Tinta cruda
Uno de los efectos originados por la aparición de la Covid-19 ha sido la aceleración del proceso de expansión de la digitalización; iniciado mucho antes de la existencia de esta pandemia.
Este fenómeno que lleva bastante camino andado, especialmente en los países más desarrollados, se ha impuesto repentinamente en el resto de las naciones en desarrollo, tanto en el mundo laboral como en el escolar en todos sus niveles. Tal es el caso de Venezuela.
Pero en el caso de nuestro país este asunto resulta mucho más complejo, pues al enfrentarnos, además, con acciones de sabotaje de todo tipo (financieras, diplomáticas, políticas, económicas, operativas en contra de servicios públicos esenciales) que planifica, financia y ordena Estados Unidos, nos vemos en la necesidad no solamente de adaptarnos a esta nueva realidad global, sino también de administrar mejor los recursos existentes, incluyendo el capital humano.
Es aquí, entonces, donde entra en juego la importancia de determinar qué tipo de formación (pertinencia) y de procesos de reeducación necesitamos impulsar, tanto para superar los escollos impuestos por potencias extranjeras, como para dejar atrás la cultura creada por décadas de rentismo petrolero que, entre otras distorsiones, explican la hipertrofia histórica del sector servicios, en detrimento del sector industrial criollo.
Y en este debate —que debería ir a la par con acciones concretas, pragmáticas, casi urgentes— deben participar todos los sectores: trabajadores, Estado y empresas públicas y privadas.
Por: Alfredo Carquez Saavedra