Este miserable y rastrero seudopolítico dirige con precisión el gran engranaje montado por la extrema derecha criolla (López, Borges, Guaidó y compañía) para esquilmar millones de dólares de las arcas pertenecientes a la República. Dándole duro al descaro y al cinismo ahora se presenta Carlos Vecchio tirándosela de Robín Hood en las redes sociales, como el “desprendido” filántropo que ayuda a los más desposeídos. La realidad es que es un farsante, un vulgar ladrón, un grandísimo ratero, un esperpento creado por la logia conservadora que le da oxígeno desde los recovecos de la Casa Blanca y el Cartel de Lima.
El repudio que recibe Vecchio es apoteósico. Todo el pueblo conoce sus despreciables acciones ejecutadas al margen de la ley. Vecchio encabeza la camarilla de hampones que mantiene bloqueado a Venezuela desde el año 2015, mediante la aplicación de ilegales y unilaterales sanciones que van desde el congelamiento de las cuentas de la Nación, la confiscación de bienes y activos o la inmoral coacción efectuada directamente por el Departamento de Estado en contra de empresas y países para impedir la comercialización e intercambio de petróleo, gasolina, alimentos o medicamentos. Estos productos objeto del bloqueo son esenciales para la subsistencia del pueblo venezolano.
El apoyo de la derecha a las sanciones es total. Su objetivo confeso es postrar al Gobierno Bolivariano y al pueblo venezolano, buscando crear condiciones de malestar social que les permita sacar réditos políticos de la crisis. Son unos miserables. Todas sus maquinaciones persiguen generar “el momento crítico” de ingobernabilidad y caos. En este escenario aparece rozagante el malhechor Vecchio, que luego de hincar el puñal en la espalda de todos los venezolanos, se regodea hipócritamente para felicitar a los bandoleros protagonistas de esta vergonzosa tragedia. Por eso Vecchio expresa, sin vergüenza alguna, “Nuestro profundo agradecimiento a los diputados de la Asamblea Nacional y al presidente Juan Guaidó por cumplir su palabra” de otorgar unas míseras limosnas, repartiendo una ínfima parte del dinero que se han robado. Confiesa además que “Todo es posible porque el gobierno interino logró recuperar activos”. Mayor canallada.
¿Quién es Carlos Vecchio para desvalijar activos, malversar cuentas bancarias y tomar por la fuerza empresas públicas e instalaciones diplomáticas? Pues nadie. Es solo un usurpador más. Parte de la derecha neofascista que jamás podrá acceder al poder por la vía de los votos y por eso descarga su odio y frustraciones de manera espuria y criminal.
Al final de la historia se revelará la cruda verdad sobre este miserable apátrida, empleado aventajado de la Casa Blanca, es decir, un agente al servicio de una potencia extranjera, que esquilmó con alevosía los dineros del Estado. El bandido Vecchio no esconde para nada sus amores y fidelidades. Reconoce hincado de rodillas a sus perversos amos: “Agrademos a las autoridades de los Estados Unidos por todo su apoyo en la recuperación y protección de activos”. Lambiendo con descaro las ponzoñosas garras del imperio opresor, el mismo que ha impuesto las sanciones unilaterales coercitivas para generar el sufrimiento del pueblo. El espurio diputado Guaidó, también lo regodea, confesando que todo lo que han hecho es para “aumentar la presión internacional”. Más mezquino imposible.
Cuando les llegue el momento de justificar el uso de los recursos, auditoria mediante, de seguro le meterán cadena perpetua al “embajador” Vecchio y a sus hampones colaboradores. No tienen forma de esconder y justificar el dinero robado de nuestros activos, de las ayuditas de la Usaid, del Concierto de Cúcuta, de la caja de Citgo y de Monómeros, y de tantos otros “donantes” que rodaron al fiarse de estos insaciables malhechores.
Desde nuestro país, los venezolanos observan indignados cómo la cúpula opositora vive como jeques y sibaritas en Estados Unidos, Colombia y España. El descarado Vecchio miente impúdicamente ante sus iracundos seguidores, diciendo que esta situación de los emolumentos que reciben los nada famélicos seudofuncionarios del gobierno virtual de Guaidó es un “temazo”. Con su nariz de Pinocho creciendo indeteniblemente, quiere hacer creer que él y su equipo no cobran ni un mísero dólar de toda la rapiña que están ejecutando por todo el mundo (“yo uso mis recursos, mis ingresos propios”). A nadie convencen de que viven del aire y se alimentan de los nutrientes del etéreo mundo cósmico. Mayor desfachatez. No tienen forma de justificar los profusos gastos en pasajes, alojamientos suntuosos, traslados, festejos, bacanales, compra de activos y bienes, ropita y demás aditamentos para “subsistir” groseramente en el seno del oneroso imperio norteamericano. Toda esta plaga de asaltantes, que pretende salir con los bolsillos rebosantes, deberá rendir cuentas ante la justicia. No habrá ni impunidad, ni olvido.
Richard Canan/ Sociólogo/ @richardcanan