Nos duele Colombia, nos duele su pueblo explotado por una oligarquía apátrida y asesina, que hizo de la violencia y la muerte instrumentos de gobierno para sojuzgar a los trabajadores, los campesinos y los estudiantes de ese país; para llenar de sangre ciudades, pueblos, caseríos y campos colombianos. Nos duele Colombia que surgió primero de la mente de un gigante: Sebastián Francisco de Miranda, que la concibió como Colombeia. Nos duele Colombia porque es creación del Libertador Simón Bolívar y en su suelo se regó la sangre de soldados venezolanos que fueron allá, con Bolívar al frente, a pelear junto a los neogranadinos para liberar esa tierra de la opresión colonial de España.
La oligarquía colombiana no sólo odia a los venezolanos y a Venezuela, odia al propio pueblo colombiano. Siempre fue así, por eso fue enemiga de Bolívar y se encontró con un traidor como Francisco de Paula Santander y otros de su estirpe, algunos de ellos venezolanos como Pedro Carujo, para intentar asesinarlo físicamente primero y cuando fracasaron en ese intento, intentaron asesinarlo moralmente con la mentira y la malediciencia, acusándolo de dictador y de querer coronarse rey, cuando la vida y obra de Bolívar es expresión de todo lo contrario, la revolución que dirigió durante más de 20 años fue profundamente republicana, democrática y popular. Y decimos que esa oligarquía de Colombia odia al pueblo colombiano, porque tiene casi 200 años sojuzgándolo, porque todos sus gobiernos, desde Santander hasta el actual han sido instrumentos de ella para garantizar sus intereses y los de las grandes potencias, y para reprimir al pueblo y sus dirigentes cuando el pueblo colombiano se lanza a luchar por sus derechos como sucede en estos días. Una oligarquía tan servil y genuflexa al imperialismo que fue el único país del continente que envió tropas a pelear al lado de los yanquis a la guerra de Corea en los años 50 y desde hace varios años permite la presencia de tropas estadounidenses en su suelo para agredir a Venezuela.
Los pueblos de Colombia y Venezuela somos hermanos, es así históricamente, tenemos un mismo Padre: Bolívar. Chávez reivindicó esa hermandad y por eso siempre hemos estado dispuestos a cooperar con la paz en Colombia, que tiene más de 70 años en guerra. Hoy recuerdo una gran verdad dicha por mi hermano Fernando Soto Rojas en un acto con colombianos en Venezuela en 2011; ahí dijo: “ríos de sangre nos separan de la oligarquía colombiana, ríos de sangre nos unen al pueblo colombiano”. Viva el pueblo colombiano que lucha y triunfará. Seguimos venciendo.