Entrevista a Mercedes Olarte Castillo por Charles Delgado
Para la integrante del Comité de Familiares y Amigos del 4-Febrero, Mercedes Olarte Castillo, el 4 de febrero de 1992 fue la mecha del despertar de un pueblo oprimido por un gobierno entregado a los dictados neoliberales del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Olarte Castillo formó parte de esa sociedad, aquejada por las carencias económicas causadas por la Cuarta República. Cuando se vivía un desabastecimiento creciente de los alimentos básicos, una inflación galopante y persecuciones por su posición política.
Con ese precedente, arrastrados por el Caracazo del 27 de febrero de 1989, militares insurgen indignados por la actuación opresora de las Fuerzas Armadas contra el pueblo; el Comandante Hugo Chávez, líder del Movimiento Revolucionario Bolivariano 200 (MBR-200); empieza una rebelión militar en defensa de los intereses supremos y sagrados de la sociedad venezolana.
Al ser arrestado, el Comandante Chávez asumió la responsabilidad de los hechos y llamó a dejar las armas; porque un militar debe empuñarlas para defender la soberanía y no para matarla; y en ese momento expresó su sempiterno «Por Ahora».
Esa frase, Mercedes Olarte Castillo la recordó como una expresión de esperanza ante el caos causado por el Estado represor contra los pobres, pobladores de los sectores populares.
Como sardinas en lata
Tras la detención del Comandante Chávez, iniciaría para Olarte una etapa de su vida marcada por el líder de la Revolución Bolivariana, que continuó mientras él estaba encarcelado, por dos años, junto con otros militares en el centro de reclusión de Yare.
Luego, Mercedes Olarte, se acercó a los miembros de la rebelión; dando frente al Cuartel San Carlos una demostración de solidaridad y respaldo a quienes querían rescatar al pueblo.
La información del traslado de los insurgentes, del San Carlos a Yare, hace que Olarte se movilice junto a otros del Comité para acompañarlos en un vehículo, desde Caracas al nuevo sitio de reclusión en el Estado Miranda; porque se decía que pretendían asesinarlos por encabezar la rebelión contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez.
Olarte Castillo narró que en el automóvil de un conocido, apretados como «sardinas en lata», recorrieron todo el trayecto hasta la cárcel de Yare. No hubo ningún inconveniente, los del MBR-200 llegaron a salvo, sin novedad.
Ya con el lugar definido, comienza un periodo de lealtad de quien en su momento sería referencia de lucha y constancia en el centro de reclusión por los militares rebeldes.
Cuatro meses de espera
Comentó Mercedes Olarte, lo difícil y complicado que era acceder a la cárcel porque los familiares tenían prioridad mas no los amigos, ni los seguidores de la causa; porque el gobierno de CAP quería aislar a los revolucionarios de quienes estuvieran a favor del MBR-200.
El gobierno colocó barreras de hierro en las adyacencias de Yare; y no estaba permitido acercarse a los edificios donde había reos por diferentes delitos.
Ya habían pasado días; el Ministerio de la Defensa solo permitía la entrada de familiares directos, no seguidores, donde se encontraban los del MBR-200; y esa decisión afectó al Comité.
Olarte nos cuenta que durante cuatros meses se mantuvo, a las afueras de la cárcel de Yare porque no le permitían acceder; recordó que quien quisiera entrar debía dirigirle una carta al ente encargado de custodiar a los miembros del MBR-200 en Yare. Si obtenía su aval, entonces podía entrar de visita los días jueves o sábados.
La resistencia de Mercedes Olarte Castillo, junto con la formación que le dio su padre, quien militaba en el Partido Comunista de Venezuela, la hizo permanecer alerta durante 120 días a las afueras del centro de reclusión mirandino.
Inspiración bolivariana
Olarte mantuvo su alegría y por fin, cuando le concedieron el acceso, tras cumplir con los protocolos de seguridad de Yare; pudo entrar al cuarto donde estaban los integrantes del MBR-200, quienes ya tenían información del Comité y de ella.
Cuando Mercedes Olarte Castillo entró, todos estaban parados firmes, en fila, demostrando respeto, y reconocimiento por haber persistido por tanto tiempo para poder entrar a la cárcel.
Desde el principio, ella se puso a la orden de todos, en especial del Comandante Chávez, con quien pudo interactuar y ganarse su confianza y respeto.
Ese encuentro hace 29 años marcó a Olarte Castillo, quien no dejó de ir a la cárcel, para conocer mejor al Comandante Chávez y los demás, nos contó.
En el cuarto, ellos no tenían nada; pero gracias a conocidos e integrantes del comité, les proveyeron de artefactos de línea blanca para mejorar las condiciones dentro de su habitación.
Ella les llevaba dulces, hallacas, entre otros alimentos a los integrantes del MBR-200; en las visitas, y para los compartires organizados por ellos.
Nunca Olarte Castillo escuchó del Comandante Chávez aspiración personal alguna de ser presidente de la República, solo vio a un colectivo que creía en darle la mayor suma de felicidad al pueblo, inspirándose en el Libertador Simón Bolívar, Ezequiel Zamora y Samuel Robinson.
Mercedes Olarte describió que tuvo varias misiones para sus visitas a Yare, entre ellas, se le encomendó llevarles una bandera; porque las autoridades les habían quitado el tricolor. «No sabía qué hacer. Pero la orden era traerla», señaló.
Salida de Yare
Arriesgando su acceso, logró pasar la bandera sin que los custodios se dieran cuenta. Al hablar con el Comandante Chávez, le informó que había traído lo pedido debajo de su ropa.
Está fue una de las tantas misiones cumplidas por Mercedes Olarte Castillo durante dos años; mientras allá estuvieron los rebeldes del 4-F. Y ella aprendió sobre la vida militar de quienes tenían la esperanza de rescatar al pueblo venezolano del caos propiciado por CAP.
Con los ojos húmedos, al ver gráficas de cuando estuvo en Yare con Chávez, Olarte recordó cada día que compartió con los sublevados encerrados en la Cárcel de la Dignidad, tal como la calificó el líder de la revolución.
Tras la liberación de la prisión en 1994, Olarte Castillo siguió los pasos del Comandante Chávez, a pesar de las persecuciones de la DISIP por empeñarse en la causa del MBR-200. Eso no la detuvo, sino que la hizo mantenerse en la lucha; leal a los principios bolivarianos.
Nos contó Olarte Castillo que Chávez se fue a vivir a Vista Alegre en Caracas, donde residió por corto tiempo, porque por seguridad no podía mantenerse en un mismo sitio; pero mientras estuvo allí ayudó a Chávez con las labores del hogar.
Tras tres años de acompañamiento, Olarte, cambió su vida por la lucha por la libertad. No se arrepiente de esos momentos; si se repitiera la oportunidad lo haría de nuevo, resaltó.
Después de que el Comandante Chávez se mudó de Vista Alegre, en 1994, Olarte Castillo no tuvo contacto con el líder, quien desde su salida de Yare continuó la revolución.