Recientemente, los pueblos de Latinoamérica y el Caribe, nos enfrentamos a una serie de hechos relacionados, que corresponde a una clara agenda desestabilizadora, orquestada por el Gobierno de EEUU.
Podemos observar que el imperialismo precipita una contraofensiva, impulsada por la desarticulación de instrumentos serviles como el Grupo de Lima, el retorno de la paz en Bolivia, la victoria popular inédita en Chile que apunta a la redacción de una nueva constitución, las protestas en Brasil, Colombia, y la reciente votación al profesor Pedro Castillo en Perú; hechos que evidencian el despertar de la conciencia de los pueblos.
El surgimiento de esta ola de cambio, apresuró el despliegue de varios ataques contra la rebeldía heroica y estoica de nuestros pueblos. Inició con la arremetida contra la tierra de Augusto C. Sandino, teniendo como principal operador la tarifada Secretaria General de la OEA (demostrando tener mandato propio, independientemente de las posiciones de sus países miembros, dejándonos la clara conclusión del papel de Agente imperial que tiene Mr. Almagro), que intensifica sus políticas injerencistas, con el fin de debilitar y quebrantar la actuación del Gobierno de Nicaragua.
En Haití, impulsaron una política sin precedentes en nuestra historia, el magnicidio contra el presidente Jovenel Moïse, con el apoyo de 26 mercenarios colombianos (muchos de ellos del ejército colombiano) y dos estadounidenses.
Por otro lado, en Venezuela pusieron en marcha un plan terrorista, a través de bandas estructuradas de delincuencia en la Cota 905, con el fin de instaurar el miedo y el terror, atacando a la población civil y a los cuerpos policiales.
Recientemente, intentan ejecutar un golpe moral en la Isla de la Dignidad, usando toda su maquinaria mediática para manipular al mundo sobre las “manifestaciones masivas” y la “represión” contra el pueblo cubano que “exigía libertad”.
Todas estas acciones perversas y criminales, estuvieron vigiladas de cerca por representantes del Gobierno de Estados Unidos, quienes viajaron a la región para asegurarse de su cumplimiento exitoso. En Colombia, con la presencia del jefe del Comando Sur, Craig Faller y el director de la agencia de inteligencia (CIA), William Burns, quien también realizó una visita a Brasil.
Según fuentes del Ejército Colombiano estas visitas se realizaron con la intención de dirigir una “misión delicada” en materia de seguridad, mientras que se realizaban a la par ejercicios militares en Guyana.
Ante este desencadenamiento de hechos, no cabe la duda, ni del más ingenuo, que se trata de una nueva arremetida imperial, esta vez con más cinismo y más vehemencia, utilizando todos los instrumentos que tienen a su alcance, y apoyada por gobiernos serviles de la región que se encargan de hacer el trabajo sucio.
Este es el caso del gobierno de Duque, quien además de participar en planes para asesinar a presidentes, ahora se dedica a la exportación de mercenarios y paramilitares para desestabilizar y atentar contra la paz de los pueblos de nuestra América.
No cabe duda que estamos frente a una agenda fríamente planificada, pues dentro del libreto injerencista del imperio yankee, la improvisación no es algo que determine su accionar.
La tarea que tenemos los pueblos es la contraofensiva; nos toca mantenernos más alertas que nunca, cohesionados y preparados para derrotar las próximas jugadas que pretenden detener la imparable ola de revolucionaria que alza en nuestro continente.
Ellos seguirán subestimándonos y nosotros responderemos con más dignidad y rebeldía. Tenemos la conciencia y la moral necesaria para vencer. ¡Vivan los Pueblos de Latinoamérica y el Caribe! ¡No han podido NI podrán!
Por: Rander Peña