El programado y sistemático socavamiento del sistema de naciones unidas, creado con el firme propósito de encontrar acuerdos, consensos, debates de fondo y ejecución de acciones en pro del bienestar de los pueblos; previniendo horrores como los que vivieron quienes padecieron las dos guerras mundiales pavorosas del siglo XX, dejó ver sus costuras abiertas en la 77° Asamblea General de esta instancia internacional con sede en Nueva York, EEUU.
Uno de los pocos que advirtió esta especie de acción clara; para generar el fin de la historia de la instancia internacional, fue el propio Comandante Hugo Chávez —el 20 de septiembre de 2006— en el contexto de la invasión unilateral a Afganistán, bajo el auspicio de la “Guerra Contra el Terrorismo”, para castigar a quienes fraguaron el atentado a las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001; así como la posterior invasión a Irak bajo la mentira de la existencia de armas de destrucción masiva.
Esta última fue la puesta a punto del fin de una instancia con, al menos, poder para generar acciones de negociación política; tendiente a mitigar los estragos y peligros de los crecientes conflictos y desafíos mundiales. Sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, George W. Bush, José María Aznar y Tony Blair se reunieron en Las Azores para dar un ultimátum al gobierno de Saddam Hussein, aunque ningún inspector enviado por la ONU pudo comprobar, hasta el día uno de la intervención, la realidad de posesión de armas de destrucción masiva; finalmente revelada con los años como una farsa.
El líder bolivariano, sumando a estos dos elementos el Golpe de Estado y sabotaje petrolero de 2002 que sufrió la reserva de petróleo más grande de este planeta ubicada en Venezuela, como expresión palmaria de ese unilateralismo impuesto como sea, manifestó con preocupación lo que luego se haría realidad:
“… lo que hoy está pasando, y la más grande amenaza que se cierne sobre nuestro planeta: la pretensión hegemónica del imperialismo norteamericano pone en riesgo la supervivencia misma de la especie humana.
Seguimos alertando sobre ese peligro y haciendo un llamado al propio pueblo de los Estados Unidos y al mundo para detener esta amenaza que es como la propia espada de Damocles (…) Es decir, el imperialismo norteamericano está haciendo desesperados esfuerzos por consolidar su sistema hegemónico de dominación. Nosotros no podemos permitir que eso ocurra, no podemos permitir que se instale la dictadura mundial; que se consolide, pues, que se consolide la dictadura mundial”.
Serguei Lavrov, el día sábado, en el mensaje de la Federación de Rusia ante la 77° Asamblea General, dijo con claridad lo que Chávez profetizó claramente; al afirmar la pretensión de la élite política de EEUU de convertir el planeta entero bajo los principios y valores de la doctrina Monroe, elevados a la escala mundo.
Todas las intervenciones, dejaron abierta la pugna creciente entre los dos grandes bloques de poder que se encuentran con fuerza ahora en el conflicto de Europa del Este, así como en la negativa o respaldo a medidas contrarias a lo establecido en la Carta de Naciones Unidas, por ejemplo la instauración de medidas coercitivas unilaterales (o sanciones) que constituyen un genocidio contra los pueblos que las padecen, siendo además violatorias abiertamente del derecho internacional sin que Naciones Unidas haga mucho para enfrentarlo.
De hecho han sido pocos o nulos los esfuerzos para promover una solución política a la guerra en Ucrania, al punto de una incapacidad manifiesta para hacer valer el acuerdo a los que se ha llegado para suministrar fertilizantes, granos y cereales para la producción de alimentos a pueblos vulnerables. Los obstáculos puestos por EEUU y Europa occidental para dar cumplimiento a este acuerdo ni siquiera ha sido condenado desde Naciones Unidas que, como espacio controlado a sus anchas por EEUU, mira para otro lado mientras cohonesta la suspensión de Rusia de un cuestionado Consejo de Derechos Humanos que parece poseer memoria y un accionar muy selectivo, a juicio del facultativo en Washington.
Posiciones como la del Grupo de Países Amigos en Defensa de la Carta de Naciones Unidas, así como del Consejo Político de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA–TCP), revelan el paulatino y progresivo engranaje de un núcleo multilateral, donde convergen axiomas muy claros: democracia, rechazo a las medidas coercitivas unilaterales, promoción de la paz, el diálogo, la diplomacia, el desarrollo compartido, el respeto a la autodeterminación de los pueblos y la promoción de los esquemas que generaron la creación de Naciones Unidas.
Por su parte, Joe Biden, dejó claro que las doctrinas Monroe y de destino manifiesto seguirían siendo “autores de la historia” y promotores de lo que ellos definen arbitrariamente como “mundo libre”, lo cual pasa por la determinación de derrotar a la Federación de Rusia tanto en el campo militar como en el campo diplomático; a pesar de que las acciones de guerra económica dispuestas desde febrero poca mella han hecho en la economía eslava, anunciando verdaderas calamidades para sus socios y promotores europeos, o más bien sus pueblos que finalmente pagarán los platos rotos.
Posiblemente, en atención a este contexto de abierta pugna, y con ribetes hasta nucleares de trasfondo; el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, trascendiendo asuntos de la cotidianidad mundial como el cambio climático, cuyas consecuencias ya son irreversibles y vamos a padecer, y denunciando las más de 900 medidas genocidas contra nuestra patria; tomó buena parte de su carta abierta a los pueblos del mundo para llamar a una reflexión casi de vida o muerte para la humanidad.
En ella dejó claro que la necedad unilateral de EEUU y sus socios, lejos de promover la paz que necesita el mundo, terminará en consecuencias catastróficas para una humanidad que no sobrevivirá a un nuevo episodio de guerra mundial; como la acaecida en inicios y mediados del siglo pasado.
Una sentencia lacónica y preocupante que, al sumarse a la iniciativa de México por la paz en Europa del Este, trata de estremecer a unas Naciones Unidas poco ocupadas en el futuro inmediato, y muy silenciosas ante la comisión de violaciones del derecho internacional por parte de quien la controla y afirma sostenerla en todo, tratando de imponer un unilateralismo imposible en este siglo XXI, salvo que apelen a su considerable poderío militar.