I
El pasado fin de semana participé, por invitación de un grupo de organizaciones y activistas de Estados Unidos y Canadá, en el panel Cumbre de las Américas vs. CELAC: ¿Dónde se Encuentra la Doctrina Monroe en sus 200 Años?; actividad en la que debatimos, junto a compañeras y compañeros de Norteamérica y Sudamérica, en torno a la necesaria integración de nuestros Pueblos; y de manera particular, acerca del pensamiento y la praxis legados por el Comandante Hugo Chávez al respecto, en correspondencia con el ideario bolivariano que orienta el proyecto de amplias transformaciones que tiene lugar en Venezuela desde el año 1999.
Se trata de un tema se suma importancia y vigencia, que nos permite continuar reflexionando en relación con la confrontación histórica que libran los Pueblos de la región por su plena y definitiva independencia, frente al incesante empeño del imperialismo norteamericano y sus aliados de tratar de revivir, de manera infructuosa, la anacrónica Doctrina Monroe, a casi doscientos años de que ésta fuera formulada; haciendo uso para alcanzar dicho cometido de espacios que fueron diseñados para dominarnos y que nada tienen que ver con el anhelo unionista de las latinocaribeñas y los latinocaribeños.
Es el caso de las denominadas Cumbres de las Américas, creadas —como permanentemente denunciara el líder histórico de la Revolución Bolivariana— para imponernos el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que constituía “…un mecanismo para la desintegración de nuestros Pueblos, de nuestro futuro, para la desintegración de nuestras Repúblicas».
II
Fue la Cumbre de las Américas celebrada en Québec en el año 2001, la primera de estas citas en la que participó el Comandante Chávez, a dos años de haberse iniciado el Gobierno Bolivariano; cumbre en la que enfrentó en solitario —recordemos que Cuba había sido excluida de estos espacios— este proyecto neocolonial impulsado por el gobierno estadounidense; al punto de firmar con reserva la Declaración Final del encuentro.
Luego de aquella cita, el imperialismo y sus aliados celebraban, pensando que efectivamente iban a alcanzar su cometido y que, cuatro años más tarde, lograrían imponerle el ALCA a toda Nuestra América Latinocaribeña; materializando de esta manera el precepto que sustenta la Doctrina Monroe: “América para los americanos”; vale decir, para los norteamericanos.
Sin embargo, fracasaron; y es que con las Revoluciones Bolivariana y Cubana como faros, como ejemplos a seguir, otros Pueblos de la región eligieron a gobernantes progresistas que fueron capaces de defender los intereses de éstos, reviviendo las esperanzas de libertad y soberanía en las naciones que integran este continente.
Así fue posible que en aquella histórica Cumbre de las Américas celebrada en el año 2005 en Mar del Plata, Argentina; se le propinara al imperio yanqui una de las más estruendosas derrotas que jamás haya sufrido, siendo enterrado definitivamente el ALCA y, con ello, liquidada aquella pretensión de revivir la Doctrina Monroe.
Contrario a este proyecto neocolonizador, en la América Latinocaribeña fortalecimos nuestros vínculos a partir de la creación de mecanismos de integración como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC); y, en consonancia con el planteamiento del mundo multicéntrico y multipolar, priorizamos el relacionamiento con otros países del denominado Sur Global, los vínculos con Asia y el Medio Oriente, con el Movimiento de los Países No Alineados (MNOAL).
Por supuesto, y como era de esperarse, ello trajo consigo una feroz arremetida por parte del decadente pero aún poderoso imperio del norte, en función de tratar de recuperar el terreno perdido e imponer en nuestros países gobiernos serviles a sus intereses; una arremetida que se mantiene hoy y que le significó en el devenir de estos años algunos triunfos circunstanciales, que los Pueblos de la región se han dado a la tarea de revertir, como parte de la batalla por hacer valer su dignidad, soberanía e independencia.
III
La acción imperial ha tenido a lo largo de estos años diversas manifestaciones, entre las que se encuentran el golpe de Estado al Comandante Chávez en 2002, el intento de secesión que tuvo lugar en Bolivia durante el año 2008, el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en Honduras en 2009, el frustrado golpe de Estado en contra del compañero Rafael Correa en Ecuador en 2010, los golpes parlamentarios contra Fernando Lugo en Paraguay en 2012, y contra Dilma Rouseff en Brasil de 2016, el intento de golpe de Estado en contra del compañero Presidente Nicolás Maduro en 2019, el golpe de Estado propinado al hermano Presidente Evo Morales ese mismo año y la persecución judicial contra líderes y lideresas como el propio Rafael Correa, Lula Da Silva y, más recientemente, la compañera Cristina Fernández.
Estos son tan solo algunos ejemplos de la saña con que ha actuado el imperialismo norteamericano y sus lacayos, en su afán por revertir las conquistas alcanzadas por nuestros Pueblos y tratar de restaurar su proyecto neoliberal en la región; una saña que continúa amparándose en instrumentos como las Cumbres de las Américas, y que las latinocaribeñas y los latinocaribeños seguimos enfrentando con firmeza, con la convicción histórica de ser definitivamente libres.
Dichas Cumbres, como nos sigue diciendo Chávez, no tienen ningún sentido, “…porque esa Cumbre nace, recordémoslo, por allá por 1994. Nosotros recién salíamos de prisión y recuerdo que estaba yo en Cuba, invitado por el gobierno cubano en mi primer viaje…era diciembre de 1994; y al mismo tiempo en Miami se estaba desarrollando la llamada Cumbre de las Américas, por supuesto sin Cuba. Fue cuando el Presidente de los Estados Unidos…lanzó aquella frase, todo un irrespeto a la historia de estos Pueblos y a la lucha de estos Pueblos por su liberación, todo un irrespeto a nuestros mártires de 500 años, todo un irrespeto a nuestro Padre Bolívar; cuando Clinton dijo que ahora si nos estábamos acercando a la realización del sueño de Bolívar…”.
Afortunadamente hoy, gracias a la valentía y claridad de los Pueblos de la región, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que el planteamiento unionista del Padre Libertador, contrario a los preceptos de la Doctrina Monroe, sigue siendo un compromiso que abrazamos sus hijas e hijos, quienes bajo la guía eterna del Comandante Chávez continuamos su gesta heroica por nuestra plena y definitiva independencia.