblo venezolano o brinda su apoyo al diálogo para regularizar el conflicto.
Lo que si es cierto es que por las malas no nos entendemos, por las malas se conseguirán con la sangre de Guaicaipuro, Bolívar y Chávez, por las buenas, con soberanía, respeto e independencia, construiremos juntos las y los venezolanos el país que queremos, sin intervención extranjera, a las pruebas nos remitimos con la guerra en 6 años nada se ha logrado, con el diálogo en 3 meses mucho se ha avanzado. ¿Lección aprendida? Amanecerá y veremos.