1830: El Epílogo de la Traición:
Aún fresco el recuerdo de aquella noche de septiembre, cuando emerge abiertamente la traición para asesinar al Libertador en Bogotá, la Colombia bolivariana se estremece ante su desmembramiento.
El proyecto transformador de Simón Bolívar, respaldado por todo un pueblo, enfrenta con mayor fuerza en 1830 la fiereza de las nacientes oligarquías dirigidas por José Antonio Páez en el territorio de la actual Venezuela, Juan José Flores y José María Obando en la tierra del ahora Ecuador y principalmente, Francisco de Paula Santander desde el exilio apuntalando la secesión de la Colombia de hoy.
Ese ataque de las clases sociales explotadoras contra la obra emancipadora de la generación libertadora, tuvo en el asesinato un arma para consumar la traición. Así lo perpetraron contra el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, en las montañas de Berruecos. A raíz de este trágico suceso, Bolívar sentenciará ante la historia, “…Se ha derramado la sangre de Abel!…».
Nace el Santaderismo en Nuestra América:
Fue Francisco de Paula Santander el principal opositor a la emancipadora “Campaña de Sur” orientada a liberar suramérica, él convalidó la Doctrina Monroe al invitar a Estados Unidos al “Congreso Anfictiónico de Panamá”, se constituyó en el autor intelectual irrefutable del intento de asesinato de Bolívar, promotor incansable de la disolución de Colombia bolivariana y el padre del régimen oligárquico de Colombia.
Por ello, Bolívar también agregó al referirse al asesinato del gran Mariscal de Ayacucho, “La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia”. En efecto, la muerte de Sucre tuvo por objetivo acabar con el proyecto de la Patria Grande soñada por el Libertador. El Caín de Nuestra América, el Santanderismo, coronaba así su decidida labor encaminada a frenar la irrupción de una sociedad con justicia social. En consecuencia, en 1830 emerge uno de los principales referentes políticos de las élites del continente.
La política entendida como negocio, la soberanía nacional igualada a botín de guerra, el exterminio de los patriotas y la exclusión de los humildes, es el legado del Santanderismo. La historia de los pueblos de América, si bien está llena de páginas gloriosas desbordadas de dignidad patriota, también está marcada por la ignominia apátrida, las desigualdades y el saqueo de sus riquezas naturales, gracias a élites que se tomaron el poder desde aquel fatídico año de 1830.
El Santenderismo en el Siglo XXI:
Lamentablemente, sus secuelas aún perviven en el Palacio de Nariño y encuentran en el uribismo una fuerza para acometer los planes más retrógrados y genocidas contra los pueblos de la región. En la actualidad aún ejercen el poder en Colombia y desarrolla el terrorismo de Estado contra su pueblo. La oligarquía santanderista es la punta de lanza del imperialismo en el plano militar.
Esto explica la acogida de las siete bases de Estados Unidos en territorio neogranadino para adelantar los planes geo-estratégicos en la región. La presencia de personal militar en Colombia es una planeación concebida en el Pentágono, en el marco de su Doctrina de la Guerra No Convencional, que pretende la tercerización de la guerra mediante otros Estados, compañías privadas de mercenarios o los paramilitares.
El Santanderismo es una pieza fundamental de los EE.UU. ya que juega un importante papel en la destrucción de la Revolución Bolivariana mediante un ataque convergente desde el ámbito económico, el narcotráfico, el contrabando de extracción, el apoyo incondicional a Juan Guaidó y principalmente, la diplomacia servil a los intereses norteamericanos.
Contra Venezuela implementan una campaña comunicacional, en sintonía con una enorme operación psicológica, para proyectar la imagen de que el país es un “Estado Fallido” o un “Estado Paria” a través de denuncias reiteradas de violaciones de DD.HH. que “justifiquen” la agresión contra el país. Apuestan abiertamente a una guerra contra Venezuela.
