1. Una Época de Crisis. El mundo experimenta una degradación humana como consecuencia de la crisis del capitalismo. La decadencia de la hegemonía estadounidense, cuestión que potencia la voracidad del imperialismo norteamericano, agrava los problemas que enfrenta la humanidad. El planeta sufre la destrucción ocasionada por el modelo imperante. La vida está en peligro de extinción.
2. Venezuela en la Geopolítica Mundial. El país se encuentra en el centro de la disputa geopolítica regional. La revolución venezolana ha sabido retomar con sabiduría el ideario bolivariano para impulsar la unidad de Nuestra América y enfrentar los planes geo-estratégicos de la Casa Blanca. Venezuela ha materializado importantes alianzas con potencias emergentes que reclaman un nuevo orden mundial. Sin dudas, Venezuela es un referente antiimperialista que es sinónimo de dignidad; así como de lucha por la autodeterminación de los pueblos. Por su parte, el Pentágono ha convertido a Colombia en su principal plataforma militar en la región. La Doctrina Damasco es el esfuerzo de adecuación impuesto a los militares colombianos para preparar a sus fuerzas armadas ante un eventual ataque a Venezuela. El imperialismo intenta frenar la ola de triunfos de los gobiernos progresistas y de las luchas populares en el continente. Venezuela es el epicentro de la política internacional de la región y su derrota es el objetivo estratégico para frenar los cambios en el continente. En otras palabras, el destino de la Revolución Bolivariana es trascendental para Nuestra América y tendrá innegables repercusiones de carácter mundial.
3. Desafíos de la Revolución Bolivariana. El proyecto bolivariano vive un momento decisivo. La economía enfrenta grandes retos. Las mayorías nacionales viven graves problemas y reclaman soluciones concretas. El imperialismo acecha. Diversas administraciones en la Casa Blanca han montado un dispositivo militar contra Venezuela. El bloqueo económico-comercial es una realidad innegable. Desde Colombia se urden nuevas agresiones. La Doctrina del Poder Inteligente retoma fuerzas, los poderosos intentarán acabar nuestro sueño y se plantean un cambio de gobierno por cualquier vía. No basta con lo que estamos haciendo, es necesario corregir lo que haya que corregir para salir airosos.
4. La Disputa por la Hegemonía. El ataque permanente contra Venezuela se orienta a generar cambios geopolíticos en la región en su conjunto. La disputa por la hegemonía abarca toda la realidad. La subjetividad también está en disputa. Las elecciones del 6 de diciembre reflejan esa batalla y nos lleva a reflexionar que debemos hacer más para acometer los desafíos presentes y futuros. Necesitamos una mayoría más estable a favor del socialismo, debemos acumular fuerzas, preservar la unidad, reconstruir un núcleo duro capaz de impulsar mayores cambios, ampliar las alianzas y perfilar una práctica política en consonancia con los intereses nacionales y los anhelos de los explotados. Una correlación de clases y fuerzas sociales más sólida, en el plano nacional e internacional, es fundamental para sostener a la Revolución Bolivariana.
5. Unidad Anti-Sistémica. La nueva hegemonía se edifica desde las luchas cotidianas, se fundamenta en una concepción socialista y, por ende, cuestiona a fondo al capitalismo. Una unidad anti-sistémica impugna las injusticias, denuncia los privilegios, propugna la radicalización de la democracia, demanda cambios profundos permanentes y perfila transformaciones anti-capitalistas.
5. Unidad Antiimperialista. La hegemonía que necesita la Revolución Bolivariana es de carácter anti-sistémico pero trasciende a los socialistas y las fronteras de los Estados-Nacionales. El proyecto bolivariano es por su esencia de carácter internacional. Nuestro esfuerzo reconoce, apoya y debe militar en las causas libertarias de los pueblos. En el país, una nueva hegemonía amerita convocar también a quienes no son anti-capitalistas pero defienden la independencia y la integridad territorial de Venezuela. El anti-imperialismo, en su espíritu unitario, confecciona nuevos horizontes, requiere amplitud teórica, combate al sectarismo, debate fraterno, reconocimiento de la pluralidad y respeto a la diferencia. El Congreso Bicentenario también debe trabajar la unidad anti-imperialista.
7. Gobierno, Partido y Poder Popular. Distinguir las diferencias entre las funciones de gobierno, el rol de los partidos y el papel del Poder Popular es clave para preservar el proyecto bolivariano. La versatilidad de los partidos y del Poder Popular permite adoptar iniciativas que le están vedadas al Gobierno. Aprovechar sus potencialidades, desarrollar su capacidad de organización y promover su espíritu crítico, coadyuva a desarrollar iniciativas que necesita la Revolución pero no puede emprender el Gobierno por razones de Estado. El Congreso Bicentenario debe, siguiendo las orientaciones del Comandante Chávez, defender la autonomía del Poder Popular.
8. La Sociedad Comunal y la Ciudad Comunal. El tema debe tener un lugar central en la agenda de debates del Congreso Bicentenario. En el Congreso debe surgir un plan de acción para crear las Ciudades Comunales pero también delinear las claves teórico-políticas de la sociedad comunal. El reto demanda un debate profundo, mayor espíritu auto-crítico, colocar el acento en la participación popular, mayor amplitud, una nueva concepción del poder y un ejercicio distinto de la toma de decisiones. La sociedad comunal es el horizonte estratégico, la ciudad comunal es un momento en esa dilatada construcción socio-política.
9. La 1 Internacional Antiimperialista del Siglo XXI. La globalización neoliberal impone retos comunes a los pueblos. Se hace imperioso debatir en el Congreso Bicentenario sobre una instancia internacional que defienda la vida, la paz y la autodeterminación de los pueblos. Relanzar esta idea aprobada en el Encuentro Mundial Anti-Imperialista de 2020 es fundamental para las luchas de Nuestra América y el mundo.
10. Una idea del Comandante Chávez. «El vivo, efectivo y pleno ejercicio del poder popular protagónico es insustituible condición de posibilidad del socialismo bolivariano del siglo XXI».
Por Fernando Rivero
@friveroosuna