Entrevista exclusiva al diputado venezolano Ricardo Molina
Con motivo del Segundo Reencuentro con la Madre Tierra, organizado en Caracas, conversamos con el Diputado Ricardo Molina, presidente de la Comisión de Ecosocialismo de la Asamblea Nacional.
-¿Cómo se organizó el Segundo Reencuentro con la Madre Tierra y con qué objetivos?
-En abril de 2021, tuvo lugar el Primer Reencuentro con la Madre Tierra en La Paz, Bolivia, organizado por el gobierno plurinacional y los movimientos sociales. Desde allí, se hizo un llamado a los distintos movimientos y gobiernos del mundo sobre la necesidad de luchar por el cambio climático y la defensa de los derechos de la Madre Tierra. Hemos propuesto que la segunda reunión se realice en Caracas. La Asamblea Nacional aprobó la propuesta durante la sesión plenaria del Día Mundial del Medio Ambiente y el Congreso Bicentenario de los Pueblos la asumió, relanzándola durante la cumbre de los países del Alba TCP, que tuvo lugar en Caracas en presencia de su secretario ejecutivo, Sacha Llorenti, y de varios gobiernos del organismo multilateral; todos de acuerdo en asumir la tarea. Este Segundo Reencuentro es fruto del trabajo conjunto con muchas instituciones: la AN, el Poder Ejecutivo, el Ministerio de Ecosocialismo, el Ministerio de Planificación y la participación de la Secretaría Ejecutiva del Alba; y se ha propuesto dos objetivos. El primero es seguir avanzando en la constitución de un gran movimiento de movimientos; en línea con el 5º Objetivo Histórico de nuestro Plan de la Patria. Chávez fue muy claro: sin organización popular no podemos avanzar hacia la construcción de un mundo nuevo. Por tanto, es necesario conformar este gran movimiento de movimientos en el que estén presentes toda la diversidad de posiciones y también de visiones, pero unidas por un mismo interés: la preservación del planeta para garantizar la continuidad de la especie humana. El segundo objetivo fue llegar a una propuesta compartida y colectiva resumida en un documento, que presentamos a la Secretaría Ejecutiva del ALBA-TCP, con la aspiración de que sea llevada por los países miembros a la próxima reunión COP26, que tendrá lugar en Glasgow del 1 al 12 de noviembre.
-El proceso bolivariano es blanco de un ataque polifacético del imperialismo ¿Cómo lo analiza?
-Inmediatamente después de la desaparición física del Comandante; el imperio y la oposición pensaron que el proceso revolucionario terminaría con la desaparición de su líder. En cambio su sueño, poco a poco se va haciendo realidad. El Comandante dejó un legado extraordinario, que se va convirtiendo en una doctrina de vida, un mensaje y un ejemplo para los pueblos del mundo. Siempre les digo a los jóvenes que debemos darnos cuenta del significado histórico de lo que está sucediendo en Venezuela y que tenemos la suerte de vivirlo. Podemos decir que cuanto más nos ataca el imperio, más ponemos a prueba al chavismo y su filosofía de vida. Chávez tuvo una inmensa capacidad para formar permanentemente al pueblo y desarrollar el bolivarianismo, y dejó una guía valiosa para Venezuela y América Latina en el Plan de la Patria. Este ataque multiforme e incesante encontró una barrera en la vitalidad del chavismo, porque Chávez no es un modelo, una consigna o una marca, sino un ideario profundo con el que nos hemos defendido y seguiremos defendiéndonos.
-Los informes de la oposición golpista acusan al gobierno bolivariano de ser un «Estado fallido que viola los derechos humanos y la naturaleza» ¿ Qué responde a estas acusaciones?