En otras palabras, el Santanderismo en el plano político es el Caballo de Troya contra la soberanía de los pueblos. Es un arma fratricida contra la unidad latinoamericana y caribeña. De hecho son el eje de la “Alianza del Pacífico”, los impulsores de PROSUR, los ejecutores del plan de las oligarquías y el imperialismo estadounidense para enfrentar el ALBA, la CELAC y UNASUR.
El Pueblo de las Dificultades:
Las dificultades que vive Venezuela son, en buena medida, parte de una agenda diseñada en la Casa Blanca. El gobierno de Colombia es una prolongación de su criminal política exterior. La “Diplomacia de Paz” promovida por el Presidente Nicolás Maduro es continuidad de la política exterior bolivariana. Es un esfuerzo en defensa de la paz y principalmente, una esperanza para evitar que la injerencia estadounidense conlleve a un conflicto regional.
Ese planteamiento es una apuesta que sintetiza la unidad de los pueblos, la necesidad histórica de alcanzar la justicia social y hermanar propuestas emancipatorias como prerrequisito para preservar la paz al mismo tiempo que refrenda la solución soberana de los asuntos de la región. Desde Caracas se retoma la sabia del ideario bolivariano y se levanta como propuesta inclaudicable el impulso de un mundo más justo, multicéntrico y pluripolar.
Ese pueblo hermano grancolombiano que ayer libró diversas campañas militares hasta alcanzar la gloria en la Batalla de Ayacucho, debe seguir librando combates por un nuevo modelo de convivencia y por la Patria Grande que les ha sido arrebatada por los poderosos de ayer y de hoy. Su unidad, en el marco de un proyecto de liberación de Nuestra América, será la única garantía para derrotar las nuevas agresiones destinadas a recolonizar el continente.
Forjar la Nueva Colombia, profundizar la transición socialista en Venezuela, alcanzar la unidad de Nuestra América y lograr su transformación plena, es la mejor defensa de nuestro pueblos y sin dudas, la continuación del los esfuerzos libertarios que conllevaron a la primera independencia. Martí acertó cuando expresó: “…Bolívar tiene que hacer mucho en América todavía”.
En otras palabras, Simón Bolívar es un referente histórico que conjugó la palabra indómita, acción político-militar y pensamiento creador como máximo conductor del pueblo de las dificultades capaz de vencer las más variadas adversidades. Bolívar es nuestro guía porque su ejemplo es antiimperialismo consecuente, solidaridad militante convertida en Ejército Libertador de un continente, unidad latinoamericana y compromiso incansable con los más humildes.
En consecuencia, el Bolivarianismo es sinónimo lucha incansable por la Patria Grande, dignidad irreductible de todo un pueblo, huracán transformador orientado a redimir a los explotados e insurgencia contra-hegemónica erigida en alternativa de los pueblos. Su obra es farol que ilumina el sendero evidenciando que rendirse no es una opción y que por lo tanto, el pueblo en armas es la mejor defensa de las conquistas sociales.
La Esperanza del Universo:
Bolívar sostuvo que la América es la “Esperanza del Universo”. Ayer un sueño libertario partió desde las riberas del Orinoco en Venezuela y en 1824 llegó a Ayacucho construyendo la independencia y la justicia social. El “Alfarero de Repúblicas”, desbordó las fronteras continentales, cuando proyectó un nuevo modelo erigido como referencia para toda la humanidad.
En la actualidad, desde Venezuela se desató un importante cambio de época en el continente. La Revolución venezolana es encarnación genuina del Bolivarianismo y sinónimo de utopía concreta para los pueblos que sufren el capitalismo neoliberal. Su subversivo ejemplo radica en replantear el sentido de la existencia humana, ofrendarlo todo para que la vida emerja como centro y fin de una sociedad post-capitalista.
Venezuela es la esperanza de que otro modelo de convivencia humana es posible. En esta tierra se juega el destino del continente y quizás el futuro de la humanidad. Esa es la responsabilidad histórica de los Bolivarianos de hoy. Ese el reto que asumió con éxito el Comandante Supremo Hugo Chávez y nuestra tarea pendiente en el combate por la vida.