Por Ramón Lobo
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Concluida la IX Cumbre de Las Américas, con más penas que glorias, y el Foro de San Petersburgo, les correspondió a los países emergentes del denominado grupo del BRICS, acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, realizar en China, la XIV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, con un escenario post pandemia y el conflicto Ucrania-Rusia vigente; este último, se ha utilizado como pretexto por occidente para imponerle sanciones a uno de sus integrantes: Rusia.
Por cierto, previo al encuentro anual, el mandatario chino Xi Jinping y ruso Vladimir Putin, en foro empresarial conjunto, rechazaron las políticas de sanciones económicas impuestas por países de occidente, denunciando que las mismas tienen repercusiones a nivel global. En paralelo, el presidente Nicolás Maduro, efectúo una gira exitosa por algunos países de Eurasia y Medio Oriente.
Es importante indicar que el BRICS, creado en 2009, representa más de tres mil doscientos millones de habitantes, el 25 % del PIB mundial, el 20 % del comercio global, consume alrededor del 40 % de la energía y sus reservas internacionales alcanzan cerca del 35 % en el mundo. Dos de sus integrantes, Rusia y China, han acelerado mecanismos recíprocos para impulsar un sistema de transferencias financieras transfronterizo que funcione, por un lado, como alternativa al SWIFT -el cual se ha venido utilizando como instrumento de guerra y sumisión-, y por el otro, como plataforma tecnológica para construir un nuevo orden financiero internacional.
Como se infiere, el BRICS puede jugar un papel importante para promover un multilateralismo que conlleve a la edificación de un sistema multipolar de relaciones internacionales con criterios de respeto, soberanía y complementariedad, para enfrentar los grandes retos que tiene la humanidad. La XIV Cumbre debe servir para reimpulsar al mismo, adicional, a la concreción real de los temas abordados: desarrollo integral, cooperación sanitaria, disminución de la pobreza y transferencia de tecnología; todo en absoluta armonía con el medio ambiente. Asimismo, la posibilidad de avanzar en el establecimiento de una economía real y financiera alterna.
Los espacios de integración orientados al aprovechamiento de las ventajas mutuas en aras de lograr a través del intercambio y comercio justo, respetando la libre autodeterminación, una mayor suma de felicidad para sus pueblos, deben ampliar la posibilidad de incorporar nuevas naciones y coordinar con esquemas de integración con objetivos similares. El Brics está llamado a jugar un papel de liderazgo, dirigiéndolo hacia un desarrollo compartido, estableciendo lazos con foros como el Alba-TCP, Unasur y Asean, entre otros. Por supuesto, no podemos dejar a un lado, la necesidad de un gobierno en Brasil más consustanciado con estas políticas de integración.
La geopolítica mundial en constante movimiento: Occidente orientándola bajo un concepto hegemónico, explotador y guerrerista; mientras tanto, naciones con recursos y tecnología importante, como los miembros del BRICS, buscan puntos de encuentro para potenciar sus fortalezas e irrumpir en contra de la unipolaridad. Recordamos, que en América, y especialmente en Venezuela, seguimos apostando a la unidad y a la cooperación.
