Excelentísima ministra de Asuntos Exteriores de Suecia, Ann Linde.
Venezuela y Suecia han estado unidas por importantes lazos científicos y culturales que hermanan a ambos pueblos: el científico Humberto Fernández Morán y el poeta Aquiles Nazoa, son buenos ejemplos de esta hermandad.
El primero, fundador del IVIC e inventor del bisturí de diamante, hizo una residencia de neurocirugía en el Hospital Serafimer en Estocolmo mientras trabajaba como investigador en el área de Microscopía electrónica de 1947 a 1949 en el Instituto Nobel de Física y luego en el Instituto de Investigación Celular y Genética del Karolinska Institutet, en Estocolmo, entre 1948 y 1951, año éste en que recibió una maestría en biología celular. En 1952 egresa del doctorado en biofísica de la Universidad de Estocolmo. El 17 de marzo de 1999, muere en la capital sueca. Por cierto, Ann (permíteme que te tutee), Estados Unidos quiso postular a Fernández Morán para el premio Nobel con la única condición de que se hiciese ciudadano estadounidense, y obviamente, nuestro científico se negó porque la nacionalidad bolivariana no se negocia, es infinita. Hablando de Alfred Nobel, ¿sabías que él inventó la dinamita que inventaron en China en el siglo 9 antes de Cristo?
Ann, nuestro país acogió entre 1843 y 1874 a humildes trabajadores suecos y noruegos que huían del hambre. Nuestro pueblo se honra de haber tenido en nuestras aulas a pedagogas de la talla de Astrid Erickson, quien permaneció en Venezuela por más de 25 años hasta la fecha de su muerte; Levi Hagberg, quien fundó el Colegio EL Libertador en Maracaibo en 1919; Anna Gundersen Hansen, Huldah Magnuson y Hanna Fex, quienes entregaron su magisterio en Rubio, estado Táchira, en las primeras décadas del siglo XX.
Ann, Suecia tiene una parte de su historia política que nada tiene que ver con la grandeza de genialidades como el dramaturgo August Strindberg, los cineastas Victor Sjöström e Ingmar Bergman, los directores de fotografía Sven Nykvist, Oscar Rosander y Gunnar Fischer, las actrices Greta Garbo, Bibi Andersson, Eva Dahlbeck, Ingrid Thulin, Ingrid Bergman, Gunnel Lindblom, Gunn Wållgren, Ewa Fröling, Ulla Jacobsson y Harriet Andersson, los actores Max von Sydow, Gunnar Björnstrand, Allan Edwall, Erland Josephson, Jarl Kulle y Jan Malmsjö, la soprano Jenny Lind, el tenor Jussi Björling, el escritor Pär Lagerkvist y la escritora Selma Lagerlöf.
Ann, cuando te comunicaste con Juan Guaidó para hablar sobre los planes que desarrollan en Washington para destruir la democracia venezolana repitiendo literalmente el guión de Donald Trump, te pusiste al nivel de los voluntarios suecos que colaboraron con el régimen de Adolf Hitler en las unidades nazis que invadieron a la Unión Soviética durante la Operación Barbarroja. Ann, tu actitud irrespetuosa como diplomática que eres, equivale a todo el acero y maquinaria que Suecia le proporcionó a la Alemania nazi; equivale a la “supuesta neutralidad” durante la Guerra Fría que coqueteaba con Estados Unidos; equivale al modelo corporativista que favorecía a las grandes empresas capitalistas; equivale a la participación de las tropas suecas bajo el mando de la OTAN y la Unión Europea en guerras como las de Afganistán y en operaciones de las «fuerzas de paz» en Kosovo, Bosnia-Herzegovina y Chipre; equivale al armamento bélico producido por empresas suecas utilizado por el ejército estadounidense en Irak.
Ann, no crea usted que es la primera vez que Suecia se mete en asuntos venezolanos. En 1732 hubo un intento de colonización sueca entre el Bajo Orinoco y el Río Barima en nuestro Esequibo.
Pienso que usted está muy lejos de Raoul Wallenberg, Dag Hammarskjöld y Olof Palme. ¿Sabía usted que éste último se aproximó al movimiento de países no alineados, se convirtió en el primer líder europeo en hacer una visita oficial a Cuba tras la revolución condenando la intervención estadounidense, apoyó al Congreso Nacional Africano en su lucha contra el apartheid, criticó a Estados Unidos por la guerra de Vietnam, denunció las últimas ejecuciones políticas del franquismo de septiembre de 1975, defendió el derecho a la autodeterminación de Palestina y condenó enérgicamente el golpe de Estado en Chile del 11 de septiembre de 1973? ¿Por qué sería asesinado el 28 de febrero de 1986?
Lamento que usted, Ann Linde, no alcance el estatus de dignidad que demostró el embajador sueco Harald Edelstam, “el clavel negro”, cuando optó por defender al pueblo de Allende y no al dictador Augusto Pinochet en la Santiago ensangrentada.
Yo prefiero la Suecia que te es ajena, es decir, la del “Borrador de observaciones hechas en el viaje de Cumaná a Guayana” escrito por Pehr Löfling, botánico que quedara sembrado en San Antonio del Caroní el 22 de febrero de 1756. Yo prefiero la Suecia que se baña en la Fontana de Trevi en la esbeltez de Anita Ekberg; la del gran movimiento coral; la que acogió en sus aulas a Ángel Moro; la de los goles de Zlatan Ibrahimović, la del apellido de casada de María Egilda Castellanos; la de aquellos raquetazos de Björn Borg, la de Pippi Calzaslargas de Astrid Lindgren, la del jazz afrocubano que se enaltece en el piano de Bebo Valdés y hasta la de las baladas del grupo Abba, porque, como nos dice el ruiseñor de Catuche, y con esto cierro: “Verdaderamente, nunca fue tan claro el amor como cuando Hans Christian Andersen amó a Jenny Lind, el Ruiseñor de Suecia”.
No tan atentamente, Alí Ramón Rojas Olaya.