La función esperada de una oposición es que haga críticas sobre los programas oficiales que funcionan mal. Pero, con frecuencia, las oposiciones critican todo lo que hacen los gobiernos y no se concentran en lo que hacen mal, sino en lo que hacen bien, en las políticas exitosas. La razón es pragmática: si un gobierno lo hace bien, es más difícil derrotarlo (o derrocarlo).
La derecha venezolana es así: se opone a todo lo que haga la Revolución, pero cuando se concentra demasiado en algún aspecto, es casi seguro que se trata de una política bien encaminada a la que está tratando de dinamitar. Acá veremos cuatro ejemplos:
Los CLAP, antes que nada
Las fuerzas antichavistas, que incluyen partidos políticos, el empresariado tradicional, la alta jerarquía de la Iglesia Católica y muchos medios de comunicación, han centrado sus ataques en los Comités Locales de Abastecimiento y Producción. ¿Por qué? Alguien podría decir que lo hacen porque les ven muchas fallas, pero todo parece indicar que, muy por el contrario, a los opositores, les preocupa que este programa tiende a consolidarse positivamente.
Los líderes partidistas, magnates, curas y editores escuálidos deben tener información fidedigna según la cual los CLAP no solamente han logrado establecerse bien en zonas populares, sino también en algunas de clase media, lo cual es un motivo de angustia para quienes tienen su enclave electoral fundamental en ese segmento social.
En numerosas urbanizaciones de clase media, se han conformado CLAP y, así, los vecinos han tenido acceso a los productos, sin discriminaciones políticas. El costo de los productos, muy inferiores a los del comercio convencional, y bestialmente menores que los de los bachaqueros, ha puesto a pensar a los ciudadanos de este nivel socioeconómico. Aunque casi ninguno lo admitirá nunca en público, no son pocos los que reconocen que el Estado hace un esfuerzo titánico por contrarrestar la guerra económica. Y, muy en su fuero interno, se lo agradecen.
Los comités podrían modificar radicalmente el enfoque de los electores que, en diciembre de 2015, se inclinaron por la oposición. La MUD, los grandes empresarios, los taimados jerarcas religiosos y los pérfidos propietarios de medios saben que existe este riesgo. Por eso, lanzan toda su artillería contra los CLAP.
Precios petroleros
Otro foco de ataque de las fuerzas antigubernamentales es el comportamiento de los precios petroleros. En vista de que ha habido un aumento sostenido en los mercados internacionales, los ilustres cerebros opositores hacen toda clase de maromas para negar que el gobierno venezolano tenga algún mérito en esos resultados parciales.
La conducta de estas personas es digna de un estudio. Están a bordo del mismo barco, saben que el país todo sufre con los precios bajos, pero hacen todos los esfuerzos que están a su alcance para que no suban. Si de ellos dependiera, estarían por debajo de los 20 dólares. No es que estén locos, sino que creen firmemente que el colapso del mercado petrolero logrará lo que ellos mismos, como oposición política, no han logrado: derrotar (o derrocar) al régimen.
Miedo a la yuca
La guerra económica necesita una población inerme. Cuando la gente aprende a defenderse, hay que sabotear esa forma de defensa. Esto ha quedado claro con la campaña lanzada para aterrorizar a las personas que optaron por consumir yuca, en lugar de esperar horas por una canilla de pan a precios de escándalo, o de rendirle pleitesía a la harina de maíz precocida procesada por el fabricante de cerveza.
Perversos hasta niveles criminales, los impulsores de estas matrices de opinión ponen a circular versiones sobre el alto riesgo de envenenarse que estarían corriendo quienes consuman el tubérculo. La fruición con la que cantan a coro los políticos, los empresarios, los monseñores y –sobre todo- los canallas mediáticos es la mejor prueba de que la yuca les estaba estropeando su guerra.
Panas de los panaderos
Las largas colas para comprar pan han sido una de las formas de demostrar, según la oposición y sus aliados, el fracaso del modelo económico del gobierno. Por eso, cada vez que las autoridades toman alguna medida para tratar de poner orden en este sector comercial, saltan todos juntos (líderes de la MUD, empresarios, políticos en sotana y medios de comunicación) a defender los derechos de quienes hacen todo lo posible por molestar al pueblo.
Tras las acciones dispuestas por la Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socieconómicos, el alto mando de la guerra económica salió, raudo, en defensa de sus panas, los panaderos especuladores. La militancia opositora corriente, la que va a las panaderías, sabe de los abusos, arbitrariedades y faltas de respeto de muchos de esos señores. Pero la dirigencia tiene que respaldarlos porque no pueden permitirse la posibilidad de que las colas del pan desaparezcan. Sonará retorcido, pero eso, para ellos, sería una gran derrota.