Por: Mayerlin Arias
Luego de la grandiosa gira euroasiática de nuestro Presidente Nicolás Maduro y de concluida —sin pena ni gloria— la Cumbre de las Américas; podemos afirmar que Venezuela continúa siendo un punto de inflexión y una referencia en el escenario internacional.
Desde que nuestro Comandante Chávez, con el ALBA, nos devolviera a América Latina la dignidad integracionista: la historia puede leerse en un antes y un después, y aunque con su asesinato esta ola bolivariana pudo apaciguarse en algunos países, dados los diversos golpes e injerencias propias del imperio decadente; hoy los pueblos demuestran que —a pesar de los pequeños retrocesos— el proyecto sigue intacto; hoy casi una década después sigue vigente en el espíritu de nuestra América la realidad concreta de que ¡Somos libres, independientes! Ya no somos más el patio trasero de nadie; y la constitución de aquel bloque histórico que hizo frente y dijo ALCA, al carajo las pretensiones de dominación, fue la base para que hoy siga la espada de Bolívar cabalgando y siendo el proyecto de las mayorías.
A pesar de las pretensiones de la Casa Blanca, de reeditar un ALCA excluyendo por supuesto a los países que elevamos las banderas del Socialismo como lo somos Venezuela, Cuba y Nicaragua; lo que logró la administración Biden fue hacer una Cumbre con la peor asistencia —desde Miami 94— con un 40% de inasistencia y objeciones de más de 25 países; lo que dejó a la Cumbre de las Américas sin ton ni son, sin consensos y sobre todo; no logró imponer su agenda.
Más de 6 años de Canciller de la revolución —formado por el Comandante Chávez— y más de 40 años de militancia, le han permitido a nuestro Presidente Nicolás Maduro tejer una red de solidaridad en el mundo; con pueblos y mandatarios que aman a Venezuela.
Esto lo ha demostrado en su gira euroasiática; estrechando lazos entre países que hoy han realizado avances científicos, tecnológicos, sociales y en hidrocarburos; colocando como centro al ser humano y su bienestar, sin distingo de ideologías, pero fortaleciendo la pluripolaridad y ganando respeto para nuestra decisión de construir el Socialismo a la Venezolana.
Mientras nuestro Presidente fortalecía la diplomacia de la paz en Turquía, Irán, Argelia, Qatar, Kuwait y Azerbaiyán durante 10 días; la CELAC —frente amplio y progresista— llevó la voz de los excluidos de los pueblos que se niegan a rendirse; por lo que contamos con el magnífico discurso del Presidente de nuestra hermana República Argentina Fernández a quien cito:
«Definitivamente hubiésemos querido otra Cumbre de las Américas. El silencio de los ausentes nos interpela. Para que esto no vuelva a suceder, quisiera dejar claro para el futuro que el hecho de ser país anfitrión de la Cumbre no otorga la capacidad de imponer un ‘derecho de admisión’ sobre los países miembros del continente».
El Hegemón se encontró con la roca de Bolívar, Chávez y Nicolás Maduro; que junto a líderes y lideresas latinoamericanas defienden nuestra idiosincrasia, nuestra cultura y sobre todo, a nuestros pueblos.
A esta configuración se le suma la victoria de Gustavo Petro y su Vicepresidenta Francia Márquez, quienes se han desmarcado del uribismo, defienden a los nadies de Colombia que siendo mayoría y nuestros hermanos y hermanas; asimismo se alejan del intervencionismo en los asuntos de Venezuela y dan pasos para construir la normalización de las relaciones de dos patrias hermanas en su génesis bolivariana.
Nuestro Presidente ha sabido, con una paciencia estratégica inquebrantable, mantener el equilibrio y edificar el legado contrahegemónico bolivariano; y es que si nos une Martí, San Martín, Sandino, Sucre; si nos une Bolívar nadie nos separará.