-Esta también, como todas las demás acusaciones infundadas que nos hacen, responde a un plan que no diseñaron ellos; sino sus titiriteros para debilitar y destruir el sueño bolivariano y chavista. El eco-socialismo es un tema transversal a los Cinco Objetivos Históricos del Plan de la Patria; que determina la visión de nuestra soberanía, del desarrollo económico y de una nueva relación entre pueblos y países hermanos. Por eso, lo único que le queda a esta derecha es repetir el cliché del “Estado fallido”, de la violación de los derechos humanos y ambientales. Pero es falso. En Venezuela existe un Estado fuerte, con sus 5 poderes en plena actividad, independientes como la Constitución establece; y con una política de respeto a los derechos humanos nunca vista antes de 1999. En Venezuela no hay tortura, asesinatos, ni desaparición de jóvenes progresistas; como sucedía durante la IV República, porque tenemos una visión profundamente humanista y un profundo respeto por la naturaleza. A pesar de las «sanciones», el ejecutivo está haciendo un gran esfuerzo para diseñar políticas de protección ambiental, para adecuar los procesos industriales. La Asamblea Nacional está trabajando arduamente para actualizar el marco legislativo con proyectos de ley contra el cambio climático; políticas que la derecha no ha traído y no puede llevar a cabo porque en primer lugar protege los intereses del capital.
-Uno de los argumentos más utilizados, incluso por cierta izquierda confusa es el de la crítica al modelo extractivista. Se acusa al gobierno bolivariano de haber dado vía libre a la minería ilegal y a la explotación sin control de recursos por parte de empresas privadas extranjeras, particularmente en la zona del Orinoco. ¿Qué respondes a esto?
-Es parte del plan: nos bloquean, imponen brutales «sanciones» en todos los ámbitos y cuando buscamos la manera de satisfacer las necesidades de nuestro pueblo nos acusan de extractivistas, de destruir la naturaleza, etc. Es un ataque vulgar: te estrangulo y si quieres respirar, tú eres el culpable. Esto es el imperialismo, actúa según su naturaleza. Se prevé un amplio plan de desarrollo para el Arco Minero que apenas se encuentra en sus inicios. Se trata de revertir y racionalizar la lógica extractivista que, desde 1492, se ha desarrollado esclavizando y destruyendo pueblos y recursos naturales, independientemente del daño que produce con las minas ilegales: prostitución, drogas, explotación infantil … En el Proyecto Arco Minero subyace un profundo respeto a la humanidad y los derechos humanos en esta área de trabajo; y prevé un conjunto de actividades coordinadas para la rehabilitación del contexto una vez concluida la actividad extractiva. No pueden negarnos el derecho a extraer nuestros minerales que hoy todavía garantizan, a pesar de las limitaciones, bienes y servicios necesarios para nuestro pueblo.
-En el centro de las críticas está la ley de Zonas Económicas Especiales como parte de la Ley contra el bloqueo. ¿Cuál es tu opinión?
-Sobre las Zonas Económicas Especiales se está desarrollando una discusión en todo el territorio nacional, que cuenta con la participación de diversos sectores y sujetos sociales: políticos, empresarios, también vinculados a la oligarquía; y luego sectores populares como comunas, empresas de producción social, etc. Una discusión necesaria para impulsar el desarrollo económico en áreas que tienen ventaja en la disponibilidad de bienes naturales que pueden transformarse en productos de uso nacional o de exportación. Se necesita mucho orden y planificación para impulsar un desarrollo distinto del capitalista, para generar puestos de trabajo no basados en la explotación; sino en el aporte y la energía que todos y cada uno pueden aportar. Dada la situación actual, existe una gran expectativa por leyes que regulen un aspecto ya contenido en el Plan de la Patria, especialmente en el Tercer Objetivo Histórico, en el que se prevé una serie de acciones concretas para transformar la visión económica de la explotación extractivista en una visión de la economía compartida y colaborativa; en la que todas y cada uno de nosotros podamos desplegar nuestra inteligencia y nuestra energía vital para el colectivo.
-La llamada «transición ecológica» está en el centro de la agenda económica de Biden. ¿Qué significa esto para los países del sur?
