Por: Pedro Téllez
Octubre
No hay consenso entre historiadores acerca de los límites temporales de la revolución en Rusia: Carr: 1917-1923, Smith: 1890-1928, Dan: 1917-1918, Steinberg: 1905-1921, Fijes: 1891-1924, Read: 1917-1921, Pipes: 1899-1918, Malia: 1917-1991. Un periodista, John Reed, la reduce a diez días del año diecisiete, cuenta cómo los bolcheviques se reunían a puerta cerrada, se aguardaban los resultados al otro lado de la puerta, en el pasillo, y un revolucionario que salía de la habitación contaba lo que sucedía: Lenin dijo: El 24 de octubre será demasiado pronto para actuar: para la revolución se necesita una base en toda Rusia y el 24 no habrán llegado aún todos los delegados al Congreso. Por otro lado, el 26 de octubre será demasiado tarde para actuar: para entonces se habrá organizado el Congreso y a una gran asamblea organizada le es difícil adoptar medidas rápidas y resueltas. Debemos actuar el 25 de octubre, el día de la apertura del Congreso, para decirles: ¡Ahí está el poder! ¿Qué vais a hacer con él?”. Un solo día: 25 de octubre es 7 de noviembre en el nuevo calendario, pues las revoluciones cambian la medida del tiempo. Ese día es fecha histórica (y aniversario personal). Ya nadie se lamenta: Unos conmemoran, otros celebran. Esto en cuanto al tiempo. Su espacio se irradia, desde San Petersburgo (que se llamaría Leningrado, y luego volvería a ser Petrogrado) a Moscú, al resto de Rusia hasta “estremecer” el mundo. Reed venía de ser corresponsal en la revolución mexicana, y también era un revolucionario, observa personalmente el proceso con sus cinco sentidos: Ve el rostro y los ojos rojos de los dirigentes en las asambleas; escucha a soldados, obreros y campesinos cantar —entre disparos— La Internacional, La Marsellesa y la Marcha Fúnebre; no le perturba el sudor humano en los vagones repletos de soldados de la guardia roja, en salones de palacios donde transcurren las reuniones permanentes; prueba el té caliente y colectivo de las vigilias; y siente ‘que le toca’, cuando por error casi es fusilado. La muerte podía ser decisión local. Observa con simpatía y busca la verdad. Ve cómo predominan las fuerzas constructivas sobre las destructivas. Lenin recomendará el libro Los diez días que estremecieron al mundo: ‘con toda el alma a los obreros de todos los países’. Al contrario, con antipatía, escribe en nuestro idioma la corresponsal del conservador ABC, Sofía Casanova: La Revolución Bolchevista, Recopilación de crónicas, titula su libro. En un corte transversal cito: “Al promediar la mañana de hoy ya se conocía el asombroso acontecimiento: Lenin ha triunfado. En 50 puntos de la ciudad se ha luchado brevemente, y en poder de los sublevados hállase el Telégrafo, los Ministerios y el Estado Mayor. Los ministros están arrestados: Kerenski dícese que ha huido. Los protagonistas de la segunda revolución han constituido un Comité Revolucionario Militar que gobierna. El pánico en San Petersburgo es infinito. Tanto mal se ha dicho de Lenin y sus adictos, que no hay horror ni infamia de los cuales se les juzgue incapaces”. Para unos es una insurrección y para otros un golpe de Estado a un gobierno revolucionario entre comillas, que había sobrevivido al golpe de derecha, previo, de Kornilov. Se inicia el ascenso de la Revolución de Octubre.
Origen del Soviet-Coacervado
Antes, en Las Tesis de Abril, en el vagón blindado en el que regresa, anotaba Lenin: “Escribo, leo y machaco: Los Soviet de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario”. Más de medio año después –lapso de tiempo inmenso para una revolución–, escribiría entre paréntesis el Congreso de los soviets de diputados obreros y soldados de toda Rusia; el mismo día 7 y el siguiente 8 de noviembre, hace tres sendos decretos sobre la paz, la tierra y el control obrero. El Congreso asume que: “Queda proclamada en Rusia la República de los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos. Todo el poder, tanto en el centro como en las localidades, pertenece a dichos Soviets”. Lo que antes era un eslogan, la consigna: Todo el poder a los soviets ¿Pero qué eran los soviets? ¿Dónde y cuándo se originaron? La palabra rusa se traduce por consejo. Hay que retroceder a la “revolución” de 1905 donde aparecen por vez primera y en forma espontánea. Un fenómeno particular de organización del pueblo ruso frente a la crisis, como en el refrán engastado en el viejo canto: “Duro para la cabeza no tener hombros / desgracia es para la cabeza no tener cuerpo / así es para la tierra rusa sin Igor”. El origen de los soviets nos recuerda a la creación de los coacervados de Oparin, el origen de la vida, en una atmósfera cerrada de fuerte presión, calor y fuerzas elementales. En el caldo primitivo de los soviets están como componentes previos las tradiciones de las cooperativas campesinas, y el cultivo colectivo o comuna agrícola “obschina”, la solidaridad obrera de las grandes fábricas o los gremios de artesanos, asociaciones de trabajo o “artels”, sumado a la transversalidad de los marinos de guerra (que son “como obreros de barcos”, de origen campesino), la guerra imperialista, sumado los altos y bajos de la represión zarista, con el consecuente vacío de poder: en esa atmósfera tempestuosa, sobre ese caldo primordial, brotarán los soviets en 1905, fenómeno que se repite en 1917. Recordemos otra vez el Canto de Igor: “Bajo las pezuñas, la tierra negra / fue sembrada de huesos de los caídos / y regada con sangre: / germinando aquellos huesos como desgracia / por toda la tierra rusa”. Leamos a Oparin en clave social: “Al principio vimos al carbono disperso en átomos sueltos por la atmósfera incandescente de las estrellas. Posteriormente, lo descubrimos formando parte de los hidrocarburos que se originaron en la superficie de la Tierra. Más adelante estos hidrocarburos dieron derivados oxigenados y nitrogenados y se convirtieron en las substancias más simples. En las aguas del océano primitivo esas substancias formaron cuerpos más complejos. Aparecieron las proteínas y otras substancias análogas. Así fue como se formó el material del que están constituidos los animales y los vegetales. Al principio, este material se hallaba simplemente disuelto, pero después se separó, formando los coacervados. Soviet-coacervado. Los soviets primitivos tenían una estructura relativamente sencilla, pero poco a poco se fueron produciendo en ellos cambios esenciales.
Se fueron haciendo cada vez más complicados y su estructura cada vez más perfecta, hasta que se convirtieron en el Congreso de los Soviets (y luego en la República de los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos). El periodista, John Reed, relata una entrevista a Trotsky: “…me presenté a él en una habitación pequeña y vacía del ático del Smolny. Estaba sentado en medio de la habitación sobre una simple silla, ante la mesa vacía. Tuve que hacerle muy pocas preguntas. Habló con rapidez y seguridad más de una hora, cito lo más substancial que dijo; conservando con exactitud sus expresiones”: dice que los soviets son la representación popular más perfecta por su experiencia revolucionaria y por sus ideas y objetivos; apoyados directamente por los soldados de las trincheras, los obreros de las fábricas y los campesinos de la aldea son la espina dorsal de la revolución.