En tiempos de crisis global y campaña en EEUU, salen a relucir muchas verdades. Acá van cuatro de ellas
Por Clodovaldo Hernández
EEUU: haz lo que yo digo, no lo que yo hago
La élite corporatocrática estadounidense se empeña en ser el papá autoritario del mundo entero. Eso de por sí, es un abuso imperial inaceptable, pero lo peor del caso es que ni siquiera se esfuerza por comportarse como buen padre, sino como uno de esos cuyo lema es «haz lo que yo digo, no lo que yo hago”
Este degenerado progenitor autoimpuesto, por ejemplo, irrespeta todas las leyes, supuestamente sacrosantas, del capitalismo: confisca empresas, bloquea rutas de la marina mercante, implanta barreras arancelarias por motivos políticos… El Estado norteamericano es el más intervencionista de todos los Estados del planeta y trata de imponer sus leyes de manera extraterritorial.
Cual padre que le grita a su hijo:»¡No grites!», la camarilla de EEUU quiere dictar normas universales de derechos humanos mientras apela a una ley de 1807 para usar sus tropas militares contra la población civil; denuncia a los «colectivos armados» de Venezuela, mientras sus propias bandas de supremacistas blancos portan fusiles y ametralladoras en plena calle; critica la existencia de presos políticos en otros países, mientras detiene a miles de manifestantes y el presidente propone meterles al menos 10 años de cárcel.
En momentos críticos como el actual, la verdad resplandece y hasta los fervientes defensores del imperio reconocen que hace todo lo que les exige a otros que no hagan. ¡Qué mal padre!
Trump se va de lengua sobre Irak
En campaña electoral, los políticos les caen a mentiras a los pueblos y se caen a verdades entre sí. En EEUU, varias destacadas figuras del Partido Republicano han salido a anunciar que no votarán por Trump porque les avergüenzan sus arrebatos dictatoriales. Tienen toda la razón estos personajes, entre quienes están nada menos que el expresidente George W. Bush y el exsecretario de Estado, Collin Powell.
En respuesta a este derroche de sinceridad política, el aludido les recordó la millonaria cantidad de muertos que tienen en su conciencia, como parte de la gran farsa de las armas de destrucción masiva, cuya supuesta(e inventada) existencia fue usada como pretexto para destruir a Irak.
Tiene razón el huésped del búnker de la Casa Blanca.
Ese incalculable crimen de lesa humanidad ha sido denunciado y comprobado por expertos desde hace muchos años. Es una de las mayores infamias de entre las muchas que han cometido EEUU y sus aliados europeos y del Medio Oriente durante las últimas décadas. Prácticamente todo el estamento político estadounidense es corresponsable, por acción o por omisión, de ese holocausto. Ahora Trump lo saca a relucir no porque les duelan los iraquíes muertos ni porque lamente que una de las cunas de la civilización haya sido triturada y saqueada, sino para taparles la boca a unos inusitados oponentes. Son malandros acusándose mutuamente de los muchos desmanes que han cometido. Una escena solo apta para adultos con buen hígado.
New York Times sobre Bolivia: la verdad tardía es casi mentira
Los medios estadounidenses lo han hecho de nuevo. En este caso ha sido -otra vez-el diario The New York Times, que nueve meses después del golpe de Estado en Bolivia, ha salido a decir que el informe de la Organización de Estados Americanos sobre un supuesto fraude electoral cometido por Evo Morales es palmariamente falso.
Ese documento, perpetrado por el incalificable Luis Almagro, sirvió de excusa (igualque las armas de destrucción masiva de Irak) para despojar de la presidencia a Morales e imponer allí a una dictadora ultraderechista y endorracista. En el momento, expertos y observadores denunciaron que el informe había sido forjado con ese siniestro fin. Todos los medios de la gran maquinaria comunicacional del capitalismo hegemónico obviaron o descalificaron esas denuncias y le dieron plena credibilidad al engendro de Almagro.
Ahora, cuando ya el mal está hecho, aparece el «prestigioso medio neoyorquino» (como muchos le siguen diciendo por estos lares) a decir una verdad que, dicha tan a destiempo, es casi igual de perversa que la mentira original.
Uribe es un matarife
En Colombia, otra tierra de grandes imposturas, una serie de televisión 2.0 está haciendo resplandecer verdades. Se trata de Matarife, un documental seriado que se transmite por redes sociales y que expone los hechos públicos y comunicacionales de la vida de Álvaro Uribe Vélez y sus relaciones con capos del narcotráfico, paramilitares, corruptos y asesinos de toda laya.
El trabajo del periodista, escritor y abogado Daniel Mendoza Leal se ha convertido en un verdadero suceso comunicacional, tanto que «el genocida innombrable» (alegórico subtítulo de la serie) y sus seguidores y cómplices se han puesto como locos. ¡Vaya, qué peligro!
CUATRO F/ Clodovaldo Hernández/IM