Entrevista con el filósofo Fernando Buen Abad
Conversamos con Fernando Buen Abad, filósofo mexicano experto en semiótica militante y analista político internacional, rector internacional de LAUICOM.
-Este es un año de elecciones en América Latina, caracterizado por protestas populares, como las de Colombia. ¿Qué momento atraviesa el continente?
-A los ojos de nuestros pueblos, el modelo de saqueo, opresión y vasallaje impuesto por el imperialismo en el continente en los últimos años parece ahora insoportable. Las protestas aumentan: no solo en Colombia, sino también en Brasil y Honduras, donde se llevarán a cabo importantes procesos electorales. La prometedora rebelión de los pueblos muestra la necesidad de unirse en una agenda anticolonial y antiimperialista. Una fuerte demanda de cambio que nos invita a expresar y difundir este programa con una gran y unificadora campaña de comunicación que transmita la conciencia de esas luchas y las transforme en una organización internacionalista.
-El 23 de junio se realizará una nueva votación en la ONU por Cuba, ¿cree que la situación no cambiará?
-Hay muchas razones para no ser muy optimistas sobre la votación, dado que el repudio al grotesco bloqueo contra el pueblo cubano, expresado allí por la inmensa mayoría de países, ya puede considerarse un hecho histórico. Aún así, no pasó nada concreto. No podemos confiar en los mecanismos de la ONU, dominada como está hoy por intereses imperialistas y por un derecho de veto que en este caso es absolutamente irracional. La confianza, en cambio, hay que depositarla en el poderoso apoyo que están mostrando los pueblos y que tendremos que organizar y impulsar con una fuerte iniciativa de solidaridad internacional: para no dejar caer ni una sola de las voces de protesta contra el bloqueo.
-De cara al futuro, también hay elecciones en Venezuela y, primero, en Nicaragua, dos países donde la injerencia de las agencias estadounidenses es fuerte. ¿Cómo ve la situación en Venezuela en este delicado momento de transición?
-En Venezuela hay una gran fuerza política que podrá orientarse claramente incluso en las mega-elecciones de noviembre. El nivel de conciencia política es siempre muy alto, incluso si algunos sectores han sentido los efectos del bloqueo económico-financiero y parecen desmotivados. Yo la llamo desmoralización inducida. Sectores que dudan de la continuidad del proyecto bolivariano, socialista y chavista. A pesar de esto, creo que hay una gran fuerza organizativa en un pueblo que ha sabido recuperar su capacidad y ha dicho, muy claramente, que no pretende aceptar de ninguna manera, ni militar, ni política, ni económica, ni cultural, y mucho menos ideológica, ser derrotado por un imperialismo que cada día muestra su miserable arrogancia hacia todos los pueblos del mundo. El pueblo venezolano ha sido hasta ahora una vanguardia en América Latina y más allá, tanto en términos de resistencia como en su clara orientación antiimperialista basada en la diplomacia de paz con justicia social. Tengo plena confianza en que el proceso bolivariano será ratificado aún más con estas elecciones. Para la ocasión, también observamos una renovación de cuadros dirigentes socialistas con la entrada de gente muy joven, y la apertura de muchos frentes innovadores a nivel político y también geopolítico que hacen de este proceso electoral una ocasión de interés regional. Por eso estamos llamadas y llamados a acompañarlo y apoyarlo. Es gracias a Venezuela, que ha logrado frenar los intentos de invasión paramilitar, golpes de Estado, sabotajes; que hemos logrado preservar la paz en la región y debemos convertirla en piedra angular de la batalla internacionalista. Lo mismo creo que debe ser cierto para Nicaragua, sobre todo porque ya vemos las maniobras de la oligarquía a sueldo del imperialismo actuando dentro de ella, que acarician la idea de acabar con el proyecto sandinista. En Nicaragua, la gran fortaleza radica en las cifras, que indican el consenso electoral, y a a partir de las investigaciones en curso.
-Eres el creador y rector internacional de una importante «fábrica de contenidos» como LAUICOM, la Universidad Internacional de las Comunicaciones, con sede en Caracas. ¿Cómo configura su trabajo y a qué aspira?
-La idea de la Universidad Internacional de las Comunicaciones ha sido desde su origen una respuesta a las múltiples necesidades que tenemos que afrontar a partir de un diagnóstico claro de la realidad y las fuerzas en juego en los distintos frentes de guerra abiertos a nivel internacional. Uno de ellos está representado por la guerra mediática, el campo de la comunicación y la información. Un terreno en el que, ante las campañas de manipulación y distorsión a nivel mundial, hemos manifestado evidentes debilidades. No hemos podido establecer y aprovechar plataformas, herramientas y capacidades para el combate semántico y semiótico. La tarea de la universidad es capacitarnos en el día a día, sabiendo que estamos sufriendo una asimetría tecnológica y que no dominamos ni la ubicuidad ni la velocidad con la que el sistema dominante controla los medios. Debemos desarrollar la calidad del contenido del proyecto, consolidar una filosofía política de acción comunicativa. LAUICOM no es solo un espacio de formación dedicado al uso de las herramientas de comunicación, sino a su uso al servicio de un filosofar socialista revolucionario, en los términos concretos de un nuevo humanismo que comprende la urgencia de encontrar canales para expresar la verdad al mundo y construir los caminos necesarios para emanciparnos.
-¿Qué opina del Congreso Bicentenario de los Pueblos del Mundo?
-El Congreso nos permitirá abrir y actualizar la agenda de lucha popular que tenemos en tramitación a nivel internacional. Sabemos que la lucha emancipadora de los pueblos pasa por formas y territorios a veces inéditos y complejos y que debe afrontar emboscadas de todo tipo, tanto en el plano económico-político como en el de la subjetividad. Debemos discutir a fondo los modelos sobre los que hemos trabajado hasta ahora, partiendo de la complejidad tecnológica, de la manipulación de los big data, de la infiltración de algunas grandes corrientes ideológicas en la agenda política y comunicativa. Debemos establecer una agenda común con todos los frentes de lucha; con la conciencia de que el capitalismo puede destruir a la humanidad.