Clodovaldo Hernández
Negarlo todo, incluso la confesión del autor material
Una de las maneras de defender un crimen es negarlo. En el caso de los opositores venezolanos se llega a menudo al extremo de hacerlo a pesar de que los perpetradores materiales del acto lo han admitido públicamente.
Ya lo han hecho antes, al negar los delitos confesados por individuos como Roland Carreño (caso de aprovechamiento indebido de los fondos de Citgo) o Juan Requesens (magnicidio fallido de agosto de 2018), pero ahora lo han hecho con respecto a un asunto colectivo, al bloqueo y las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos y Europa.
Durante años han negado que las mal llamadas “sanciones” y el bloqueo afecten a la generalidad de la población. Lo han hecho a pesar de que psicópatas como el exembajador William Brownfield lo habían admitido en declaraciones dadas hace varios años ya.
En las últimas semanas, una dependencia del gobierno estadounidense, la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO, siglas en inglés) reconoció en un informe oficial que esas políticas de EEUU han devastado la economía venezolana. Pero, sobreponiéndose a ese mea culpa, los opositores domésticos niegan que tales actos extorsivos sean causantes de daño alguno.
Es decir, que por un lado sale el asesino, sin que nadie lo haya torturado o presionado y dice que “sí, yo los maté”, y por el otro saltan los cómplices a tratar de desmentirlo. Un clásico.
Justificar el delito en nombre del bien superior
Algunos, con un poco más de sentido del ridículo, aunque con la misma frialdad de alma, se suman a la admisión de los hechos ya pronunciada por los autores directos del crimen, pero dedican sus esfuerzos a justificar la acción, bajo el argumento de que responden a la búsqueda de un bien superior.
Son los que dicen que es cierto que el bloqueo y las medidas coercitivas unilaterales han causado muerte, enfermedad, desnutrición, ruina, migración masiva, largas colas en las gasolineras y demás calamidades. Pero todo eso se ha hecho para que se acabe el régimen castrochavomadurista.
Por supuesto que los que dicen esto no han muerto a causa de las represalias gringoeuropeas. La mayoría, de seguro, tampoco ha visto morir a un familiar ni ha sufrido consiguiendo un medicamento ni ha pasado hambre. Después de todo, tales dramas les ocurren a quienes viven en Venezuela, especialmente a los más necesitados. No a la mayoría de estos “luchadores por la democracia”, que están «exiliados» en Miami, Bogotá o Madrid.
Culpar a la víctima
Es típico de los casos de atraco, secuestro, situación de rehenes o violación. Siempre sale alguien a culpar a las víctimas, diciendo que se resistió a entregar sus pertenencias; que no pagó el rescate; que no accedió a las exigencias del hombre armado; o que llevaba una ropa demasiado sexy.
En nuestro caso, los opositores culpan al gobierno de Nicolás Maduro de los desastres causados por el bloqueo y las medidas coercitivas porque se ha negado tercamente a entregarle el poder al autoproclamado, es decir, se niega a atender las exigencias de los pranes del planeta.
También culpan al pueblo porque, a pesar de tanto sufrimiento, no se ha lanzado a las calles a protestar contra el gobierno.
Y culpan al socialismo porque ese tipo de ropa está prohibida. Quien se la ponga en este mundo superdemocrático, se arriesga a que lo violen.
Decir que ahora hay que pasar la página
Una cuarta fórmula de amparo a un crimen de lesa humanidad es comenzar a trabajar para que quede impune.
La estratagema predilecta en estas situaciones es que, siendo los responsables de la tropelía, se muestran dispuestos a «perdonar». Insólito.
Los personajes que aplican esta modalidad suelen decir frases como «todos cometimos excesos, todos nos equivocamos, pero llega la hora de pasar la página».
Pero, la verdad del asunto es que en esta larga historia de ataques inclementes, hay unos agresores (que son EEUU, sus satélites de la Unión Europea y la derecha latinoamericana, incluida la de Venezuela) y una agredida, que es Venezuela y la totalidad de su población (incluyendo los opositores comunes). En lo que respecta al bloqueo y las medidas, no queda duda de que han sido acciones arbitrarias y unilaterales. No nos vengan ahora con que todos tenemos algo de culpa. Como solía decir el comandante Chávez: por más que se tongoneen, siempre se les ve el bojote.