La mayoría de los análisis de las políticas exteriores de EEUU, UE y UK, a tenor de las evidencias, señalan que están en una confrontación universal contra la humanidad no alineada a su mandato, la cual es camuflada de inocuidad por los medios, redes y demás aparatos ideológicos para manipular, con descargo de la realidad concreta, las conciencias de quienes por omisión u desconocimiento, asumen partido a favor de su hegemonía.
En ese sentido las potencias occidentales, aunque derruidas por los efectos de sus males sociales y la pérdida de dominio ante el surgimiento del mundo multipolar; juegan con simultaneidad en varios tableros un ajedrez perverso; conjugando como aciertos el extermino y la destrucción de todos atisbos de autodeterminación de los pueblos que potencian sus fortalezas y asumen el antiimperialismo como base sustancial de sus relaciones internacionales.
En ese orden de ideas, EEUU convocó a la Cumbre de las Américas; y al mismo tiempo excluyó de dicho evento a Cuba, Nicaragua y Venezuela; lo que dio como resultado un fracaso en lo organizativo, trastocó la agenda planteada y develó el afán del hegemón; que por un lado se muestra como amo y señor de la voluntad universal, a la vez que hace control de daños y cuenta a los pocos aliados que aún siguen subordinados a su mandato.
Y es que al imperio poco le importa el debate con sus adversarios, la solución política de sus diferencias con los vecinos o hallar puntos de coincidencia para avanzar; pues más interés tiene por asegurar la “lealtad” de sus lacayos y ratificar por lo menos una parte del otrora patio trasero que controló en el siglo XX; que avanzar en el reposicionamiento que le impone la nueva realidad internacional.
En ese sentido, solo Colombia, Chile y Brasil, aplaudieron a rabiar la exclusión de las naciones libres; y aunque los demás países convocados se manifestaron contrarios a la exclusión, la prepotencia imperial no prestó atención. El resultado, fue una Cumbre que cayó por los abismos de las incomprensiones y las malas intenciones imperiales.
Hay cumbres y abismos; y al parecer a Mr. Biden nadie le dijo cuál era la diferencia. La Cumbre de las Américas es un evento que convoca a los jefes de Estado y de gobierno del continente; y por ende debería ser la reunión todos los gobiernos, sin distingo de raza, credo o religión; pero en esta ocasión su anfitrión perdió el norte político de la sana convivencia; desechando una excelente oportunidad para marcar los objetivos, planes y metas del hemisferio; dentro de un clima de respeto a la autodeterminación de los pueblos y el desarrollo de los potenciales que le son propios a cada nación.
El tema central de la convocatoria era aunar esfuerzos para que todo el continente se avocara a la “construcción de un futuro sostenible, resiliente y equitativo”; pero la política norteamericana y los planes de Mr. Joe Biden, juegan a la división entre los afectos al imperio; y los que sin menoscabo de sus preferencias políticas, no están dispuestos a ser parte de viejo y derrotado patio trasero.
Ahora bien, mientras occidente desarrolla todas sus potencialidades en pro de sus nefastos objetivos de dominación; en el mundo están surgiendo alianzas estratégicas que, sin subordinación, ni tutelaje de ningún imperio, constituyen bloques de poder no hegemónicos que, además de hacer comercio libre, intercambian sus fortalezas desde la diversidad cultural, política y económica de los convocados; desarrollando potencialidades, y de cara a la construcción de un mundo más vivible marcan un territorio amplio y suficiente; que en términos reales agrupa a dos tercios de la población mundial.
En la América Latinocaribeña, por ejemplo, las políticas de integración expresadas en el ALBA, UNASUR, CELAG, PETRO CARIBE, entre otras, han demostrado la vigencia de las tesis de la multipolaridad; con especial énfasis en la solidaridad y la complementariedad.
En ese orden de ideas el Presidente Nicolás Maduro, siguiendo la senda de la política exterior bolivariana, realizó una gira con la cual rompe el ilegal bloqueo económico financiero impuesto por los EEUU; y logra reposicionar a la República Bolivariana de Venezuela como un país lleno de oportunidades; con respeto a la diversidad cultural y comprometido con la producción.
Hoy, los venezolanos estamos más que convencidos que más temprano que tarde seremos “un país potencia, con una política exterior empeñada en la Paz y la Prosperidad”. El que tenga dudas, que mire con atención la Gira Presidencial del Compañero Nicolás Maduro.
Ahora bien, mientras occidente va de abismo en abismo haciendo de la guerra su único negocio; en Eurasia se convoca al foro económico más importante de esa región, una iniciativa que congrega a las economías más pujantes del mundo y desde su fundación —en 1997—, se ha desarrollado y fortalecido constantemente, convirtiéndose en un espacio único para amplios debates en aras de la cooperación entre todas las naciones.
San Petersburgo, Rusia, la gran nación que está siendo atacada militarmente a través de Ucrania y bloqueada comercialmente por todas los gobiernos arrodillados al poder imperial; una Rusia que cada día se supera a sí misma, dejando atrás los daños propinados a ella luego de la caída del muro de Berlín; y los inefables relatos mediáticos que, a falta de argumentos veraces, reeditan los viejos esquemas de la guerra fría.
Sin embargo, la Rusia de Vladimir Putin, abierta a la multipolaridad; al respeto a la autodeterminación, y al desarrollo comercial con el mundo entero, incluyendo a los rabiosos imperialistas de EEUU, UE, y UK; sigue demostrando la seriedad y el compromiso que le son propios a las potencias emergentes frente a la desmoronada unipolaridad de occidente y sus secuaces.
En ese sentido, el foro de San Petersburgo, realmente une y acerca a personas de diferentes países, y para ello se vale de una comunicación directa, basada en la confianza mutua, que impulsa en gran medida los proyectos e iniciativas empresariales; y por lo tanto mueve a toda la economía mundial.
En esta oportunidad, asisten a dicho evento representaciones de los más diversos Estados y Gobiernos, entre ellos Jair Bolsonaro, presidente de Brasil y servidor complaciente de los designios de la Casa Blanca, el cual para sorpresa de sus mandantes, reconoce que el foro en San Petersburgo es resonador geopolítico y geoeconómico de toda Eurasia, región estratégicamente importante, en constante desarrollo y ubicada en el epicentro de grandes transformaciones en el mundo contemporáneo.
Quien tenga ojos que vea, el mundo va rumbo a su liberación, ha llegado el fin de los imperios. Y aunque la guerra es un continuo en quienes se resisten a entender que aquí cabemos todos, la fuerza de las mayorías seguirá cosechando triunfos.