Por. Luiyer Barreto Guevara
Algunos teóricos como es el caso de Carlos López Dávila, consideran que la siguiente etapa en la evolución social de la humanidad la constituye la consolidación de la unidad orgánica, la cual se hará manifiesta en tres aspectos estrictamente vinculados, siendo estos: el aspecto espiritual, el político y el social. La unidad orgánica como toda verdadera unidad, es una unidad en la diversidad; es decir, que a pesar de los múltiples elementos que nos diferencian unos de otros, como especie estamos de manera natural llamados a lograr esa unión que nos permita avanzar en la concreción de nuestros objetivos de vida.
Como especie podemos incluirnos dentro de dos grandes grupos sociales (si así pudiésemos llamarlos), la masa o el pueblo; siendo la conciencia de clase lo que distingue a uno del otro. Mientras las masas actúan desde el inconsciente y pactan a fin de saciar su instinto, el pueblo se encuentra a pesar de sus diferencias, partiendo de esa conciencia histórica de luchas y de logros alcanzados que han trascendido las generaciones y que sin duda alguna han determinado nuestras conquistas como sociedad.
La unidad se ejerce a partir de la conciencia social y de entender la importancia de actuar en colectivo; solo el pueblo logra la unidad, mientras que como se expuso anteriormente las masas pactan a fin de satisfacer sus necesidades.
Jamás se podrá hablar de unidad si no hay conciencia colectiva, y más aún si no se logra comprender que en ocasiones nuestras experiencias nos hacen diferentes, pero a pesar de esa mixticidad aparente un objetivo común nos puede llevar a la unión orgánica, entendiendo que los objetivos se formulan partiendo de la objetividad y la lógica, y no desde la visceralidad y la irracionalidad.
Sin duda alguna, para el pueblo la unidad representa un elemento fundamental en cuanto al logro de sus objetivos se refiere, y hablar de unidad no significa taxativamente pensar igual que el otro, ya que aquí se hace referencia a algo mucho más complejo y profundo vinculado a la importancia de comprender la vitalidad de juntarnos para desde la lógica alcanzar o consolidar una victoria, y en ocasiones hasta garantizar el resguardo de lo obtenido o también lograr la continuidad de un proyecto en común.
Si un pueblo no concibe la unidad en la diversidad como el elemento que garantiza la trascendencia de la conducta social, pues estamos en presencia de una errada concepción del carácter pueblo. La unidad debe ser concebida e interpretada como la garantía del triunfo colectivo, la fórmula necesaria para alcanzar la victoria popular y así mismo como la razón de ser de los pueblos; no podemos hablar de conciencia de clase, si no logramos comprender lo que la historia ha colocado ante nuestros ojos, y es que juntos, en unidad perfecta podemos más.