La distopía de sociedad que representó 1984, la novela de George Orwell, repleta de recursos increíbles para la vigilancia, nos tiene zambullidos hoy en un mundo extraño y contradictorio. El pasado ha vuelto. Facebook ha rescatado los “dos minutos de odio” diarios, aquel ejercicio obligatorio de los ciudadanos de Oceanía en el que todos entraban en trance, descargando su ira verbal contra el que disiente del sistema orwelliano. Los flujos de información van y vienen, invisibles por el aire, y quedan almacenados en cascadas de servidores. El Big Data permite a la información interpretarse a sí misma y adelantarse a nuestras intenciones. Es un indicador de cuánto saben las grandes empresas de nosotros y, lo más preocupante, expone lo fácil que está siendo convertir las cacareadas democracias en dictaduras de la información dispuestas a encerrar a cada ciudadano en una burbuja observable, parametrizada y previsible.
El imperio de la vigilancia, de Ignacio Ramonet, parece estar escrito por Winston Smith, el protagonista de 1984, tras resucitar con el campanazo de Edward Snowden, el exagente de la CIA que reveló las escandalosas violaciones y el espionaje masivo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), de Estados Unidos. Pero el tono de la lúcida aproximación a los “estados orwelianos”, que ofrece este libro, parece estar marcado no tanto por lo que dijo Snowden el 7 de junio de 2013 –él, en definitiva, dio cuerpo a lo que ya sabíamos-, sino por la escasa conciencia o la indiferencia frente al ejército de la vigilancia y el control mundial, que hace su agosto en nombre de la lucha contra el terrorismo y al amparo del proceso de centralización que ha sufrido Internet en los últimos años.
Ramonet, director de Le Monde Diplomatique en español, especialista en geopolítica y estrategia internacional, consultor de la ONU, cofundador de Media Watch Global, autor de Cien horas con Fidel y de Hugo Chávez: Mi primera vida, formidable periodista por más señas, en esta ocasión, explora a grandes trazos la historia del gran sistema de vigilancia basado en las nuevas tecnologías, que comenzó a fraguarse hace casi ocho décadas y que ha terminado cambiando la estructura del control, ante un poder casi exclusivo del Estado, ahora en manos públicas y privadas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, EEUU y Reino Unido crearon Ukusa, la alianza de cinco países para hacer frente a los soviéticos. De ahí, nació la red Echelon, el sistema mundial que intercepta comunicaciones privadas y públicas, y que no ha dejado de crecer y extenderse a todos los nuevos medios de comunicación. A la cabeza de esta red se encuentra la NSA y su núcleo, la Special Source Operations (SSO), el servicio de información más poderoso de la Tierra. Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft y otras grandes compañías de Internet le suministran una ingente masa de información y, a la vez, sacan enorme provecho económico del pastel on line.
“Con la centralización de Internet, la ‘democracia digital’, en la que se pudo creer en los albores, se ha revelado como una impostura y un engañabobos”, escribe Ramonet, quien aporta tal profusión de pruebas de lo que dice que, incluso aquel lector familiarizado con estos temas, quedará sobrecogido. En esa misma dirección, avanzan, en la segunda parte del libro, las entrevistas con Julian Assange, fundador de Wikileaks y refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres, y con Noam Chomsky, el académico que revolucionó la lingüística moderna y ha hecho la crítica más feroz a los medios de comunicación convertidos en empresas privadas, muchas de ellas trasnacionales, siempre afiliadas a la dominación ideológica…
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Rosa Miriam Elizalde /Redacción Web.