La crisis del imperio estadounidense y sus socios y lacayos se evidencia en muchas escenas. Acá van cuatro.
Sanciones al capitalismo ruso
El sueño de ser el rey indiscutible de un mundo unipolar se esfuma. Estados Unidos recibe cada día demostraciones de que está en decadencia o, quizá en caída libre.
Lo poco que el neoliberalismo arrogante dejó de su industria depende de los insumos de China (primera economía del planeta) y otras naciones de la órbita asiática.
El poderío geoestratégico que surgió de su victoria en la Guerra Fría se ha equilibrado y cuidado si ya Rusia no ha dejado atrás a la industria bélica estadounidense y europea. China, con su clásica serenidad, tampoco se queda atrás militarmente.
Para tratar de salvarse del naufragio, EEUU quiere una guerra que destruya a las potencias emergentes, no importa si también destruye a su aliada Europa. Total, no sería la primera vez ni la segunda.
Tampoco importa que en el proceso se derrumben todos los supuestos valores del capitalismo avanzado: libre competencia, respeto a la propiedad privada, globalización financiera. Una caravana de medidas coercitivas unilaterales se lanzan no solo contra el Estado ruso, sino también contra el capitalismo y, más directamente, contra los empresarios de esa nacionalidad. La corporatocracia estadounidense y europea sabe, por experiencia propia, que el capital es cobarde y traidor y apuestan por eso.
Prohibición de medios no otanistas
Otro principio de las llamadas “democracias occidentales” que ha sido arrasado por los primeros vientos del conflicto OTAN-Rusia es el de la libertad de prensa y el derecho de los pueblos a estar informados.
Valiéndose de su autoridad estatal y del poder que tienen las empresas que controlan el flujo mundial de datos digitales, EEUU y la OTAN han suspendido esa libertad y ese derecho en todo el mundo, al censurar a cualquier medio que difunda una visión de los acontecimientos que discrepe del enfoque otanista.
Los mismos gobiernos que se rasgan las vestiduras por las supuestas restricciones a la libertad de expresión en países estigmatizados como dictaduras, han tomado estas medidas. Los mismos medios globales que denuncian cualquier presunta violación al trabajo de la prensa en naciones como la nuestra, aplauden las restricciones a los órganos de difusión calificados de rusos o prorrusos.
Los mismos periodistas que acostumbran victimizarse, lanzan hurras a este tipo de “censura buena” e, incluso, piden que se les aplique a otros medios y hasta a comunicadores individuales. La libertad de expresión como principio verdadero no aguantó ni el primer round de esta pelea.
La hipocresía gana por goleada
El capitalismo occidental tiene un verdadero arsenal en el plano que Marx llamó la superestructura (en lo jurídico, político, ideológico y cultural) para prolongar su dominio. Una de tantas armas es el deporte, como actividad de negocios y profesional, debido a su gran arraigo popular y su peso como factor de entretenimiento de las masas.
Una de las escenas que hemos visto en estos días, y que habla de las enormes manipulaciones de las que es capaz el imperio en decadencia es la de la Federación Internacional de Fútbol Asociado, la mafiosa FIFA, tomando medidas inmediatas contra Rusia por su acción militar contra Ucrania.
Es una victoria por goleada de la hipocresía, pues se trata de la misma entidad que nunca ha sancionado a EEUU ni a los países europeos de la OTAN por invadir países y dejarlos convertidos en guiñapos. Es la misma FIFA que montó mundiales y otros torneos en países sometidos a sangrientas dictaduras. La misma FIFA que está organizando felizmente el campeonato de Qatar, un país que tiene mucho que aclarar en materia de derechos humanos. La misma FIFA que nunca ha sacado ni siquiera una tarjeta amarilla contra Israel, Arabia Saudita o contra la misma Ucrania, que llevaba ocho años reprimiendo a su población de origen ruso, y cuyo gobierno es abiertamente neonazi.
Y mientras tanto, opositores se reúnen con “Jaime Cuento”
Como la vida nacional y de la región continúan (por más que el foco esté puesto en Ucrania) he aquí que tres de los cuatro gobernadores opositores venezolanos y otras figuras de la derecha local han ido a Bogotá a reunirse con el dizque embajador de EEUU en Venezuela, James Story.
Allá aparecieron todos, muy sonreídos, visitando a “Jaime Cuento”, un individuo que ha estado envuelto directa e inequívocamente en todas las maniobras que se han realizado en los últimos años para derrocar al Gobierno del presidente Nicolás Maduro, para asesinar al mandatario, para desestabilizar la economía nacional, para robarse los activos del país en EEUU, Colombia y otras naciones.
Y lo han hecho justo en el tiempo en que el maltrecho imperio se pavonea mostrando sus músculos con un submarino nuclear en aguas de Colombia.
Esta otra escena de estos días guerreristas y carnavalescos es una demostración de que la oposición venezolana, por más moderada que pretenda ser y por mucho que se haya presentado a elecciones, no renuncia a la agenda de la injerencia extranjera y del asalto al poder. Está advertido.