Hay que estar alerta, porque nos enfrentamos a un nuevo paradigma. En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el imperialismo inventó el concepto de «lucha contra el comunismo». Y así invadió pueblos, asesinó presidentes, torturó e hizo desaparecer a opositores, derrocó gobiernos. Luego vino un nuevo paradigma, el de la «lucha contra el terrorismo». Estados Unidos se ha elegido a sí mismo como defensor de la humanidad y gendarme del mundo. Y nuevamente, los pueblos han sido invadidos, los presidentes asesinados, los opositores torturados y ha habido desapariciones, los gobiernos han sido derrocados y todo eso. En mi opinión, ahora le toca el turno a un nuevo paradigma, el de la protección ambiental y la transición ecológica. Si los pueblos del mundo no logran imponer su fuerza organizativa para defenderse y promover el ideal socialista, con el pretexto de luchar contra el cambio climático, el imperialismo intentará seguir el mismo patrón. Independientemente de las indicaciones de la ONU, podrá invadir pueblos, asesinar presidentes, torturar y hacer desaparecer opositores, derrocar gobiernos. Si como pueblo necesitas consumir carbón, el imperialismo te lo prohíbe. Si tienes petróleo, como te considera limitado respecto al amo del mundo, te invade, impone un gobierno títere que explote tus recursos según sus intereses para seguir imponiéndole al mundo el mismo modelo, en nombre de la protección del medio ambiente. Espero estar equivocado, pero este es el nuevo paradigma que surge de las palabras de Biden y sus funcionarios sobre la transición ecológica. Un discurso basado, además, en una gran hipocresía, considerando que Estados Unidos es uno de los países que más contamina con su desarrollo industrial destructivo y extractivista, que no respeta los derechos de la Madre Tierra y ahora pretende ser el policía mundial para defenderlos, pero contra los países del sur. Es el único país que ha contaminado inmensas áreas con uranio y plutonio con la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki. Realmente, debemos estar alerta.
-El modelo imperialista estadounidense ha vuelto a demostrar su fracaso en Afganistán. ¿Cuál es tu análisis del contexto internacional?
Estados Unidos ha sido derrotado en varias ocasiones por los pueblos que invadió y que han decidido autodeterminarse y decidir su futuro en función de su propia forma de vida, su propia cultura. Con respecto a Afganistán, sin embargo, creo que debemos considerar un hecho esencial. Los talibanes siempre han existido como facción minoritaria y con una visión religiosa profundamente fundamentalista. ¿Quién los hizo crecer de esta manera? Estados Unidos fabricó, organizó, armó y utilizó al tal Bin Laden; dotándolo de un inmenso ejército para que cometiera crímenes atroces. Lo utilizaron para destruir un proyecto de sociedad avanzada, un gobierno que, en la época de la Unión Soviética, había cambiado las condiciones de un país plagado por un 95% de analfabetismo; construyó escuelas, centros de salud gratuitos e hizo avanzar los derechos y la participación política de las mujeres afganas. Ese gobierno fue derrocado con apoyo de Estados Unidos y, Mohammad Najibullah, cuarto y último presidente de la República Democrática de Afganistán, fue torturado públicamente y asesinado por los talibanes. Desde entonces, comenzó el suplicio del pueblo afgano. El interés imperialista es mantener esta región en el caos, con el fin de desviar la atención de los pueblos y gobiernos chino y ruso y seguir realizando incursiones en el mundo para imponer su propia dominación. Si Afganistán puede interpretarse como una derrota a la política exterior de Estados Unidos; también es cierto que no fue un gobierno de liberación nacional que la derrotó. Por el contrario, los talibanes están sometiendo a toda una sociedad con el apoyo de Estados Unidos que, no olvidemos, no está abandonando Afganistán, dado que inmensas bases militares, armas de alta tecnología, helicópteros y radares de última generación permanecen en el territorio y a la orden de militares entrenados para operarlos. No se trata de la liberación de un pueblo, sino del establecimiento de un gobierno que garantice la esencia de la visión imperialista estadounidense cuyo papel será seguir desestabilizando las fronteras con Rusia y con China y toda esa zona del mundo.