Intentando «calentar la olla contra China»
El esperado discurso del Secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, utilizó contenido antiguo para un nuevo contexto, hubo menos retórica de confrontación en el discurso del Secretario de Estado de EE.UU., pero de hecho no hay esperanza de suavizar la política contra Beijing.
La retórica de Blinken continúa difundiendo información falsa, exagerando las amenazas y difamando las políticas chinas; tras las recientes incursiones estadounidenses en la región del Indo-Pacífico.
La lectura no fue bien recibida en Beijing, donde el Ministerio de Relaciones Exteriores la calificó como un esfuerzo para «contener y suprimir el desarrollo de China y mantener la hegemonía y el poder de Estados Unidos», dijo el portavoz del ministerio, Wang Wenbin: «En esencia, estaba difundiendo información falsa, exagerando el poder de China», amenazando, interfiriendo en los asuntos internos de China y difamando las políticas interna y exterior de China». El diplomático acusó además a Estados Unidos de formar un «pequeño bloque» con otras naciones regionales para contener a China y afirmó nuevamente que Hong Kong, Taiwán, Xinjiang y el Tíbet; eran todos asuntos internos de China.
Fueron 45 minutos en la Universidad George Washington, donde Blinken acusó a China de socavar el orden internacional y de “desestabilizar” la situación en el Estrecho de Taiwán, una palabra que Pekín suele utilizar para atacar a Estados Unidos y sus aliados. Dirigiéndose al presidente chino, informó que “Xi Jinping, presidente de la República Popular China, Comunista Chino, se ha vuelto más represivo en casa y más agresivo en el extranjero”. Continuó: «No podemos contar con Beijing para cambiar su trayectoria.
Por lo tanto, daremos forma al entorno estratégico alrededor de Beijing para avanzar en nuestra visión de un sistema internacional abierto e inclusivo».
Con respecto a Rusia, dijo que “incluso si la guerra del presidente [Vladimir] Putin continúa, seguiremos enfocados en el desafío a largo plazo más serio para el orden internacional, y ese es el que plantea la República Popular China”. También expresó que EE. UU. no está tratando de cambiar el sistema político de China, sino que defiende la ley y las instituciones internacionales que mantienen la paz y la seguridad y permiten que los países coexistan.
En lo que se refiere a un análisis más delicado de la isla rebelde, es que la ‘claridad estratégica’ estadounidense sobre Taiwán será incierta y peligrosa.
Animar a las fuerzas independentistas de la isla mientras se acentúa la rivalidad con China no es una política meditada, sino una afrenta.
Recordemos que, clasificando quién era terrorista, fue George W. Bush quien se declaró en “guerra contra el terror”, alegando la necesidad de “claridad moral”. Hoy sabemos a dónde condujo eso, a los Estados Unidos y al mundo dos décadas después. El actual presidente Joe Biden está amenazando con poner fin a lo que diplomáticos y expertos llaman la política de décadas de Washington de «ambigüedad estratégica» sobre Taiwán. La declaración de Biden de esta semana muestra la intención de Washington de cambiar su política a «claridad estratégica», lo que presumiblemente significa que EE. UU. saldrá en defensa de Taiwán pase lo que pase, siempre que China continental ataque.
Un temor de larga data es que si Taiwán declara unilateralmente su independencia y luego el continente invade, no está claro si Estados Unidos actuaría. Estados Unidos podría terminar defendiendo a un gobierno ilegítimo en Taiwán al cometer un golpe constitucional, por falta del debido proceso, contra su propio pueblo. Esta no será la primera vez y, por supuesto, a Washington podría no importarle siempre que pueda desatar una guerra y prevalecer sobre el continente.
La suposición de larga data es que si Taiwán declara unilateralmente su independencia y luego el continente invade, no está claro si Estados Unidos intervendría. Pero si China ataca sin una provocación justificada, tampoco habría certeza de que estaría en condiciones de llevar a cabo la defensa de la isla sin llevarnos al caos mundial. Actualmente, la postura de EE. UU. solo sirve para limitar la agresión china no provocada y la independencia unilateral de Taiwán, lo que equivaldría a un golpe constitucional, porque el gobierno taiwanés no habría pasado por los procesos constitucionales obligatorios.
Por lo tanto, alentar a las fuerzas independentistas de Taiwán mientras se amenaza al continente no es un acto de equilibrio, sino una provocación. El gobierno de los Estados Unidos no debería calentar más la olla. Después de todo, esta supuesta claridad para algunos, permite que el diablo manipule los detalles.
Por: Tulio Ribeiro.-