Ronnie Ramírez
Geraldina Colotti
Con respecto al levantamiento popular en Chile, entrevistamos al profesor Ronnie Ramírez, quien durante años ha vivido entre Bélgica y el país de Allende, su lugar de origen.
– ¿Cómo evalúas lo que sucede en Chile?
Estos últimos cinco años viajo regularmente a Chile en el marco de colaboraciones académicas, tratando de formar a futuros cineastas. Al acompañar mis alumnos, explorando temáticas sociales me han permitido construirme un lugar de observación crítica de la sociedad Chilena. Es interesante porque el cine documental tiene la vocación de ir a ver detrás del decorado y de interesarse en los anónimos.
Hace dos semanas, en mi último viaje un colega que estaba de paso en Chile me decía: no veo de qué se queja la gente, todo parece funcionar bien, la gente no parece sufrir de hambre, hay de todo en los almacenes… y de repente se produce la insurrección popular, y parecía como si estuvise presenciando una ficción. Todo aparentaba estar bien, pero raspas un poco y aparece otra realidad debajo del barnizado. Esa toma de consciencia es muy violenta para mucha gente que se creía el cuento de un Chile triunfador, de un Chile “normal”.
Desde hace años que varios indicadores del descontento estaban alertándonos, y no se los quiso ver. Los manuales de historia que en democracia niegan el pasado dictatorial, las múltiples privatizaciones de los servicios y de la vida, los derechos del agua, la salud, la educación… todo ha sido privatizado… La falta de respeto por el medio ambiente donde criminalmente se destruye el mar y la tierra, la corrupción de la clase política y sus nexos muy estrechos con los empresarios corruptos, la actitud tan poco ética del presidente Piñera, la negación de los derechos del pueblo Mapuche… Para vivir la gente se endeuda, haciendo compras en el supermercado pero pagando en cuotas… Hay muchos viejitos que no les alcanza la pensión y no logran pagar las deudas, entonces les quitan todo lo que tienen, terminan viviendo en la calle pidiendo limosnas o suicidándose… Tanta desigualdad que siempre estuvo maquillada y minimizada por un tremendo sistema de propaganda televisivo. También muchos se resignaron, teniendo miedo, porque el chantaje militar siempre ha estado presente. En todos mis viajes a Chile he chocado con esas contradicciones.
¿Cómo encontraste los estudiantes, el movimiento y la situación universitaria?
Se ha tratado de desmantelar al poderoso movimiento estudiantil ahogando sus reivindicaciones legítimas de educación gratuita y de calidad en la burocracia parlamentaria. La expectativa creada por la entrada de sus dirigentes estudiantiles en las esferas del poder fueron grandes así como grande ha sido la decepción de esa participación estéril en la vida política. Hubo ilusión, pocas conquistas, reivindicaciones adulteradas… A pesar de algunas actitudes muy valientes de esta bancada estudiantil ellos aparecen impotente frente a los cambios por el cual fueron encomendados. Pero esa lucha parlamentaria también se fue desgastando con el tiempo y perdiendo no solo su fuerza de antaño, pero sobre todo su nexo con los movimientos sociales. Así como muchas veces fueron cediendo ante la feroz ofensiva mediática, entre ellas, el espantapájaros de Venezuela, donde todos en algún momento tuvieron que desmarcarse de Nicolás Maduro para no terminar definitivamente desprestigiados.
También influye el hecho de verlos en otra realidad que no es la del pueblo. Mucha gente ha perdido sus familiares en clínicas públicas por haber sido mal atendidos, si es que fueron atendidos. Los dramas familiares son grandes cuando no alcanza el dinero para pagar una quimioterapia o un futuro profesional a un hijo o hija… De manera muy perversa estos diputados han sido enfocado en la prensa a través del prisma farandulero, exponiendo su vida íntima, su estética… sobretodo con Camila Vallejo, cayendo a veces en el juego, contribuyendo a distanciarla de su base social.
Antes de que estallara la revuelta, el Partido Comunista pacta con la Democracia Cristiana en las primarias municipales en Talca… Una jugada política que confirma el posicionamiento institucional del PC, para no llamarlo oportunista. Ahora, cuando revienta la insurrección popular, el pueblo aparece rechazando a toda la clase política, desmarcándose de todos ellos, acusándolos de décadas de traición. En estas condiciones es difícil tener un peso político. En un primer tiempo los diputados de la bancada estudiantil han tenido un rol de observadores, ahora que la represión afecta los militantes de sus organizaciones políticas vuelven a jugar un papel público, sobretodo la diputada comunista Carol Kariola. Cabe destacar que dirigentes como Daniel Jadue, alcalde comunista de la municipalidad popular de Recoleta y Jorge Sharp, alcalde del Frente Amplio de la ciudad de Valparaíso, han logrado mantener un crédito interesante con la ciudadanía. Pero el movimiento social tal cual surge, se caracteriza por ser transversal.
¿Cuáles sectores populares participan a las protestas y con cuales objetivos y dirección política?
El pueblo se levantó para expresar su rabia contra décadas de injusticias sociales y la chispa la encendió el movimiento estudiantil cansado de ver a sus apoderados sacrificándose para pagar sus estudios, el alza de tarifas del transportes fue la que encendió la mecha. El movimiento estudiantil ha sido la vanguardia de esta insurrección pero no se dio por milagro, antes pasaron dos años de revolución feminista que paralizaron las universidades, antes hubo varios años de lucha contra el sistema de pensiones AFP que condenan los ancianos a la miseria, hubo el robo descarado del presidente Piñera evadiendo millones de impuestos, una serie de colusiones entre las élites empresariales y el mundo político, en fin… un cúmulo de golpes hacia el bienestar de los chilenos.
A pesar de que las marchas son pacíficas, los medios de comunicación solo muestran el caos (muchas veces provocado por los militares), justificando la militarización. De hecho los medios no comunican sobre las desapariciones, solo repiten un discurso rayado como disco pidiendo el regreso a la “normalidad”. El pueblo está organizado en federaciones, en juntas de vecino, movimientos estudiantiles y trabajadores, es inclusivo ya que se adhieren cada vez más sectores afectados de la sociedad civil. Es la hora de la convergencia de luchas. No se ve por el momento una conducción política. Si algún partido se atreviera a ponerse en la conducción del movimiento como vanguardia en el estilo marxista leninista sería rechazado por oportunismo. Tal vez, el pueblo va a crear sus propios órganos políticos… nadie sabe.
La calles de América Latina parecen indicar un nuevo despertar de los pueblos, ¿cuál es tu posición, considerando las diversas apreciaciones por ejemplo con respecto a Ecuador, donde el aparato logró bloquear con el diálogo finto la ola de protesta?
Es interesante observar como la insurrección en Ecuador influyó a la insurrección en Chile. Me atrevo a decir que nos ayudó a quitar el miedo y pensar que nada es definitivo. No hay mal que dure cien años decimos… tampoco en Ecuador. El neoliberalismo depende de la resistencia que los pueblos le oponen y en Chile como en América Latina los pueblos nunca han dejado de luchar. Si bien a veces caen en las trampas que les tiende el poder establecido, le entregan dulces para comprarlos, al final son los movimientos sociales que se han convertido en protagonistas de los cambios. De lo contrario no estarían matando a sus militantes en Colombia y ahora en Chile. A pesar de todo, sigo siendo optimista porque lo que está sucediendo también son momentos de aprendizajes populares imprescindibles para lograr las victorias que se vienen y eso lejos de las cámaras, de los periodistas y analistas políticos.