Dicen afuera que estamos viviendo una protesta espontánea de la gente contra Maduro, pero todos saben que los chamos que se encapuchan, que echan basura en las calles, que incendian cauchos viejos, que revientan las casetas de teléfonos públicos, las paradas de autobús o los letreros de tránsito, que lanzan botellas a los carros para que no se atrevan a pasar las barricadas, que le gritan “mamagueeevoooos” a la Guardia con acento malandroso… todos saben que no viven acá.
No son de aquí. Alguien los contrató para venir. ¿Tienen una convicción, o reciben un sueldo? Creo que todos sabemos la respuesta.
Los chamos que sí son de acá miran a lo lejos, temerosos, gritando consignas o tocando cacerolas. A veces con la mamá al lado vestida cual Doña Florinda, diciéndole a su “tesoro” que no se acerque mucho.
Ni siquiera saludan a los otros. No se conocen. No se hablan. Los de aquí no se atreven a decirle a los encapuchados que no revienten ese semáforo, ese poste de luz, esa parada que tan útil ha sido. Ni siquiera porque la alcaldía de esta zona -la que tendrá que reparar los daños- es opositora.
Los que viven por aquí solo saben que alguien les dijo a esos chamos que vinieran para acá, y que hicieran lo que hacen. Total, es para “salvar” al país. Cuando se recupere “la libertad”, ya vendrá alguien y nos pondrá una parada nueva. O pediremos una por Amazon, cuando el flamante Presidente que sustituirá a Maduro nos restablezca los cupos electrónicos. ¡Que sea digital y con Uber, por favor!
Pasa casi una hora con la avenida bloqueada, y al fin llega la Guardia; los encapuchados salen corriendo. Gritan. Insultan. Lanzan botellas. La GNB responde con lacrimógenas. Se quedan así un tiempo, jugando al gato y al ratón. Luego, la GNB se va a otro lado. Las guarimbas ocurren en numerosos puntos del este de la capital, y hay varias avenidas importantes bloqueadas. Son las once de la noche.
¡Esto es tan 2014! Pasar la noche y la madrugada poniendo notas de las instituciones destruidas, de los daños causados, verificando imágenes, llamando a los panas para comprobar las cosas. O creando una lista de los fallecidos… porque las redes sociales dicen que a Fulano lo mató la Guardia, pero luego averiguas y ves que la información era, en la mayoría de los casos, falsa o tergiversada. Hecha a la medida para Almagro, Marcos Rubio y los que piden la intervención.
Ya nos cansamos de ver en 2014 a personas inocentes asesinadas tratando de llegar a su casa, tratando de pasar una barrera, tratando de cruzar una manifestación violenta o topándose con una guaya mientras manejaba una moto. Y luego decían que los mató la Guardia. Eran muy pocos los casos como los de Geraldine, en los que un funcionario del Estado era el responsable.
Igual murieron. Hoy la nueva lista comenzó con los nombres de Jairo Ortiz y y Daniel Queliz.
Podemos discutir las causas de su muerte, pero el hecho es que, si ustedes no hubieran convocado estas malditas guarimbas, ellos dos estarían vivos. Y los otros 43, también.
Bienvenidos a las Guarimbas de 2017.