Todos lo conocimos como el valiente soldado que se puso al lado del pueblo en el golpe contra el Comandante Chávez, las imágenes del General ondeando una bandera de Venezuela; con un megáfono y un fusil cruzado en el pecho; sobre un tanque de Guerra rodeado de pueblo; frente a Fuerte Tiuna; junto a Iris Varela, leyendo la carta del Comandante que decía que no había renunciado; son íconos que le dieron la vuelta al mundo y construyeron un vínculo indisoluble entre el pueblo que salió a la calle a restituir a su presidente y la Fuerza Armada que hasta ese momento muchos veían con desconfianza.
Con el tiempo se fueron conociendo anécdotas de las acciones de valentía y lealtad que caracterizaron al General de la Patria; igual que en 2002, en pleno golpe de estado, cuando intentaron detenerlo y él, pistola en mano, enfrentó a sus temerosos captores; o sus intrépidas infiltraciones en medio de los militares golpistas para escuchar sus planes y luego organizar un contragolpe.
No solo fue leal en su acción, sino desarrolló para la posteridad este concepto, en su libro Conciencia de Lealtad, en el cual relata que la subordinación a los mandos superiores es indispensable en la Fuerza Armada, allí se expresa un nivel de la lealtad pero; si como sucedió en el Golpe de Abril los mandos militares se rindiesen a intereses extranjeros, existe una “lealtad superior, la de la Patria”; y a esos principios se deben todos y todas las que deciden asumir la carrera de las armas, recordaba en sus intervenciones.
Carneiro, como popularmente todo el mundo le decía, fue un hombre de confianza para Chávez. Junto a muchos otros en pleno sabotaje petrolero de 2002 y 2003, lo vimos montando mega mercados, ante el empeño de la oligarquía de rendir por hambre a los más humildes. Fue cabeza junto al Capitán Diosdado Cabello, en la intervención de la Policía Metropolitana; que para la época se había convertido en el brazo armado de la insurrección contra la Revolución Bolivariana y así lo vimos por muchos años; en la frontera o en la academia.
La oligarquía nunca perdonó su lealtad, personalmente nos relató como en la tumba de su madre colocaron un dispositivo con explosivo C4, pues todos los domingos iba junto a su esposa e hijos a llevarle flores y por suerte o destino, el reloj del explosivo falló y estalló un día antes de la fecha; así, dramáticamente se develó uno de los varios intentos para asesinarlo.
Luego de todas estas batallas, fue el tercer general después de Eleazar López Contreras y Lucas Rincón, en recibir más que merecidamente tres soles y transformarse en General en Jefe. En su pase a reserva activa, el Comandante Chávez, le siguió dando responsabilidades de primer orden; el nacimiento de los Consejos Comunales fue y es la célula fundamental del poder popular más importante del proyecto bolivariano; y para esa época se creó el Ministerio de Participación Popular y Desarrollo Social, el cual encabezó, y así se vivieron la primeras experiencias de transferencia de recursos y funciones, desde el estado heredado a las comunidades organizadas; además se conoció una etapa suya como ser humano; distinta al soldado valiente y leal, pero en la calle se encontró una histórica deuda social y económica producto de la desigualdad de años; y con la mirada noble del Presidente fundaron la Misión Negra Hipólita; mujer afrovenezolana que ante la orfandad de Simón Bolívar, como madre amorosa y protectora cuidó al futuro Libertador; por ello, con el nombre de Hipólita nació una Misión para rehabilitar y reinsertar a personas en situación de calle. Allí vimos al Carneiro humano, al revolucionario que se sentaba en la acera con el excluido, al que creaba casas de cuido y de alimentación para romper el último eslabón de pobreza generada por un sistema de desigualdad y miseria.
Con el tiempo y la experiencia llegó a la tarea final con la que coronaría su sitial de cuadro revolucionario. Después de la “tragedia de Vargas”, la autoestima del pueblo de La Guaira estaba por el suelo. Un pueblo chavista de corazón siempre había elegido candidatos de la Revolución; pero no tuvo mucha suerte con los resultados. Varios años después de que lo vimos en Minpades, la Revolución lo envió como precandidato a la Guaira; recordamos los resquemores porque él no era guaireño y en su discurso de la asamblea con los precandidatos, en el almacén de la Pepsi en Catia la Mar, dijo: si el Che, siendo argentino hizo una revolución en Cuba; yo, siendo caraqueño, vengo a hacer una revolución en La Guaira.
Y así fue, en el Círculo Militar de Mamo conversamos con el candidato el tema de la autoestima del guaireño; y él reconoció la necesidad de fortalecer ese amor propio, tan necesario, para hacer triunfar un proyecto colectivo.
Ya electo Gobernador, Carneiro se dedicó a levantar la autoestima del pueblo con obras, trabajo, esfuerzo, la recuperación de Mare, los terminales de Catia la Mar y La Guaira, los proyectos de producción y siembra en el Junko y Carayaca, los proyectos pesqueros, la construcción de la Cinta Costera, el Mercado Popular de Catia la Mar; él transformó a la Guaira en el estado más seguro del país. Su obra más emocionante, el estadio de la Guaira, entre muchas otras; le dio proyecto y perspectiva a ese estado y a pesar de las críticas que le pudieran hacer, algunas válidas, otras mal intencionadas; luego de todos estos años todo el mundo admite que sacó al Estado del foso; y junto al pueblo, que ahora camina pecho afuera y mirada adelante, trazó el camino de Chávez en el horizonte.
Nuestra última conversa fue de las más amenas, hablamos del cementerio y el sueño que tenía para su remodelación y dignificación; pues ya que había reivindicado la vida del pueblo, también quería hacer en su despedida, todo lo que le faltaba a la cinta costera, en miras a su inevitable reelección.
Sin lugar a dudas, junto a Chávez Carneiro resucitó a la Guaira; y hoy todo el país le rinde homenaje y le tendrá al frente por siempre.