El 8 de marzo, el presidente Joe Biden declaró, en un discurso en el que anunciaba la prohibición de las importaciones de petróleo y gas de Rusia; y que estas y otras acciones tomadas por el gobierno de los Estados Unidos “para infligir más dolor —al presidente ruso, Vladimir Putin— les costarían a ellos también, en los Estados Unidos”.
Desde entonces, las sanciones económicas del gobierno de EE. UU. a Rusia, así como el gasto, el entrenamiento militar, el intercambio de inteligencia y las transferencias de armas para atacar al ejército ruso; han aumentado a medida que empeoran las condiciones económicas en Estados Unidos.
Los nuevos resultados de la encuesta de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research indican que los estadounidenses desconfían cada vez más de incurrir en costos económicos en Estados Unidos debido a los esfuerzos por infligir dolor a Putin o, como dice la encuesta, “sancionar a Rusia”.
De hecho, a pesar de la constante propaganda de odio a Rusia en los grandes medios de comunicación, las encuestas indican que la mayoría de los estadounidenses ahora se oponen a dañar la economía estadounidense para avanzar en la cruzada contra Rusia que Biden y la mayoría de los miembros del Congreso de EE. UU. han estado impulsando. El apoyo entre los encuestados para «sancionar a Rusia de la manera más efectiva posible, incluso si daña la economía de los EE. UU.», cayó del 55 por ciento el 22 de marzo al 51 por ciento el 22 de abril; al 45 por ciento el 22 de mayo.
Al parecer, este panorama empieza a desesperar a la élite norteamericana. Este jueves 26, el general estadounidense nominado para próximo comandante de la OTAN, Christopher Cavoli, sugirió en una audiencia en el Senado que podría ofrecer opciones militares para facilitar las exportaciones de granos desde Ucrania y ayudar a romper el bloqueo de Rusia a la costa sur de Ucrania.
Cuando se le preguntó qué podría hacer la OTAN con respecto al bloqueo de Rusia, Cavoli, quien actualmente se desempeña como comandante de las Fuerzas Armadas de EE. UU. en Europa y África, dijo que si se confirma, «brindará las opciones militares requeridas por nuestros líderes civiles».
No está claro en la respuesta de Cavoli si quiere decir que las opciones incluirían que EE. UU. se enfrente a los buques de guerra rusos o si los militares simplemente estarían involucrados en ayudar con formas alternativas de enviar granos. Mientras tanto, la Fed. norteamericana no deja de imprimir dólares para sustentar su propia economía y la de la golpeada Europa. La inflación estadounidense es la mayor en los últimos 40 años y crecen las sospechas de que esta escalada terminará con un “aterrizaje forzoso”, es decir, provocando una recesión a través de la contracción monetaria.
El horizonte de estanflación aparece claramente dibujado en el futuro norteamericano. Leo Grohowski, director de inversiones de BNY Mellon Wealth Management así lo asegura «Estanflación es probablemente la peor palabra del vocabulario de los mercados financieros porque representa lo peor de ambos mundos. La inflación se mantiene alta y la economía se desacelera», apuntó «Creo que ahora estamos recibiendo una bocanada de estanflación».
Mientras, Elon Musk tuiteó la semana pasada que cree que sería «beneficioso» que EE. UU. entrara en recesión porque «es necesario que ocurran algunas quiebras». Para colmo, el mercado laboral de los EE.UU. según lo revelaron los indicadores en tiempo real de ofertas de trabajo totales se desplomó un 22,5%, el mayor cambio en registro de los últimos años, lo que confirma que el mercado laboral está a punto de colapsar.
Por: Sergio Guilli.-