Han pasado algo más de 42 años desde que Estados Unidos declaró la guerra contra el narcotráfico internacional, con la puesta en práctica de una política de doble moral: agredir con la DEA, CIA y Pentágono a naciones consideradas bajo su influencia. Asimismo atacar las estructuras operativas de los carteles de la droga con pocos resultados efectivos, pero con el desate de la violencia criminal por asegurarse el control del narcotráfico.
Por consiguiente el tráfico de estupefacientes no se ha detenido, crece el consumo interno y al final del día el resultado no se traduce en disminución de la presencia de los cárteles o de su control territorial, sino en un reacomodo en los corredores de la droga, reconfiguraciones internas, y nuevas alianzas.
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Lo único que importa en el interior de Estados Unidos es que el pánico ante las muertes vinculadas al tráfico de drogas se quede fuera de sus fronteras. Esa ha sido la intención: invisibilizar en su territorio cualquier riesgo de manifestaciones violentas para que todos puedan consumir sin remordimiento las drogas que se distribuyen fácilmente.
Estados Unidos ha usado la guerra contra el narcotráfico internacional con la intencionalidad de alcanzar sus objetivos geopolíticos.
El verdadero propósito geopolítico yanqui
El negocio ilícito del que sin duda, Estados Unidos obtiene ganancias económicas y políticas, es un secreto a voces que han sabido manejar mediante la manipulación mediática la injerencia en países latinoamericanos y la intervención de organizaciones que validen su presencia y manejo bajo la excusa de proteger a su nación y controlar el crimen.
Como muchos de los investigadores del tema, el periodista James Cockcroft asegura que gran parte de las ganancias económicas se la llevan los contratistas militares estadounidenses que prestan servicios de asesoría, entrenamiento y trafican con armas tanto para los carteles de los narcotraficantes como para las policías que los combaten. En ambos bandos, la presencia todopoderosa de Estados Unidos es incontrastable.
Las drogas pueden aumentar varias veces su precio inicial al venderse en las calles de Estados Unidos.
Dividendos millonarios
Se calcula que el tráfico de drogas a nivel internacional genera ganancias que superan los 320 mil millones de dólares anuales, según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de las Naciones Unidas. En la actualidad los EE.UU por encima de otros actores globales, entre los que se destacan la Unión Europea (UE), es el principal mercado y el primer productor de armas, suministrador por excelencia a los principales carteles de la droga.
Datos de Organizaciones No Gubernamentales afirman que esa nación obtiene del negocio de la droga, el 25 % de su Producto Interno Bruto. Ahora su producción alcanza casi todo el país y el abastecimiento llega a cubrir al 85 % del mercado europeo y el 35 % del estadounidense.
En muchas ocasiones se ha denunciado que numerosos miembros de las fuerzas de ocupación y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana, forman parte del lucrativo negocio pues se necesitan transportes y grandes contactos para atravesar fronteras y poner la droga a disposición de los consumidores en las naciones occidentales. (Se ha denunciado que aviones de la OTAN luego de cumplir misiones de guerra en Afganistán sirven de transporte de opio y heroína hacia Europa). Christina Orguz, ex representante en Afganistán de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) informó que hasta hace tres años, la mayor parte de la droga con que se traficaba en el país asiático era opio, pero hoy cerca del 90 % se convierte en morfina y heroína antes de venderlo al exterior.
¿Cómo se realiza el tráfico de drogas en Estados Unidos?
Según el libro “Los Narcos Gringos”, el papel central en todas las operaciones es el de los llamados «brokers» o intermediarios.
Estos personajes contactan a los carteles proveedores, generalmente mexicanos, y se encargan de la mayor parte de la ruta que siguen las drogas en territorio estadounidense.
Los «brokers» buscan bodegas o casas para guardarlos, y a veces también contactan a los dueños de ranchos en la frontera con los capos mexicanos para acordar el libre paso de su mercancía.
En caso necesario consiguen personas que les ayuden a empaquetar o seleccionar la droga, así como para resguardar el cargamento. El libro de Esquivel describe cómo son aquellos que participan del circuito del narcotráfico en Estados Unidos.
Movilización de la droga
Para eso los brokers contratan a choferes de camiones de carga, o personas que utilizan sus autos particulares para el transporte. La droga se entrega al responsable de una ciudad, pueblo o barrio determinado, quien a su vez la envía a los distribuidores de cada calle, Informó Jesús Esquivel, el también periodista del semanario mexicano Proceso y autor del libro La DEA en México.
Motivación financiera
Según la agencia antidroga de Estados Unidos, la DEA, un kilo de cocaína en Tijuana, México, cuesta unos US$10.000 pero al cruzar a San Diego, California, a unos kilómetros de distancia, aumenta a US$20.000. En su destino final, como Chicago o Nueva York, el precio supera los US$30.000. La cantidad puede aumentar hasta cuatro veces, según la pureza la mercancía.
Los proveedores son imperceptibles, pueden ser desde una ama de casa hasta un estudiante, con rasgos propios de un estadounidense, es decir, utilizan a mujeres anglosajonas jóvenes, rubias y con niños para que transporten las drogas sin levantar sospechas.
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Zonas de Producción
Por otra parte la oficina antidroga de la Casa Blanca identifica veintiséis zonas del país como centros para la producción, distribución y consumo de drogas. Esas zonas, en el lenguaje burocrático de Washington, son llamadas High Intensity Drug Trafficking Areas (HIDTA), y la de la zona de Los Ángeles está considerada como la más importante: las mismas autoridades de ese país identifican la existencia de unos 145 cárteles locales que se dedican a producir y comercializar drogas en el sur de California. En Nueva York, la HIDTA considera que existen doscientas sesenta organizaciones criminales trabajando simultáneamente, muchas de ellas dedicadas, sobre todo, al lavado de dinero. Otra HIDTA está ubicada en Washington y Baltimore. Más al sur, otra región ocupa toda la zona costera del golfo de México.
En Seattle también los índices de consumo son muy altos, lo mismo que la producción tanto de marihuana como de metanfetaminas, mientras que en Houston existen unos 169 grupos dedicados al tráfico de drogas, abastecidos por el cártel de Juárez. Por su parte, Iowa, Kansas, Misuri, Nebraska y Dakota del Sur se han especializado en producir y distribuir metanfetaminas.
A pesar de los decomisos, centenares de toneladas de drogas siguen entrando cada año a Estados Unidos. Cuando hay evidencias tan visibles de cuáles son los narcotraficantes más grandes del mundo, que esparcen la muerte a sus habitantes mediante productos estupefacientes y que pretenden con una doble moral intervenir en la soberanía de otros países, vale la pena preguntarse ¿cuáles con los mecanismo internacionales que se pueden implementar para detener al imperio? Quizás ellos ya conocen la respuesta: la unión Latinoamérica a la que tanto temen y que ha sido golpeada y saboteada constantemente por ellos.
Patricia Abreu Guillén / piag1211@gmail.com
Fuente:
http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1892