En los últimos días, los grandes medios de comunicación de las oligarquías se encargaron de magnificar y torcer el significado de los intentos de alteración del orden público en Cuba.
Como era de esperarse, en sus “reportes” y “análisis” se resalta la delicada situación económica expresada en la escasez de alimentos, el aumento de los precios, el deterioro de los servicios públicos; pero se oculta de la manera más nauseabunda los estragos que ha causado el criminal bloqueo yanqui, al que ha estado sometida la isla caribeña desde el mismo inicio de su revolución y cuyos efectos han sido devastadores, especialmente, después de la desintegración de la URSS hace más de 30 años.
Las protestas ocurridas en Cuba no han sido ni espontáneas ni organizadas por factores nacionales. Se trata de la ejecución del típico plan de desestabilización por parte de la CIA y sus operaciones encubiertas, así como de la injerencia más abierta del Departamento de Estado a través de la USAID y NED con el financiamiento a ONGs e individualidades.
El imperialismo se ha lanzado a un ataque rapaz contra Cuba en un momento de grandes dificultades como consecuencia de la agudización del bloqueo, incluso en medio de la pandemia del coronavirus. A esto se le unen las graves consecuencias que ha tenido esta pandemia en el turismo internacional, que en el caso cubano constituye la principal fuente de divisas del país.
De tal manera que constituye un cinismo descarado y sin límite del gobierno estadounidense al atribuir al gobierno cubano la responsabilidad de la situación social del país, cuando han aplicado un estrangulamiento sistemático e inclemente al pueblo cubano.
Recientemente, la humanidad condenó una vez más el bloqueo económico criminal contra el pueblo cubano y demandó su inmediato levantamiento por constituir un acto de genocidio, una violación masiva a los derechos humanos del pueblo cubano. A ello, los poderes facticos estadounidenses responden con este intento de provocar un estallido social en Cuba, que genere el caos en esa nación y “justifique” la tan anhelada intervención militar.
Esa renovada agresión yanqui contra la Revolución Cubana está destinada al fracaso. Hay dos elementos claves para afirmar esto con tal contundencia. Por una parte, tenemos la enorme fortaleza del pueblo cubano, su unidad en torno al Partido Comunista de Cuba (PCC) y la solidez de sus Fuerzas Armadas Revolucionarias. Fue precisamente el PCC, el que ha organizado el despliegue de las fuerzas revolucionarias para restablecer el orden. En el pasado, estas fuerzas demostraron su poder en importantísimas victorias, derrotando a la contrarrevolución en Playa Girón y en los disturbios ocasionados durante el periodo especial de los años 90, por solo citar dos momentos cruciales de las luchas de Cuba por la libertad y el socialismo.
Por otra parte, se encuentra la solidaridad internacional. Gobiernos y pueblos del mundo se solidarizan con el pueblo cubano y exigen el levantamiento del bloqueo como única fórmula para hacer frente a las actuales dificultades económicas sin injerencia externa.
En la primera línea de ese frente internacional se encuentra la Revolución Bolivariana. Estamos conscientes de que el fortalecimiento de nuestro proyecto histórico es un soporte esencial para la Revolución Cubana; estamos dispuestos a ir a cualquier escenario a defender la independencia cubana, convencidos de que nos une el mismo destino: el socialismo.